PULSO/ Los despachos de “El Mayo”

EDUARDO MERAZ

Los despachos -cartas- de Ismael “El Mayo” Zambada para dar a conocer, desde su perspectiva, detalles de su detención y solicitud de repatriación, han servido para conocer a su despacho de abogados y los despachos de los bien y malquerientes acumulados en unas cuantas horas, por sus ligas con el líder del Cártel de Sinaloa.

Lo más triste y desconsolador de todo esto, son de penilla ajena los descolones a lo cuales se ha visto sometido uno de los abogados de Zambada, Juan Pablo Penilla, pues anteriormente era fotografiado, apapachado y hasta premiado por distinguidos miembros de la clase política.

Antes, cuando Ismael Zambada permanecía en el anonimato y como crupier daba cartas -dólares- sin ver a políticos ambiciosos de escalar posiciones en la pirámide del poder, Juan Pablo Penilla era lisonjeado por moros y cristianos, sin pudor alguno.

Hoy después de conocerse su papel en los reclamos de El Mayo, se le toma como el conserje o guardián que abrirá las puertas del infierno o, al menos, del despacho del colapso en las relaciones entre México y Estados Unidos, con Donald Trump como portador de la tea encendida.

El dilema para el cuatroteísmo es lo sucedido, los acontecimientos del pasado reciente, cuando la magia del “cash” abriera las puertas de despachos, desde Palacio Nacional, San Lázaro, Reforma e Insurgentes y hasta en la colonia Roma, aun cuando ahora la desmemoria o la desvergüenza nieguen las imágenes donde se hacen evidentes los abrazos y no los balazos.

La legalidad, esa dama tan esquiva en los tiempos del cuatroteísmo, ha vuelto a hacer su aparición en el escenario de sus grandes éxitos: el teatro de la Fiscalía General de la República, dónde duermen el sueño de los justos todos aquellos expedientes que colapsarían el castillo de arena del cuatroteísmo.

Y bueno, el abogado de “El Mayo” me hizo recordar la película ‘El abogado del diablo’, tal vez debido a que nos narra cómo el ser de las tinieblas maneja, con habilidad y destreza, las debilidades humanas a fin de procrear un heredero y dejarle su legado, sin importarle si la historia deba ser vuelta y revuelta a escribir.

Cualquier parecido con la realidad de México en la actualidad es simplemente eso: la realidad de unos gobiernos decididos a eternizarse en el poder a cambio de vender su alma al diablo; en este caso, al crimen organizado.

Las puertas del infierno no están en la frontera norte, ni el cerrajero habita en la Casa Blanca. Forman parte de varios despachos de funcionarios del legislativo y ejecutivo donde, se supone, se toman las decisiones para beneficio del pueblo y que, a partir del segundo semestre del presente año, se enriquecerán con otros nuevos abogados surgidos de las elecciones en el poder judicial.

Decepcionan, dan penilla ajena, las justificaciones de todos los involucrados directa o indirectamente con el caso de Ismael Zambada, hasta parece ser se encuentran en casa del jabonero, sin que por ello vayan a quedar limpios de culpa.

En tanto el despacho donde labora este abogado del diablo; perdón, de El Mayo ha echado a andar su Plan B, al proponer a la justicia norteamericana declararse culpable, a fin de no ser enjuiciado y evitar la pena de muerte.

Esta doble cachucha de Ismael Zambada, en realidad se trata del juego para ganar tiempo y dependiendo de la decisión de los gobiernos de México y de Estados Unidos y con base en ello, dejar el legado a su sucesor, al más puro estilo cuatroteísta, a sabiendas de que los acuerdos con las autoridades anteriores deben ser revisados, renovados, modificados o anulados.

Sin querer queriendo o a lo mejor no, pero los despachos zambadianos han generado un aquelarre en el morenismo, pero en vez de buscar el bien de su movimiento y de quien se supone hoy lo encabeza, en realidad estaríamos frente a la abdicación de principios y el enquistamiento de la traición.

Cuántos candados tendrán las puertas de los despachos vinculantes entre el oficialismo y los abogados de “El Mayo”.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Ricardo Trevilla Trejo, secretario de la Defensa Nacional, descartó que los vuelos de drones estadunidenses sobre territorio mexicano violen la soberanía nacional, puesto que “son a solicitud del gobierno de México”.

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