PALABRAS MÁS/ ¡Una piedra!

Algo que se aprende en medio de las plagas:

que hay en los hombres más cosas dignas

de admiración que de desprecio.

Albert Camus

ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez

La destrucción de la 4T está a la vista de todos, incluidos sus seguidores, que son testigos pero guardan un silencio acomodaticio porque —como ellos mismos dicen— ya que tienen privilegios y viven como lo hacían los priistas y panistas, pues no los quieren soltar.

Ahí está el caso de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, donde el papel de su titular es pobre, deprimente y sumiso a las acciones del gobierno. Esos son los resultados de poner a una militante del régimen, a una porrista de Andrés Manuel López Obrador, quien la impuso en el cargo no solo una vez, sino dos, a pesar de que no le llenaba el ojo a la presidenta Claudia Sheinbaum.

Pocas veces aparece Rosario Piedra Ibarra; prefiere guardar un bajo perfil, pero eso incluye su complicidad en casos verdaderamente graves donde se vulneran los derechos humanos. De los abusos policiales por parte de la Policía de la Ciudad de México durante la marcha de la generación Z no dijo ni media palabra ni emitió una recomendación. Ahí están los videos de los abusos, de las brutales golpizas y del ataque a menores y familias.

Rosario Piedra Ibarra, volvió a exhibir esa opacidad que tanto ha marcado su gestión. Ante los cuestionamientos de la prensa sobre la falta de posicionamientos del organismo frente a los hechos recientes de violencia, simplemente optó por el silencio, evadiendo toda responsabilidad. Y es que ya parece una constante que, cuando el país atraviesa por episodios críticos que deberían motivar una respuesta firme, clara y oportuna, la CNDH se esconda detrás de declaraciones vagas o, peor aún, no diga absolutamente nada.

Nada dijo contra los legisladores que han victimizado una y otra vez a Grecia Quiroz, viuda de Carlos Manzo. Tampoco sobre sus ataques constantes a ciudadanos y mujeres. Le rehúye a los temas y a los cuestionamientos de la prensa; timorata, sin postura, se maneja sigilosa para no incomodar en Palacio Nacional. Los que hoy gobiernan se cansaron de criticar a los anteriores titulares y exigían que la CNDH tuviera más atribuciones; ahora ni la mencionan.

Ni antes con López, cuando fueron asesinados 47 periodistas, ni ahora con Claudia Sheinbaum y los 8 colegas muertos. Pero hay desplazados, amenazados e infinidad de quejas del Mecanismo de Protección a Periodistas y de los funcionarios encargados del tema. De eso no se habla.

Esos son los tiempos estelares de la 4T. La titular de la CNDH salió por piernas del Senado de la República y no respondió ninguna pregunta de la prensa. Acudió al evento denominado “Mi derecho humano favorito”, donde se exhibieron dibujos elaborados por niñas y niños que expresaron la necesidad de tener acceso a salud, educación, seguridad y protección. Pero de los afectados por el desabasto de medicamentos, de quienes tienen la desgracia de padecer cáncer, de esos no.

El silencio de Rosario Piedra Ibarra la pinta de cuerpo entero, así como el momento que vive el país: la orfandad de las víctimas ante los abusos. Y, por ahora, no se vislumbra ningún cambio. Ni modo, derrochó su historia y le ganó la soberbia… Pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

“¡Oslo, aquí estoy!”, dijo María Corina Machado, Nobel de la Paz 2025, más de uno en los países con gobiernos populistas tiraron aceite.

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Hasta la próxima.

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