EDUARDO MERAZ. La pérdida de confianza hacia la dirigencia del PRI, no proviene únicamente de los otros dos partidos -PAN y PRD- con lo cuales conformó la alianza Va por México; la actuación del Revolucionario Institucional en lo que va del actual sexenio es lastimera y en fechas recientes se ha vuelto deplorable a causa de la actuación e historia de vida de sus líderes.
El manejo convenenciero del Revolucionario Institucional, para beneficios personales o grupales lo aleja cada día más de sus bases y de la sociedad, que ya no se ven reflejados ni representados en dicho partido. De la época en la cual el PRI dio estabilidad y creó muchas de las instituciones, se pasó al desorden, la mentira, la simulación y dio cauce a la falta de ética y escasa calidad personal y política de sus dirigentes.
Todo ello ha contribuido a que su presencia a nivel nacional esté decayendo con tal celeridad que parece más probable su proceso de extinción a que pueda siquiera acercarse a sus épocas de esplendor.
Durante décadas pudo ocultar este proceso de descomposición porque, finalmente era una maquinaria electoral perfectamente aceitada. Pero a partir del presente siglo, la edad y los vicios de su juventud y madurez le comenzaron a cobrar factura y hoy sufre los achaques de un partido nonagenario, con esclerosis múltiple en los planos ideológico y de liderazgo.
Esta atrofia corporal y en quienes encabezan al PRI se ha traducido en la pérdida de 10 gubernaturas en tres años, durante la presidencia de Alejandro Moreno que, a pesar de este importante declive, se niega a dejar el paso a otros liderazgos y aún se pone presuntuoso asegurando que el PRI si puede obtener triunfos por sí solo, sin necesidad de alianzas o coaliciones.
Hoy, con tal de impedir que la diosa fortuna que lo había acompañado largo tiempo y el partido se le mueran entre sus brazos, el presidente priista, Alejandro Moreno es capaz de vender su alma al diablo. Lo mismo hace acuerdos con los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, que establece pactos con el presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez y Morena.
Con un discurso ramplón, primitivo, pendenciero y en no pocas ocasiones vulgar, muy lejos, a años luz, de la concepción partidista y democrática de Jesús Reyes Heroles, la dirigencia priista trata de suplir la falta de ideas sobre cómo ayudar, desde el el partido o desde Congreso de la Unión, a la población a evitar el deterioro de sus niveles de vida y la pérdida de libertades y derechos frente a un mandatario autoritario.
Sin claridad en el rumbo, pero dando tumbos por aquí y por allá, el PRI ha dejado de representar una opción viable para representar a los ciudadanos, que ya no ven el interés del priismo por atender sus necesidades. El manejo discrecional que hace la cúpula partidaria, en nada se traduce en beneficios para la población.
Por el contrario, por conveniencia y connivencia, se pliega a los caprichos del ejecutivo, traicionando la moratoria legislativa acordada con PAN y PRD, pero sobre todo poco le importa dejar indefensa a la ciudadanía ante los previsibles abusos de una Guardia Nacional totalmente militarizada.
Estudios basados en estadísticas oficiales demuestran que en las últimas décadas haber duplicado el número de elementos del ejército en labores de seguridad pública no se ha traducido en una disminución de la violencia y los homicidios dolosos. Peor aún, se ha triplicado este tipo de delitos; es decir, a mayor participación de las fuerzas armadas, mayor violencia y muerte.
Si como se ha visto, el PRI cada día es más incapaz de aportar soluciones para mejorar las condiciones de vida de la gente, ¿tiene sentido su permanencia en la política de México?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La ampliación de mandato a Mario Delgado y Citlalli Hertnández, como presidente y secretaria general de Morena, así como la designación de Alfonzo Durazo Montaño como presidente del Consejo Nacional del partido, van con el sello de la casa: no me vengan con el cuento de que la ley es la ley.
@Edumermo