EDUARDO MERAZ
En distintas colonias o barrios siempre se identifica un puesto o taquería como “los tacos de la muerte lenta”. Guardada la debida proporción, el sistema de salud público de México se equipara a esos sitios culinarios, donde la limpieza y la calidad de productos y atención deja mucho que desear.
Esos centros de degustación tienen, sin embargo, gran demanda por su bajo costo. Algo similar ocurre con muchas de las instalaciones hospitalarias del Seguro Social, el ISSSTE o centros de la Secretaría de Salud, a pesar de que algunos de ellos reciben aportaciones de la clase trabajadora o de los empleados públicos.
Mientras en el lugar donde se expenden los tacos, tortas y otras garnachas los aromas no siempre resultan gratos a la clientela, casi siempre abundante, en los nosocomios públicos, las deplorables condiciones en edificaciones, equipo e insumos también dejan salir un tufillo a corrupción o valemadrismo de una buena parte de administrativos, personal técnico y médico, así como de funcionarios.
Y mejor ni hablar de los altos directivos de las instituciones de salud los cuales, día con día, exhiben sus miserias y ambiciones, sin importarles ni la salud ni la vida de quienes, con sus cuotas o aportaciones, pagan sus elevados salarios y las muchas y valiosas prestaciones auto otorgadas.
Después del enésimo esquema de compras consolidadas de medicinas, supuestamente para combatir la corrupción, desde el inicio de la administración pasada, con Raquel Buenrostro -en ese entonces funcionaria hacendaria-, hasta el subsecretario Eduardo Clark y los directivos de Birmex, han hecho de los “errore$” los mejore$ negocio$ de su vida.
Si tomamos como ejemplo lo ocurrido en la más reciente licitación de medicinas, la cual hubo de ser cancelada por las inocultables irregularidades, el desfalco es el equivalente al monto que el gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum quitó al sector salud en el presupuesto de 2025, más de 11 mil millones de pesos.
Pero eso sí, tanto el anterior como el presente gobierno cuatroteísta se presentan como paladines de la austeridad y la honestidad. Es decir, publicitan a los cuatro vientos ser fieles vigilantes de los recursos públicos, pues cuidan con exceso de celo los centavos, pero se les olvida hablar de los millones extraviados en los vericuetos legales de las compras publicas que, por arte de magia, terminan depositados en sus bolsillos o cuentas bancarias.
Esta situación generalizada a lo largo, ancho, alto y bajo de toda la administración pública, cobra especial relevancia en el caso del sector salud, desde que el cuatroteísmo asumió el poder: por enfermedades de todo tipo han muerto más de un millón de mexicanos.
Los apoyos económicos de los programas sociales , en los hechos, se han convertido en una moderna tienda de raya, pues esta devolución de impuestos sirve básicamente para poder pagar servicios médicos y medicinas a particulares, ante el estado de coma en el cual se encuentra el sector, incapaz de poder cumplir con lo dispuesto en la Constitución: el derecho humano a la salud.
Si dos de cada tres mexicanos prefieren acudir a la medicina privada, no es porque sea una población económicamente sana, sino por la seguridad de que acudir al sistema público, es como volverse cliente frecuente de los “tacos de la muerte lenta”.
Recurrir a los servicios de salud pública para muchos mexicanos, ya sean o no derechohabientes, es haber optado por tratamientos paliativos y una especie de eutanasia en abonos chiquitos.
Dudo que este modelo se utilice en Dinamarca. Más bien parece un “dispensario” de mediados del siglo pasado, ubicado en uno de los lugares más apartados del territorio nacional.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Los poderes Ejecutivo y Legislativo abren al máximo las fauces para apropiarse de los fideicomisos del Poder Judicial, algo así como 16 mil millones de pesos. Sin embargo, ni siquiera emiten gruñido alguno por los 1.4 billones de pesos -cerca de 100 veces más al monto de dichos fideicomisos- por las pérdidas acumuladas por Transformación Industrial de Pemex.
Más aún, el gobierno cuatroteísta obtendría más dinero en tan solo un año, si impidiera el huachicol fiscal, que es mayor al de los piquetes de ductos.
El parentesco corrupto y corruptor entre los sectores energético y de salud, es como si se tratara de dos gotas de agua.