EDUARDO MERAZ. Y cuando su mandato termine, la libertad de prensa seguirá ahí, dando a conocer la ilegalidad encarnada de un gobierno que quiso separar el poder político del económico y solo fortaleció los vínculos lícitos, lisitos e ilícitos entre ambos.
Al quedar a descubierto las mil y una variantes de los cochupos -llámense aportaciones, cuotas, derecho de piso, coperachas, conflicto de interés o tráfico de influencias, entre otras- la investidura presidencial quedó, además de tiznada, para el ropavejero.
La exhibición periodística, en días recientes, de los negocios en los que han sido partícipes y beneficiarios colaboradores y familiares del presidente sin nombre y sin estatua, únicamente viene a confirmar su natural inclinación -desde sus mocedades- hacia prácticas poco claras en la obtención de ingresos.
Esa proclividad a los tratos en efectivo, sin recibos ni pagarés comprometedores la mantiene inalterada, pues al no existir el clásico “papelito habla”, los ojos vigilantes de las autoridades hacendarias o miradas extrañas no se darían cuenta de las transacciones.
Sin embargo, olvidó los avances tecnológicos y aparecieron grabaciones en audios y videos, dando cuenta de las operaciones financieras donde se conoce al “inversor”, pero se desconoce el destino final de los recursos.
Método particular que hoy replica en su gestión oficial, como queda claramente ejemplificado en el caso de los fondos y fideicomisos, cuyos montos disponibles nunca se precisaron -con una variación de alrededor del 100 por ciento-, ni tampoco a dónde fueron canalizados.
Lo mismo ha sucedido con los bienes entregados al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, con un cheque por 2,000 millones de pesos, cuyo origen y final permanecen en el anonimato. O los dineros de la rifa no rifa del avión presidencial.
De acuerdo con diversos estudios, incluidos algunos de la Auditoria Fiscal de la Federación, hasta el momento la joya de la corona se la llevan los programas sociales que, desde sus inicios, se han caracterizado por la opacidad, tanto en el número de beneficiarios como en los montos y “esquemas de ahorro forzoso” abarcan miles de millones de pesos.
Tres años después, dichos programas se mantienen en el liderato de la opacidad, por más que se hayan mecanizado y digitalizado las formas de entregar los recursos a los beneficiarios.
Permisos, concesiones, brincarse leyes y reglamentos es el otro derrotero seguido por el mandatario innombrable para favorecer a personajes o grupos afines, al amparo de la máxima: favor con favor se paga.
Durante toda su carrera política, el presidente sin nombre recibió favores, apoyos y respaldos no sólo morales, sino también en efectivo, por lo cual al llegar al poder se siente obligado o en deuda con sus mecenas, por lo que debe recompensarlos.
El cambio de régimen que promueve el cuatroteísmo, implica el abandono de los contratos leoninos por los lícitos y lisitos, sobre todo los segundos pues con ellos se garantiza que no quede huella, que no y que no.
Sin embargo, conocido el “modus operandi”, el periodismo de investigación y organizaciones de la sociedad civil recurren a la investigación y a los espacios de transparencia aún abiertos para dar a conocer coincidencias e ilegalidades en los actos de gobierno.
El conocimiento público de este tipo de acciones fuera de las normas, reafirma como los cochupos se han encarnado en la clase gobernante, a tal grado que la adiposidad de la corrupción y la 4T ya son uno mismo.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Los ataques a los periodistas por parte del mandatario sin nombre no solo han dado a expresiones y modalidades de protesta que han tenido repercusiones más allá de las fronteras de México; y organismos multilaterales y voces en países como Estados Unidos y España han hecho reclamos al huésped temporal del “Palacio del Bienestar” a abandonar la beligerancia hacia este gremio.
@Edumermo