PULSO/ La 4T y el soldado del amor

EDUARDO MERAZ. De acuerdo con lo manifestado por el responsable de la política interior, Adán Augusto López Hernández, México “ha ido perdiendo la batalla contra la inseguridad”, con lo cual se demuestra que el cuatroteísmo es como el soldado del amor que, a decir de Manuel Mijares, es “dejar las defensas rendidas”.

Y la única solución encontrada por el presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez para superar la etapa de ser “un héroe de mentira, un gigante de papel”, es prolongar ad infinitum la adopción de la Guardia Nacional por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, incluso por encima de lo dispuesto por la Constitución, donde claramente establece que la seguridad pública debe ser atendida por un órgano civil.

Cuando en su momento los ex presidente Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto decidieron ocupar a las fuerzas armadas para combatir al crimen organizado, el morenismo en bloque criticó con acritud tales decisiones, pues veían el germen de un régimen dictatorial.

La entrega de actividades productivas a las fuerzas armadas como nunca antes y una mayor presencia en las calles y el control y administración de instalaciones portuarias, aduaneras, ferroviarias, sanitarias y demás no son buenos augurios para la tranquilidad de los mexicanos

Por eso, aunque se dice diferente -no somos iguales-, el cambio de opinión del mandatario sin nombre para entregar las tareas de seguridad pública al ejército “es volver a intentarlo otra vez aunque tú no comprendas” -diría el presidente sin gracia, interpretando “Soldado del Amor” al alimón con Mijares

Insistir en la militarización, camino que a lo largo de casi dos décadas ha demostrado una ineficacia absoluta, como lo demuestra el incremento de homicidios dolosos y la diversificación de las actividades delictivas, sin hacer una inversión semejante a la realizada para la Guardia Nacional, pero para los cuerpos policiacos estatales y municipales, va más allá de la tozudez.

Sin apoyo y capacitación a las agrupaciones de seguridad en entidades y ayuntamientos, permite al cuatroteísmo contar con el chivo expiatorio perfecto, para justificar el fracaso de la estrategia de abrazos, no balazos.

La pura transferencia de la Guardia Nacional a la Sedena, sin compromisos, metas  y tiempos perfectamente identificados y medibles, es una más de las ocurrencias presidenciales que no van al fondo de la problemática, como tampoco lo son las dádivas sociales para apartar a los jóvenes de ser absorbidos por la delincuencia.

La militarización de la Guardia Nacional parecería, en realidad, el inicio de un esquema encaminado a “federalizar” la batalla contra algunos de los grupos delincuenciales y, como no queriendo la cosa, contra opositores políticos, como mecanismo para asegurar la continuidad del cuatroteísmo.

Así lo deja traslucir el mensaje del secretario de Gobernación a los senadores, cuando les dijo: “Aunque pueda sonar autoritario e impositivo, y se los digo así con franqueza, el proyecto de nación no admite titubeos; un proyecto de nación como el que encabeza Andrés Manuel López Obrador requiere de la unidad y el compromiso de todos, de quienes estamos en puestos o en tareas de Gobierno, pero sobre todos de quienes nos representan en el poder legislativo”.

Así que los “soldados del amor”  de la GN más que combatir a la delincuencia tratan de evitar que el inquilino temporal de Palacio Nacional no termine por ser “un héroe de mentira, un gigante de papel”.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

La Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin) aseguró que el crimen organizado está controlando los precios y abasto de alimentos en poblaciones de Zacatecas, Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Guerrero y Michoacán.

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