EDUARDO MERAZ. De aquel inicio eufórico, hoy la 4T deambula con el espíritu desencarnado. El paraíso terrenal prometido se desvanece conforme el tiempo sexenal se agota, lo mismo que la supuesta fuerza moral.
Embelesados con los 30 millones de votos obtenidos en 2018, creyeron que, gracias a las dádivas que supuestamente benefician a 25 millones de personas, no sólo se mantendrían, sino que se elevarían casi al doble su dominio en las urnas.
Del tono “echador” de los primeros meses, en los cuales retaba a los opositores a que se organizaran y agruparan para tener un sparring con el cual hacer rounds de sombra, prácticamente ya no queda nada.
Ni siquiera fue necesario que los adversarios elaboraran y presentaran un plan alternativo sólido en contraposición al del cuatroteísmo. Gobernar a base de caprichos y ocurrencias y tratar de restaurar el modelo echeverrista de hace medio siglo, son las principales causas de la cada vez mayor desconfianza hacia las actuales autoridades entre la ciudadanía.
Tampoco se ha requerido una figura pública llamativa que les arrebate banderas u ondee nuevas. Nada de eso ha sido necesario; las mentiras y los yerros en el ejercicio de poder han propiciado continuos descalabros y caídas en el morenismo.
Haber perdido la mitad de los sufragios en tan solo tres años, cuando se supondría que la magnificencia del cambio tocaría a todos con sus virtudes y ninguno de los defectos del abominable pasado neoliberal, es muestra inequívoca de una administración fallida, que va dando tumbos por aquí y por allá.
Por eso hoy vemos a la clase gobernante comportarse como cualquier individuo con adicciones: primero, en la negación absoluta de su dependencia -en este caso a la verborrea presidencial-, para después afirmar que con su pura voluntad puede corregirse y, más adelante, ofendiendo y agrediendo a quienes le hacen notar su enfermedad.
Y justamente en ese momento nos encontramos, con una clase gobernante altisonante, altanera, belicosa, no sólo por haber quedado muy lejos de las expectativas, por ineptitud e ineficiencia, sino por las revelaciones de posibles actos de corrupción entre los cercanos al “Palacio del Bienestar”.
El tono agresivo hacia los periodistas y la evasión de disposiciones legales de parte de Morena -impulsadas y suscritas por el partido guinda y sus aliados- para la consulta de revocación de mandato, dejan ver el terror porque este ejercicio se traduzca en una caída importante en la aceptación popular.
Hasta el momento, el cuatroteísmo se ha concentrado en la defensa de la honorabilidad del presidente sin nombre y sin estatua y de su familia, sin tomar en cuenta los efectos que tendrá en la consulta el empobrecimiento de grandes núcleos de población y la falta de medicamentos, entre otros males.
Una característica de la 4T es la estrechez de miras, que pone por encima de las necesidades de la población la popularidad de su guía. En las recientes semanas ha destinado infinidad de recursos públicos para acusar a periodistas y ciertos empresarios por mostrar la incongruencia entre los dichos y los hechos presidenciales.
Creer que la conjunción de acciones de los opositores nunca se iba a presentar y pensar que tendrían encarnado el voto de 2018 habla de -para decirlo de manera suave- “inocencia política” de un ahora entelerido cuatroteísmo.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) rebajó la previsión de crecimiento de la economía de México a 2.3 por ciento para 2022 desde un pronóstico previo de 3.3 por ciento. Porcentaje muy por debajo de la estimación presidencial de 5 por ciento.
@Edumermo