El paso que había dado era, pues,
decididamente a favor de lo peor que había en mí.
Robert Louis Stevenson
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ. En este sexenio no les queda de otra más que repetir que las cosas cambiaron, que son un gobierno exitoso a pesar que la evidencia los desnuda constantemente, no tienen otra más que apostar a la narrativa de un cambio que no se ve en lo positivo, pero como se siente en lo negativo, la 4T va haciendo estragos en los que más lo necesitan, los precios se disparan con la inflación de 7.28, faltan los medicamentos oncológicos que ya dejo mil 602 niños muertos , la pandemia no se ha terminado y sigue generando fallecidos ya llevamos 321 mil 54, la violencia imparable con 114 mil 787 asesinatos y el presidente sigue negando la realidad y culpando al neoliberalismo.
La semana pasada acusó que hay varios complots en su contra, se dice espiado por sus adversarios y con ese discurso muestra la debilidad de un gobierno que raya en lo fantasioso, preguntas hay muchas, respuestas muy pocas, argumentos nada. ¿Por qué no da los nombres de los complotistas? ¿Por qué si tiene acusaciones de corrupción sobre los mafiosos del poder no va por ellos? ¿Por qué no empujó el enjuiciamiento de los expresidentes que tanto daño le hicieron al país como pregonaba? ¿Por qué en el gobierno más humanista sigue creciendo la violencia contra mujeres, periodistas, activistas? ¿Por qué tanto veneno se destila desde Palacio Nacional? ¿Quién es el violento?
De nueva cuenta el jueves pasado cuestionaron a López Obrador sobre el asesinato de periodistas, este ha sido el año más fatal para los comunicadores, de nuevo López enardeció sobre el cuestionamiento y se aventuró a decir que “ya no son los tiempos de antes”, que se usa ese tema para desestabilizar su gobierno. Pues suman 152 asesinados y la impunidad dicha por su subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas acepta que hay 90% para los criminales, ahí están los números que representan familias enlutadas, aunque el Pejelagarto no quiere que nada le aguade su fiesta de poder, pero no va a pasar a la historia como el mejor presidente, será colocado en un nicho al nivel de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, esos que tanto odia y fallaron en su tarea.
El ataque a periodistas y la violencia que vivimos ha puesto a México como centro de esos temas a nivel mundial, ese tópico se estudia en universidades y López Obrador no puede escapar, por ello le dolió mucho que los diputados del Parlamento Europeo pidieran medidas para “garantizar la protección y la creación de un entorno seguro para los periodistas y los defensores de los derechos humanos”, haciendo frente a la corrupción generalizada y las deficiencias en los sistemas judiciales, que provocan altas tasas de impunidad en estos crímenes.
Pero eso representó una oportunidad para que de nuevo el inquilino de Palacio Nacional fijara sus baterías en ese tema, se aventó la puntada de responder con un ridículo comunicado que desarmó a la Cancillería y a Marcelo Ebrard quien probablemente sigue llorando en el baño, el asunto es que atropelló al único funcionario que le entiende a eso de las relaciones exteriores y aspirante en la sucesión ¿Algo se rompió con Marcelo?
El texto fue tan controvertido que hasta por sus súbditos dudaron, pero luego rectificaron al darse cuenta que era real, escrito de puño y letra por el tabasqueño con la ayuda de Jesús Ramírez Cuevas, ahora se entiende porque hace agua la comunicación social de la presidencia, pero el asunto les sirve para continuar con aquello de decirse los más atacados y la pantomima de martirizarse.
El presidente López Obrador nunca será un dictador, pero la torpeza, su veneno y su fracaso de gobierno hace que los ojos internacionales lo coloquen en la misma lista que Hugo Chávez, Nicolás Maduro, los Castro de Cuba, Daniel Ortega y otros, insisto López no es, ni será un dictador porque ni para eso le alcanza ¡y que bueno! Aunque ni en esos lugares de terror y de limitadas libertades se asesinó a tantos periodistas… Pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
¿Ya no hay masacres? ¿Nos seguimos riendo?
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Hasta la próxima.