PARA CONTAR/ Senado, filtro electoral

ARTURO ZÁRATE VITE. El Senado se va a convertir en filtro electoral, no va a dejar pasar nada que debilite al instituto organizador de los procesos ni al tribunal encargado de revisar las impugnaciones.

Por la oposición no va a quedar, ya se ha visto que está decidida a la defensa del Instituto Nacional Electoral (INE). Lo dice y lo repite en todos los espacios. Habla menos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), quizás porque la propuesta de reforma está más enfocada en el instituto que preside Lorenzo Córdova.

La minuta que llegue al Senado, una vez que los diputados o la mayoría parlamentaria en San Lázaro la vote, va a volver a poner a prueba al coordinador de Morena, Ricardo Monreal.

Se verá hasta donde está decidido a plegarse a la línea de la cúpula de su partido, a no objetar lo que le manden sus compañeros diputados. Hasta ahora ha sabido mantenerse en el filo de la navaja, para solo ceder en lo que encuadra dentro del marco legal.

Esta vez se trata de las reglas del juego para la competencia electoral del 2024, en la que el propio Monreal quiere aparecer en la boleta, así que será doble su interés por el tema.

Por congruencia, por su empeño en que prevalezca el Estado de Derecho, no deberá de aceptar nada que le reste imparcialidad al INE o atente contra su estructura, que, hasta ahora, ha sido exitosa. De otra manera no se entendería la alternancia en el poder en el siglo XXI.

Seguramente buscará el punto medio, para que su desempeño no lo obligue a romper con su partido ni sea tomado como pretexto para que le quiten la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado.

La oposición ha estado conforme con su trabajo para preservar la autonomía senatorial. Espera que siga el mismo camino, porque de lo contrario tiraría mucho de lo avanzado.

Está más que dicho que la oposición estaría dispuesta a darle su beneplácito para que sea el candidato en 2024. Es un tema que ya se platica entre las partes. Todavía no se amarra.

Con lo que todos están de acuerdo es en que deben bajarle al gasto electoral. La sociedad ya no quiere más derroches y excesos a costa del erario. El INE se ha vuelto muy costoso y los partidos disponen de recursos públicos como si México fuera un país millonario.

Ni el INE ni el TEPJF son instituciones perfectas, tienen sus fallas y hasta pecan en algunas áreas de burocratismo. A Lorenzo y a su equipo les ha faltado autocrítica, admitir debilidades, corregirlas, no solo cacarear sus fortalezas, que son muchas, gracias a su personal de base.

Lo que procede es enfocarse en lo que realmente haga falta, no inventar esquemas para favorecer aspiraciones. Evitar duplicidades, simplificar tareas y para nada prodigar una élite electoral con prestaciones y sueldos, muy por arriba del ingreso medio en el país.

El trabajo en el INE es arduo, intenso, de una gran responsabilidad, por lo que harían falta formas, instrumentos y mecanismos que lo hagan redistributivo entre sus miles de empleados.

Por lo pronto, como lo establece la ley, en el caso de la reforma electoral, el llamado Plan B, correspondería revisarlo al Senado. Tanto la oposición como Monreal y su grupo han dejado en claro que lo suyo no es hacer el papel de comparsa sino de filtro legislativo.

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