FLORENCIO SALAZAR ADAME
El valor de gobernar está primariamente en función de los futuros deseados. Daniel Innerarity
SemMéxico, Chilpancingo, Guerrero. Don Jesús Reyes Heroles (1921-85) fue legítimo heredero de los liberales del siglo XIX. Sus ideas están enraizadas en los principios republicanos sustentados en la democracia, los derechos políticos y la sujeción a la Constitución; pensador profundo, servidor público impecable y político con visión de Estado. Sus discursos políticos pronunciados como presidente nacional del PRI (1972-75), con el título Avancemos con la sonda en la mano, son vigentes. Como secretario de Gobernación (1976-79), impulsó la Reforma política que reconoció la pluralidad y creando condiciones para que pudieran acceder al poder, por la vía democrática, corrientes y organizaciones de izquierda, incluyendo al Partido Comunista Mexicano. Don Jesús Reyes Heroles llevó la política a momentos cenitales en nuestro país. A través del diálogo orientó al país hacia su plenitud democrática. Por su recia personalidad, los analistas políticos la llamaban Jesús del gran poder.
Para Reyes Heroles las instituciones son promotoras del cambio, ya que nuestra Constitución establece los mecanismos para sus reformas. Los cambios, sin embargo, exigen “la convivencia pacífica”, bajo el principio cardinal de que “el poder lo ejerzan aquellos que por decisión del pueblo lo representan”. Es decir, de aquellos que llegan al poder con legitimidad y lo ejercen de igual manera. Como señala Yuval Noah Harari: “Gobiernos en apariencia democráticos socavan la independencia del poder judicial, restringen la libertad de prensa y califican de traición cualquier tipo de oposición”. Por eso es fundamental la independencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues en la recurrencia de abusos del Ejecutivo, corresponde a la Corte poner las cosas en su lugar. Esa es la sabiduría del constituyente mexicano; establece el equilibrio entre los poderes para evitar que uno solo pretenda concentrarlo. Si el Legislativo se subordina al Ejecutivo, es facultad del Judicial la delicada tarea de mantener vigentes los principios constitucionales y sostener nuestro régimen democrático y republicano. De ahí la categórica afirmación de don Jesús Reyes Heroles: “Con las instituciones todo, incluso su cambio; contra ellas nada”.
Reyes Heroles advierte del riesgo de “caer en la vaciedad de quienes creen en los bruscos cortes, en las rupturas históricas, que la historia misma desmiente”. De ahí la importancia de que el político sea un sujeto con comprensión de la historia, a fin de que pueda alejarse de arrebatos y mesianismos. Somos plurales en lo político, pero también en lo étnico, económico y social. Nos hemos dado una República soberana y democrática; de instituciones consecuencia de nuestros grandes episodios nacionales. No debemos diluir la idea de lo que somos como comunidad nacional. México es una fina maquinaria de relojería, cuyo desajuste implicaría altos riesgos.
“Coloquio constante con todo –dice Reyes Heroles– piensen como piensen; confianza en nuestras ideas; ver con ojo escudriñador lo que nos rodea; leer con avidez, escribir y hablar, ganar la cátedra, conquistar todos los triunfos ideológicos, ir a las plazas, ser, si esto sirve, hasta predicadores dominicales; dialogar con los campesinos, con los obreros, con la amplia y ramificada clase media, para ser orientados y poder orientar. Llevar la política a todas partes, hasta a las academias, si es necesario; aprovechar al máximo la fuerza de la política, que es, en el fondo, nuestra mayor fuerza”. Para Reyes Heroles la acción política hace la diferencia entre el siervo y el ciudadano; el político y el politiquero; las convicciones y el oportunismo. Contundente señala: “Tenemos que elevar la contienda interna, ocuparnos de las ideas, alzar la mira: que todos los militantes que aspiren a las candidaturas luchen ante la base, convenzan a sus compañeros de partido, obtengan adhesiones por su conducta y su modo de pensar y se olviden de las antesalas y de los corredores de las oficinas de funcionarios o dirigentes. Soluciones en la base y con ella, no arreglos desde la cúpula”.
El ciudadano se mueve hacia la política por tres motivos principales: interés por la obtención de objetivos generales, incorporación a su actividad profesional y la influencia de sus alcances en el ejercicio del poder. Reyes Heroles veía –y actuaba– en su amplitud sin mojigatería, desde los principios hasta las legítimas aspiraciones. Expresó sin ambages: “No creo en los que dicen no tener ambiciones. La ambición legítima de hacer y de ser son móviles muy eficaces, y ojalá estemos llenos de ambiciosos que quieran ser y hacer”. Pero advertía: “La ambición de parecer, de simular, es una ambición de quinta categoría”, señalando que los que exponen, dicen l que piensan y son vehementes hasta en el reconocimiento del error, “pueden llegar muy lejos en el servicio al país”.
Quienes creemos en la política como la constante acción pública para mantener intocadas las libertades ciudadanas y las instituciones de la República, tenemos en do Jesús Reyes Heroles un faro en estas horas de legítima preocupación por el futuro del país; de nuestro futuro. “La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no intentar dominar a otro u otros; aspirar a dominar las cosas y no a los hombres. Estamos al servicio de la libertad de todos: queremos hombres libres (…), hombres libres en los partidos, hombres libres en la sociedad”.
La voz de don Jesús Reyes Heroles es resonante “para descubrir las asechanzas que, en momentos como los actuales, pueden presentarse, y a enfrentarnos a ellas dentro de (la) política al aire libre, ejerciendo al máximo las actividades que nos corresponden para que impere la fuerza de la política y no medre la política de la fuerza; para que tengamos un México saludable”. Para ello, uno es el compromiso y una la tarea: “Hagamos política en todas partes”.