PALACIO/ La “ola de terror” en Tabasco

>> Incidente entre dos particulares que se salió de control: SSPC

>> Algún personaje “grande” que no podía salir del Campestre: Bermúdez

>> Violencia y vandalismo en cinco municipios tabasqueños por “dos rijosos”

MARIO DÍAZ

H. Matamoros, Tamaulipas. La “ola de terror” que se dejó sentir en cinco municipios de Tabasco, el pasado fin de semana, es una nueva evidencia de la capacidad de respuesta del crimen organizado ante situaciones que ponen en riesgo su operatividad o seguridad de sus líderes.

Dos muertos, tres heridos, 16 unidades motrices incendiadas, vandalización a almacenes y tiendas de autoservicio y motines en tres Centros de Reinserción Social del Estado de Tabasco (CRESET), fue el salvo de la violencia que registro aquella entidad del sureste mexicano.

A pesar de que la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana en la entidad a cargo de HERNÁN BERMÚDEZ REQUENA minimizó el asunto indicando que se trató de un “asunto entre dos particulares que se salió de control”, la realidad es que lo ocurrido tiene un origen bastante superior a la versión oficial.

Tan simple como analizar el poder de respuesta de cualquiera de los supuestos contendientes que se enfrentaron a balazos en el exclusivo residencial “Club Campestre” de la ciudad de Villahermosa, Tabasco, y la capacidad de movilizar personal armado para causar el caos en seis municipios aledaños.

En consecuencia, resulta irrisoria la versión oficial en el sentido de que la “ola de terror” que se vivió en Tabasco derivó de un “incidente entre particulares”, lo cual, por supuesto, no es congruente con la realidad que se vivió en los municipios del Centro, Cárdenas, Comalcalco, Huimanguillo y Paraíso.

Tampoco existe explicación lógica respecto a los motines que se registraron a la misma hora en los centros penitenciarios ubicados en Comalcalco, Huimanguillo y Villahermosa en donde fallecieron dos reclusos y uno más resultó lesionado, como resultado del “incidente entre dos particulares”.

El “malentendido” entre los dos rijosos, según la versión de la autoridad policial tabasqueña, también provocó incendio de tráileres, camionetas y autos en distintos puntos del municipio del Centro de acuerdo al reporte oficial del Instituto Estatal de Proyectos Civil luego de aplicar el protocolo de atención a emergencias.

HERNÁN BERMÚDEZ REQUENA, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del estado de Tabasco, precisó que, hipotéticamente, “algún personaje grande no podía salir” del Club Campestre por lo que ordenó la serie de disturbios a manera de distractores.

Aunque cabe señalar que, inicialmente, la balacera en el exclusivo residencial se atribuía a un atentado al encargado de la seguridad y protección de los tabasqueños, pero la versión fue desmentida por la vocería estatal.

Coincidencia o no, lo cierto es que en ese fraccionamiento privado vive BERMÚDEZ REQUENA por lo que de inmediato se asoció el hecho en su contra.

Sin embargo, el propio funcionario estatal reconoce la posibilidad de que “algún personaje grande no podía salir” del Club Campestre, lo que implícitamente es aceptar la presencia del crimen organizado en ese exclusivo fraccionamiento de la capital tabasqueña.

Por obvias razones, dada la expansión territorial de la delincuencia organizada, no resulta temerario ni aventurado presumir que en los hechos vandálicos y violentos ocurridos en el sureste mexicano mucho tuvo que ver algún capo de la droga.

Asimismo, sobra decir que, de nueva cuenta, vuelve a quedar en evidencia la estrategia del gobierno de la Cuarta Transformación en el ámbito de seguridad pública y, por supuesto, el programa “abrazos, no balazos”.

Ni hablar.

DESDE EL BALCÓN:

I.-A juzgar por los criterios expuestos con relación a los hechos ocurridos en Villahermosa, Tabasco, tal parece que le falta mucha imaginación al secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, HERNÁN BERMÚDEZ REQUENA, primero, para pretender minimizar un hecho de esa trascendencia y, segundo, para convencer a la opinión pública de que solo se trató de un “incidente entre dos particulares”.

¿O no?

Y hasta la próxima.

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