CARAJADA
Creerlo cuesta trabajo,
Milei se lució al gritar
¡que viva la libertad!,
y le agregaba ¡carajo!
Hoy me detengo a pensar
que allá la quiere mandar
con malicia y desparpajo.
¿No maldecir al calambre
cuyo espectro se prevé?,
¿qué libertad?, ¿para qué?,
¿para aceptar cualquier fiambre
que tambalea hasta la fe
según se sabe y se ve
porque eso no quita el hambre?
La minoría se desentiende de eso.
Los trabajadores plantearon con presteza
fijar un mínimo ingreso
que ajeno a ese proceso
los mantenga con certeza
arriba de la pobreza,
tan sencillo como eso.
Rafael López Jiménez/ I – 2024