EDUARDO MERAZ. Como hace mucho tiempo no se veía, las elecciones en seis estados, han despertado las pasiones de todos los partidos participantes, candidatos y los gobiernos federal y estatales, por lo cual la lluvia de denuncias parece aguacero, donde nadie saldrá seco o indemne del clima de crispación que se vive.
La batalla campal de audios, videos y querellas son claro síntoma de la degradación político-electoral en tiempos del cuatroteísmo, al amparo del apotegma: “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”, con lo cual se da vía libre a prácticas apartadas del orden jurídico.
Y vaya que todos los actores de los procesos electorales se han despachado con la cuchara grande en eso de pasar por encima de la ley; a diario salen a relucir los actos ilícitos de uno y otro bando, así como las acusaciones en las cuales se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
La riqueza inexplicable de muchos de los competidores de todos los colores, es tema recurrente, lo mismo los actos de corrupción en que incurrieron los candidatos o integrantes de su equipo de campaña y familiares cercanos, con lo cual viene a demostrar la inutilidad de ondear el pañuelito blanco en el teatro en atril mañanero.
Por el lado del oficialismo, mientras unos hablan de focos rojos y piden una mayor presencia de las fuerzas armadas para vigilar la jornada electoral, otros lo niegan y afirman que todo está en una calma chicha que casi llega al bostezo.
En la esquina de enfrente, la oposición se queja amargamente de la actividad nada imparcial de los servidores de la nación y prevé la reaparición de los “sicarios electorales”, el crimen organizado, como ocurrió hace un año en las elecciones federales.
El cóctel resultante de todos estos ingredientes no parece ser bueno para la vida democrática del país, por lo cual no es difícil pronosticar un elevado porcentaje de abstencionismo, sobre todo en las zonas rurales.
Tampoco será sorpresa se pueda romper un récord, por la multiplicación de denuncias de todo tipo y de parte de todos los partidos políticos, en especial en aquellas entidades donde se espera una contienda cerrada entre el oficialismo y la oposición.
Sin lugar a dudas las elecciones en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas constituirán un gran reto para las autoridades electorales, así como para el responsable de la política interior, para garantizar que la jornada electoral permanezca dentro de los cauces legales y se desarrolle en paz.
Bien podría aventurarse que la repartición de las posiciones está dividida en tercios: Aguascalientes y Durango quedarían en manos de la oposición; Quintana Roo y Oaxaca, en manos del oficialismo; y sin una clara inclinación para uno de los bandos se presentaría en Hidalgo y Tamaulipas
Serán unas elecciones donde el grado de insatisfacción alcanzará dimensiones importantes, donde la batalla legal sentará sus reales y, en vez de contribuir a atemperar los ánimos, podría enturbiar más aún el ambiente político nacional y anular la posibilidad de acuerdos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En una nueva demostración de la versatilidad presidencial para fabricar cortinas de humo, el mandatario sin nombre y sin gracia, acaba de lanzar la primera edición del “Cancionero cuatroteísta”, que seguramente sería un éxito total en la estación “El fonógrafo del recuerdo”, totalmente vintage.
@Edumermo