PULSO/ Curarse en salud y morir en el intento

EDUARDO MERAZ

Si debes recurrir a pedir frías para justificar tus acciones, es porque hiciste algo o mucho mal con ellas, no hay más. Y eso fue lo evidenciado este martes por el presidente palaciego, al cual el juicio ciudadano tiene en la mira.

En lo que pareció un grito de auxilio, el habitante temporal de Palacio Nacional llamó a los gobernadores morenistas para compartirles su dolor por la incomprensión social, política y mediática a su gobierno.

Poco le faltó para ponerse a llorar en los hombros de sus correligionarios que, por temor o conveniencia, hubieron de apapacharlo, en el entendido de que ya forma parte de la galería del pasado.

Y en una escenografía perfectamente montada para que lanzará sus penas al viento, el ejecutivo sin nombre y sin palabra trató de convencer a su claque de las un mil maravillas de su gestión, ese milagro cuatroteísta que se vive y siente sólo en el palacete virreinal.

El acento puesto en la corrupción en su teatro en atril mañanero, es harto sintomático, pues es uno de los principales talones de Aquiles de su administración, aun cuando él sostenga lo contrario.

A manera de ejemplos: si el costo de sus obras emblemáticas se triplicó, conlleva actos de corrupción sin duda; y si no se rinden cuentas de tales recursos, es para ocultar el mal manejo del dinero de la gente.

Una estimación extraoficial ubica este sobregiro en más de medio billón de pesos, en  tales construcciones faraónicas no por su esplendor arquitectónico, sino por su precio.

Si para supuestamente limpiar de cochupos la compra, abasto y distribución de medicamentos, creas un organismo que al cabo de tres años desapareces, sin haber remediado, hasta la fecha, la entrega de biológicos ni informas de dónde fueron a parar los cientos de millones de pesos, eso es corrupción.

Si se dan a conocer actos presumiblemente ilícitos de colaboradores cercanos y familiares, como los contratos en Pemex, el Tren Maya o el desfalco en Segalmex y no se ordena una investigación, conlleva asumir el papel de tapadera.

La lista es tan extensa como el número de funcionarios leales pero ineptos, los cuales jugarán, muy probablemente, el papel de chivos expiatorios en caso de una indagatoria profunda y seria de cómo se gastaron los impuestos de los mexicanos en este sexenio.

La apasionada, pero débil defensa de su gobierno, es tratar de curarse en salud ante el juicio ciudadano. Ya sin poder ondear el pañuelo blanco, la etapa final justificatoria del mandatario palaciego lo deja muy expuesto a una adelantada muerte política.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Si países y potencias alentaron al gobierno de Ecuador a invadir la embajada de México y no lograste concitar el respaldo inmediato de Estados Unidos y Canadá, reflejan el poco aprecio que el presidente mexicano ha logrado obtener de sus socios comerciales.

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@Edumermo

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