PULSO/ Cumbres borrascosas

EDUARDO MERAZ. Sin confirmar si ya recibió la invitación a asistir a la Cumbre de las Américas, el presidente sin nombre y sin gracia terquea en que se corra la cortesía a sus homólogos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, a riesgo de hacer del evento continental una cumbre borrascosa donde todos saldrán perdiendo.

Los amores y desamores entre las naciones de la región son históricas y parece demasiado optimista creer que unos cuantos discursos, propios del romanticismo bolivariano, son suficientes para dar forma a un “amor eterno”.

Las anteriores ediciones de este encuentro continental son testimonio de las profundas diferencias existentes entre los países, no sólo en cuanto a desarrollo económico, sino sobre la concepción misma de desarrollo y las prácticas de gobierno.

A lo largo de casi dos centurias ha sido imposible concretar la unidad continental y existen múltiples ejemplos de los esfuerzos económicos y políticos realizados a lo largo de este tiempo, sin que hayan cambiado sustancialmente las condiciones de los desencuentros entre norte, centro y sudamérica.

La pretensión del presidente sin gracia de convertirse en el portavoz, como “hermano mayor”, de la creación de unión regional, sin tener en cuenta las profundas asimetrías existentes en el continente americano, además de ofensivo, tiene ínfimas posibilidades de materializarse.

A diferencia de su guía espiritual Luis Echeverría, que lanzó su Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, hace casi medio siglo, el mandatario sin nombre aspira a emitir una mini carta semejante para la región, con miras a remasterizar lo hecho por la Unión Europea.

Además, si como ha expresado el presidente sin nombre, el neoliberalismo de Estados Unidos está en franca decadencia, qué sentido tiene ligarse a un modelo camino al ocaso, salvo que el interés sea precipitarlo.

“El sueño americano alternativo” que propone el mandatario mexicano, no pasa necesariamente por la eliminación de barreras al libre tránsito de personas y mercancías; la fraternidad anhelada tendría que superar obstáculos como el supremacismo o el populismo. antagónicos en su esencia.

El encuentro del mandatario con los embajadores de Estados Unidos en México y de nuestro país en  los EEUU, Ken Salazar y Esteban Moctezuma, es claro indicio de las diferencias aún existentes, no sólo en relación con la reunión continental, sino fundamentalmente en varios asuntos pendientes relacionados con el T-MEC.

Las afectaciones a las inversiones norteamericanas y canadienses en materia energética y minera, así como las cuestiones medioambientales y laborales en las que México ha incumplido términos y plazos, se volverían exigibles de manera perentoria ante un desaire como la no asistencia del mandatario sin gracia a la reunión de junio en Los Ángeles.

De igual forma, los temas de migración y tráfico de drogas que en ambos lados del Río Bravo se traducen en miles de muertos, son otros puntos de conflicto que enturbian las relaciones entre México y Estados Unidos.

Del “comes y te vas” de Vicente Fox a Fidel Castro, los mexicanos estamos a punto de ver un nuevo show diplomático con el “si no los invitas, no voy”, cuyas consecuencias pueden resultar catastróficas y volver borrascosas las cumbres entre los funcionarios de ambos países.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) informó que la visita de revisión técnica programada del 23 al 27 de mayo por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) será reprogramada. Esto es apenas un esbozo de los efectos de un “berrinche”.

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@Edumermo

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