EDUARDO MERAZ
Estamos por ser testigos y actores de la parte más oscura del sexenio. Las cuentas alegres gubernamentales, no logran mitigar la desconfianza en autoridades impávidas ante la persistencia de la violencia y la expansión de la extorsión no sólo de parte del crimen organizado, sino de algunos funcionarios.
La insufrible etapa actual del cuatroteísmo, afortunadamente tiene fecha de caducidad dentro de poco más de un semestre. Sin embargo, los mexicanos estaremos en un escenario de zozobra, pues vemos como al respeto a la ley se ha vuelto una excepción y no una conducta regular.
Pero lo más preocupante, es la notoria indiferencia existente en los tres niveles de gobierno ante el avance y control de los grupos delincuenciales en cada vez mayores regiones del país, que han dejado claro su interés de incidir en el actual proceso electoral.
Este desdén lo ha dejado claramente ejemplificado el presidente totalmente Palacio Nacional, para quien los casi 50 políticos asesinados en recientes semanas no lo han forzado a tomar una decisión firme, más allá de los abrazos y no balazos.
Tampoco lo ha conmovido mayormente el homicidio del 44 estudiante de la normal de Ayotzinapa, ni atender las peticiones de las madres buscadoras de los casi 50 mil desaparecidos durante su mandato. Para el mandatario sin nombre y sin palabra tiene mayor relevancia impartir clases de historia en su teatro en atril mañanero.
De continuar las tendencias registradas a lo largo del presente año, podemos prever que, de aquí al 2 de junio, un buen número de mexicanos enfrentaremos insufribles, por inseguras, condiciones para desempeñar nuestras actividades cotidianas.
Para el habitante temporal del palacete virreinal, este escenario donde lo mejor es lo peor que se va a poner, lo mantiene imperturbable, pues según él la gente está feliz, feliz.
Sin embargo, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) realizada por el Inegi, durante 2023, la percepción sobre las autoridades ha mejorado modestamente, existen funcionarios o instituciones que menos confianza inspiran a la población.
En el caso del titular del ejecutivo la desconfianza alcanzó un nivel de 40.9 por ciento de la población en zonas urbanas. Datos diametralmente opuestos a los señalados por el limitado estudio demoscópico del diario Reforma, que le otorga una aprobación de por ciento.
En contraste, las instituciones mejor evaluadas fueron el Ejército y la Marina con 71.5%; le sigue la Guardia Nacional registró con un nivel de confianza de 65.6%.
El comportamiento impasible del presidente palaciego cuando se trata de demandas y atención de necesidades de la gente, como en el caso del sector salud, se vuelve un activismo compulsivo cuando cumple su papel de jefe de campaña de la candidata de Morena.
Evitar el tono guinda que el cuatroteísmo desea imponer de aquí a la jornada electoral del 2 de junio -combinación del rojo sangre y negro luctuoso dejado por la estela de homicidios y delitos del crimen organizado-, es dejar la oscuridad y ver la luz al final del túnel.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El empresario Ricardo Salinas Pliego en su cuenta de X, publicó: “un buen gobierno rinde cuentas, no le exige pruebas a los ciudadanos. Un mal gobierno protege a la delincuencia y luego le exige pruebas a las víctimas”.
@Edumermo