PULSO/ Autodegradación

EDUARDO MERAZ

Al conformarse con haber sentado las bases de la transformación, el presidente totalmente Palacio Nacional ha decidido cambiar su papel de titular del ejecutivo por el de jefe de campaña de la bastonera de Morena y, con seguridad se convertirá en el principal lisonjero y adulador de Claudia Sheinbaum.

Las cifras de su mandato revelan su incapacidad para ser mandatario. Los indicadores en materia de seguridad, violencia, salud, educación, crecimiento económico, entre los más significativos, tienen y tendrán mayor relevancia al de sus disfuncionales obras emblemáticas.

Después de 18 años de permanente cruzada por acceder al poder, al asumirlo lo malgastó en peleas con el pasado y sin cumplir las promesas ofrecidas, por lo cual hoy es el tinterillo del proyecto de la próxima candidata morenista, en donde abundan lo mismo mentiras que verdades escandalosas sobre el valor de la democracia y las libertades.

De esta forma, su trayectoria política se reconocerá más por sus torpezas en lugar de sus logros. El más evidente de sus yerros fue negar la existencia de una guerra contra el narcotráfico y, por tanto, resistirse a combatir con la fuerza del Estado al crimen organizado que, hoy, prácticamente cogobierna grandes regiones del país.

La mal llamada estrategia de abrazos y no balazos, en el fondo, debe interpretarse no sólo como debilidad gubernamental, sino como sumisión, pues las autoridades de los tres niveles o son cómplices o son barridos por los grupos delincuenciales, a grado tal que se han convertido en “recaudadores informales de impuestos”, a través del derecho de piso.

La cohabitación de delincuentes y gobernantes, aupada por las fuerzas del orden, civiles y militares y la corrupción, favorece la autocracia.

Así, las dos decenas de iniciativas de reformas propuestas por el presidente sin nombre y sin palabra en el aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, fue más bien un acto histriónico, sin grandeza de miras, donde deja ver su verdadera talla dictatorial, pretendiendo quitar los contrapesos y anular la división de poderes.

Sus iniciativas en favor de sectores populares, es una quimera, ante la estrechez de las finanzas públicas para cumplirlas; es la zanahoria a alcanzar, las dádivas minimalistas para supuestamente superar penurias y sacrificios. Promesa electoral de quien nunca pudo cumplir sus responsabilidades.

Haber lanzado tal avalancha de cambios, es directamente proporcional a la posibilidad cercana -expresada por el propio mandatario- de una derrota en las urnas el 2 de junio, de que el timón dé una vuelta y destrone a quien considera encarnar a la nación.

Recuperar los vestigios del partido de Estado, del PRI donde amamantó modelo y marrullerías, como condición para la continuidad, con una Constitución a modo, han llevado al habitante temporal del palacete virreinal a auto denigrarse y asumir el papel de jefe de campaña.

Por el momento es impredecible saber si el envío de las reformas al poder legislativo -que tal vez no logren aprobarse en su totalidad y sin cambiarles ni una coma-, sean suficientes para obtener el triunfo, pero le servirá de consuelo ante su incapacidad manifiesta de haberse convertido en un presidente prudente y no caprichoso.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

En menos de un año, el presidente palaciego se ha reunido en siete ocasiones con Elizabeth Sherwood-Randall, asesora de seguridad de la Casa Blanca para tratar temas de migración y seguridad. Eso habla del “poco entendimiento” entre ambos países en estos asuntos y en otros no hechos públicos.

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@Edumermo

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