EDUARDO MERAZ
La “recuperación” de Pemex en este sexenio -según el mandatario totalmente palaciego- nos ha costado a los mexicanos más de 800 mil millones de pesos, monto similar al del rescate bancario, el famoso Fobaproa, sin por ello reducir su deuda de casi dos billones de pesos.
En otras palabras, el gobierno del presidente narcisista, sin necesidad de supuestamente privatizar a la empresa petrolera, les está entregando buena parte de las contribuciones de los mexicanos a los prestamistas, internos y externos, a grado tal de estar imposibilitado de poder pagar a sus proveedores.
Y no sólo eso, las metas proyectadas al inicio de su administración en materia de producción de petróleo y refinación de crudo están lejos de alcanzarse. Por ejemplo, Dos Bocas, que supuestamente empezaría a producir gasolinas y combustibles a mediados de 2023, apenas si alcanzará, al término del presente año, dos tercios de la meta: 208 mil barriles diarios de 340 mil prometidos.
La construcción del complejo de Dos Bocas y la adecuación de las seis restantes refinerías terminan por no concluirse y sin dar los resultados esperados. Pero eso sí, han implicado un elevadísimo costo para los contribuyentes, superior al medio billón de pesos.
El único negocio efectivo del cuatroteísmo en el ramo energético ha sido concluir la compra de la refinería Deer Park, en Estados Unidos, cuyo primer avance se hizo durante el periodo neoliberal. De ahí en fuera, Pemex se ha convertido en un pozo sin fondo al cual van a parar los recursos públicos.
Rescate o recuperación de la paraestatal, existe sólo en la imaginación del presidente sin nombre y sin palabra, pues, en los hechos y gracias a sus ocurrencias, él sí está a punto de acabar con Pemex, sin que los mexicanos vayamos a obtener ningún beneficio; al contrario: no tendremos gasolina barata.
En realidad, la pagaremos en forma indirecta a 35 pesos o más por litro, a fin de pagar la enorme deuda de la empresa, pues aparte de cubrir los impuestos que se aplican al consumir gasolinas y otros combustibles, el gobierno debe destinar una importante cantidad de tributos al pago de la deuda, en vez de cubrir necesidades básicas de la población.
Si bien su idea de revertir la aparente privatización de Pemex como -según él- pretendían los gobiernos neoliberales, todo indica deberá seguirse mordiendo la lengua, pues el grueso de las ganancias por la producción y refinación de petróleo será para pagar lo que nos prestaron los financistas.
Y en eso tiene razón el director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, al señalar que antes se contrataba deuda para pagar los impuestos de Pemex, pero ahora ya cambió. Ahora pagamos más impuestos para pagar las deudas de la empresa.
Bien podría concluirse que si bien no tenemos gasolina barata tampoco ha habido gasolinazos. Pero eso sí, los “fobaproazos petroleros” serán de larga duración.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Hablando de subordinaciones y subordinados, la ministra Lenia Batres cree que la Constitución está subordinada a la Corte y no la SCJN a la Carta Magna. Omitió mencionar que ella está subordinada al ejecutivo y, por tanto, no es “ministra del pueblo” … utísima.
@Edumermo