EDUARDO MERAZ
Si damos por cierta la frase: información es poder, en el caso de la titular del ejecutivo en México se encuentra ayuna de ambos elementos, como ha quedado de manifiesto en las más recientes conferencias mañaneras, donde ha mostrado la falta de datos para esclarecer asuntos de Estado.
Es constante su uso del recurso de posponer para otro día la información solicitada por los reporteros , o bien, aceptar la carencia de elementos sobre diversos temas con lo cual, de hecho, está acabando con el mito de que el presidente de México es el hombre mejor informado.
Por ejemplo, esta tendencia que se venía presentando desde hace algunas semanas, cada vez se viene agudizando. Ejemplo, de este situación ocurrió este marte, 13 de mayo, durante la mañanera del pueblo, en donde esta ausencia de cifras, conceptos e ideas se hicieron evidentes.
La presidenta Claudia Sheinbaum se notaba agobiada ante la insistencia de los reporteros por conocer con mayor detalle los aspectos del abasto de medicamentos, de la situación del gusano barrenador e incluso de la situación de la gobernadora de Baja California y su esposo, Marina del Pilar y Carlos Torres y de la emigración de 17 integrantes de la familia de “El Chapo” Guzmán hacia Estados Unidos.
Otros recursos habituales utilizados por la habitante de Palacio Nacional son, de una parte, negar cualquier posibilidad de error o falla de su equipo y del gobierno previo y, de la otra, evadir o lavarse las manos de los problemas imposibles de ocultar.
Y ya como último mecanismo de defensa, recurre a los moditos victimizantes de su mentor: descalificar, ofender a quienes cuestionan su proceder, y, de ser posible, endilgarle todas las culpas y considerarlo traidores o vende patrias.
De igual manera, al ser cuestionada sobre los resultados de los gobiernos cuatroteístas, sin presentar pruebas contundentes, salvo sus dichos, menciona las supuestas bondades y grandes beneficios de los programas y obras de la administración anterior y la suya propia.
Sin embargo, nunca pudo explicar porque durante todo el sexenio pasado el sector salud nunca utilizó el presupuesto otorgado cada año; siempre tuvo subejercicios, cuyos recursos nunca se ha explicado cuál fue su destino, aunque todo mundo sabe que se fueron al barril sin fondo de las obras emblemáticas.
Tampoco supo explicar por qué en poco más de seis años, los mexicanos no podemos tener un sistema oportuno y eficiente de acceso a medicamentos, a pesar de presumiblemente haber acabado con la corrupción en su adquisición, aun cuando hoy México compra menos cantidad de unidades de medicinas e insumos, aunque las paga a precios más elevados.
En realidad, parece que su plan de sustituir a los antiguos abastecedores por unos nuevos, ha resultado más difícil de lo esperado, pues la inexperiencia de los nuevos y los apetitos de los funcionarios y amigos por llenarse los bolsillos ha sido desastrosa.
Así, familiares y amigos cercanos a la edificación virreinal se han convertido en un lastre para el ejercicio de la gobernanza, pues las sospechas de actos ilícitos los rondan y se vuelve vox populi, sobre todo por el descaro con el cual actúan.
Por otro lado, queda la sensación de soledad en la mandataria mexicana. No se nota el arropamiento habido el sexenio anterior, donde a la menor insinuación u ofensa, las huestes del oficialismo ripostaban. Hoy se generan vacíos, que rebelan más por el hueco dejado que por las diferencias entre los grupos políticos.
Esta visión de fragilidad que transmite, seguramente de manera involuntaria, la presidenta Claudia Sheinbaum, sin embargo, la compensa con iniciativas autoritarias, como la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, llamada popularmente Ley Censura, en donde exhala frustración y coraje al mismo tiempo. Nunca olvido, con todo lo que conlleva.
La cosecha primavera-verano, a pesar o por el adelantamiento de las lluvias, puede anegar los planes cuatroteístas, pues la exigencias del vecino del norte, suelen avanzar en sentido diferente al mexicano.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El único y verdadero líder y dirigente de izquierda en América Latina, José Mújica, dejó de existir. Todos los demás que se autodesignan como de dicha ideología, son fantoches, falsarios, hipócritas y, lo peor, millonarios y multimillonarios, a costa del pueblo.