EDUARDO MERAZ. Como si hubiese sido premonición, este lunes el presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez confirmó estar envalentonado y dispuesto a pasar por encima de la ley con tal de cumplir su capricho de contar con una especie de guardia pretoriana dentro del ejército mexicano regular, pasando por encima de la Constitución.
El mandatario sin lucidez, por lo visto, ha decidido reanudar sus disposiciones “bandoleras” cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, al recurrir a acuerdos administrativos -en ese entonces “bandos de gobierno”- para darle la vuelta a las normas que juramentó cumplir.
“Si no violó la Constitución, que no lo voy a hacer nunca, no hay ningún problema, pero tengo que utilizar los márgenes legales para avanzar”, justificó al anunciar que quiere -como sea- que la Guardia Nacional pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, sin necesidad de la reformar la Carta Magna.
Haber triplicado los efectivos que antes conformaban la Policía Federal, no ha implicado, proporcionalmente, la disminución de la violencia ni de los homicidios dolosos; al contrario, datos oficiales demuestran la poca efectividad de la estrategia seguida.
¿Tiene sentido contar con 120 mil guardianes, la gran mayoría provenientes de las fuerzas armadas, para repartir abrazos y no balazos para acabar con los integrantes del crimen organizado y que, por arte de magia, se vuelvan hombres de bien?
Los 128 mil asesinatos cometidos durante la presente administración y las cada vez más frecuentes masacres, son muestra inequívoca de la inutilidad de las acciones emprendidas para combatir las causas que dieron origen al baño de sangre en México en las dos últimas décadas.
Aunque el presidente sin nombre y sin gracia se atreva a decir que tiene que entregar “buenas cuentas”, la realidad en materia de seguridad -como en casi todos los rubros- revelan el rotundo fracaso alcanzado, lo que ha permitido a la delincuencia obtener el control de un tercio del territorio nacional, de acuerdo con lo señalado por autoridades de Estados Unidos.
Presencia y dominio del crimen organizado que, como se ha documentado, va más allá del narcotráfico, para adentrarse en la extorsión, secuestro, trata de personas, cobro de protección e influencia en procesos electorales en beneficio del partido en el poder.
Como nunca antes o como en ningún otro gobierno, se ha optado por la militarización no sólo de la seguridad pública, sino de muchas actividades productivas, de manera paralela a la diversificación de la delincuencia. Y aún así, el ejecutivo sin nombre se queja de tener “un bloque opositor, que no ayuda en nada”.
Según el mandatario sin gracia, los legisladores conservadores -de oposición- no quieren aprobar nada que beneficie al pueblo, cuando en realidad se oponen a dar cauce a sus ocurrencias teñidas de verde olivo y apartadas de la ley.
Incapaz para dialogar con la oposición, sustentándose en una posición clasista y racista de supuesta superioridad moral, prefiere establecer alianzas o formas de cogobierno con las fuerzas armadas, a ver si de esa forma logra espantar o hace desistir a los criminales.
Recurrir a la ilicitud de la militarización para combatir la ilicitud de los malosos, es transitar hacia un gobierno sin ley.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En su visita de pisa y corre a la mina de Sabinas, Coahuila, el presidente sin nombre y sin gracia fue encarado por familiares de los mineros atrapados, cuyo rescate tardará todavía unos días. En relación con los reclamos dijo estar consciente de que tiene que pagar una “cuota de humillación”.
@Edumermo