ARTURO ZÁRATE
Hay quienes consideran que la presencia de migrantes en México tarde o temprano se convertirá en problema de seguridad nacional, por su número y porque no hay empleo para todos ellos. Se les abrió las puertas con expresiones emotivas como la de la senadora Olga Sánchez Cordero de recibirlos con ramo de flores, cuando las oportunidades de mejor vida en nuestro país eran y son limitadas. Ha llegado gente de todas partes del mundo, con la ilusión de poder ingresar a los Estados Unidos o quedarse en nuestro territorio.
¿Ahora qué se debe hacer?, preguntó alarmado alguien que sexenios atrás trabajó en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Lo escuchó Gabriel Mauricio Bernal Gómez, presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada, en una reunión o conferencia que se llevó a cabo en el Club Primera Plana, la organización más antigua de periodistas.
Darles empleo, respondió.
Respuesta simple rebasada por la realidad, insuficiente. México no está en condiciones de darle trabajo a todos sus connacionales, menos a los que vienen de fuera. El riesgo es que terminen sobrexplotados por patrones que no les otorguen seguridad social, tampoco salario justo.
El padre Alejandro Solalinde, como si fuera un Dios o tuviera varita mágica, habló de tener la fórmula para crear nuevo organismo en reemplazo del Instituto Nacional de Migración, sobre todo a raíz de los trágicos acontecimientos en la estación migratoria de Ciudad Juárez. Nadie ha visto en los hechos el modelo de la institución que tiene en su cabeza.
Por fortuna, los migrantes no están solos, aunque a veces pareciera que nadie se ocupa del tema.
No es nuevo el problema, tiene años en México y en el mundo. Lo lamentable es que a pesar de la atención que se le ha dado, persiste, a veces se agudiza y se vuelve trágico.
La representación de las autoridades cambia, se les vence el período y llegan nuevos funcionarios, legisladores y servidores públicos administrativos, con el compromiso de remediarlo.
Hasta ahora no lo han conseguido, la situación sigue igual o peor. ¿Cuánto dinero se habrá gastado ya en varios sexenios en atender a los migrantes? Continúan la pobreza, la marginación, la discriminación, el sueño americano y también el sueño mexicano para quienes han creído la versión oficial de que aquí pueden rehacer su vida, con dignidad.
Derivado de lo sucedido en marzo pasado en la estación migratoria de Ciudad Juárez, diputados y senadores emprendieron acciones para darle seguimiento al caso, para asegurarse de que se haga justicia a las víctimas y proponer nuevas reformas legislativas en beneficio de migrantes.
En el Senado se creó el Grupo de Trabajo Plural de Seguimiento que en los próximos días viajará a la estación migratoria Lerdo-Stanton, ubicada en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Senadores y senadoras integrantes de dicho grupo se reunieron el miércoles 12 de julio con representantes de agrupaciones de la sociedad civil, que sin duda dominan y conocen a fondo la situación de los migrantes.
Con toda razón no faltó quien dijera que los servidores públicos se irán y llegarán otros, pero que ellos se mantendrán y trabajarán sin cobrar un solo quinto a los migrantes.
Sin embargo, sería sano que también estas organizaciones (financiadas por organismos internacionales) se autoevaluaran para medir la eficacia de sus acciones y ajustarlas, si es necesario, para que su voz tenga la mejor respuesta de las autoridades.
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