PULSO/ ¡Jolines!

EDUARDO MERAZ. Conforme se acerca el final del ya no tan largo, pero sí sinuoso e insinuante camino hacia el ignominioso olvido, el presidente sin nombre y sin estatua ve lejano alcanzar las metas previstas y, en cambio, demasiado cercano el final de su mandato.

La veda que le impide hacer propaganda gubernamental, en momentos en los que está en entredicho su probidad personal y familiar, lo coloca en situación de minusvalía que lo fuerza a lanzar golpes a diestra y siniestra, la mayoría de los cuales se pierde en el vacío y lo hace perder aire para el tramo final, que amenaza ser turbulento.

Aquí habíamos advertido del escenario adverso que enfrentaría el oficialismo en los siguientes dos meses. Los exabruptos presidenciales de este miércoles confirman que la temporada ya arrancó y que es endeble la defensiva del cuatroteísmo.

Hoy el tribunal público y popular –que era su ariete predilecto para descalificar a sus opositores- se le ha revertido, debido a los escándalos por conflictos de intereses y mal manejo de recursos públicos de parte de su parentela y colaboradores cercanos.

Como en ningún otro momento de su gestión, la adversidad circunda al “Palacio del Bienestar” y le hace ver a su habitante temporal, de manera cruel, lo efímero y veleidoso que es el ejercicio del poder.

Las ruinas y desencanto que ha dejado a su paso por la primera magistratura, expiden un aroma donde se mezclan olores de los yerros y equívocos cometidos, junto con los de un gobierno en descomposición vencido por sus propias debilidades y soberbia.

Culpar al pasado y a los demás, cuando en casa se han enseñoreado las prácticas y vicios que buscaba desterrar, dejó de causar simpatías y lástimas solidarias. Hoy, son motivo de reclamos justificados, pues queda la impresión de que el presidente sin nombre no es ajeno a su proliferación.

Ante la avalancha que se cierne sobre la ya poco pulcra investidura presidencial, el recurso de los distractores han dejado de tener el efecto y la relevancia previos.

Haber escalado al plano internacional este tipo de carnadas, como la propuesta de “pausar” las relaciones con España, más que obedecer a principios de una política exterior bien definida, revela debilidad ante hechos irrefutables. Acusar de saqueadores a empresarios de ese país y advertir que México ya no es tierra de conquista caen en la desmesura.

En especial, si consideramos el trato otorgado por el ex mandatario estadounidense, Donald Trump, que le impuso condiciones en materia migratoria. Hoy, con diplomacia, la administración de Joe Biden sigue un camino semejante, ampliando la supervisión a nuevas áreas.

Esta supeditación refuerza la fragilidad manifiesta desde tiempo atrás, cuando quedaron sin respuesta sus misivas a los gobiernos de Estados Unidos, España, Austria y el Vaticano con solicitudes absurdas.

A la mayoría de los mexicanos los tiene sin cuidado sus escarceos con otras naciones, salvo que se pudieran traducir en mayor deterioro de sus niveles de vida al que los ha conducido la cuarta transformación, encabezada por el mandatario innombrable.

Para el ejecutivo federal y su movimiento, la credibilidad perdida en las últimas dos semanas dinamita sus expectativas y esperanzas de conservar el poder. Y aún queda tiempo por delante, para que los opositores puedan hacer públicos nuevos derroches y cochupos de la clase gobernante.

La consulta sobre la revocación de mandato y las elecciones en seis entidades federativas, serán el verdadero termómetro del nivel de aceptación del cuatroteísmo y, por ende, si lograrán avanzar las reformas estructurales que se proponen concretar.

Los intentos de destierro de la corrupción en todas sus formas, fracasaron de manera rotunda. El camino por recorrer está empedrado, por propios y extraños, por lo cual las posibilidades de nuevos tropiezos están latentes y que en más de una ocasión el mandatario sin nombre caiga y, tal vez, se levante. ¡Jolines!

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Ignacio Mier, coordinador de los diputados de Morena, comentó que esperan empezar a avanzar en la reforma electoral en agosto, en la que se buscará “reducir el costo de los comicios y del INE” y revisar el financiamiento a los partidos políticos.

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