La ideología del siglo XXI debe ser el humanismo global,
pero tiene dos peligrosos enemigos:
el nacionalismo y el fundamentalismo religioso.
Ryszard Kapuściński
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ (@arturosuarez). Cuando López Obrador presentó el proyecto del Tren Maya se le vino una avalancha de críticas por parte de ambientalistas y personas que conocen la región, sabían que cualquier obra, insisto cualquier obra es imposible que no le pegue al medioambiente de la zona selvática más importante del país, claro que él y su séquito de seguidores justificaron la mega obra en aquello del desarrollo para el sureste que a pesar de su riqueza ha permanecido estancado por mucho tiempo, pero las advertencias de los daños ahí quedaron y obviamente le hicieron oídos sordos.
López Obrador podrá ser un estratega de la política, el último gran estratega, el dueño de la calle y la movilización social, pero ha dado muestra más de una ocasión en su ignorancia, y vamos no tiene que ser todólogo, aunque como él dice realmente es un “sabiondo” de muchos temas como el medioambiental. Ya como presidente electo en noviembre del 2018 y cuando consideraba a la periodista Carmen Aristegui como parte de su movimiento se presentó en su programa y esta le cuestionó: “A ver, ¿Tú que dices, no van a tumbar ni un árbol?” y López respondió tajante “ni un solo árbol”, esas respuestas las repitió de manera sistemática en las entrevistas que otorgó, de nuevo mintió pues ambientalistas han denunciado que se han talado 10 millones de árboles.
Luego los ambientalistas comenzaron a documentar la llegada de trabajadores y de maquinaria pesada y los primeros destrozos, luego la deforestación, el desplazamiento de especies, los trabajos y las afectaciones por las vibraciones de las labores, la contaminación de ríos y cenotes, las redes sociales se inundaron de material gráfico, de llamados para que parara la destrucción. En una mañanera el presidente más humanista que ha tenido el país aceptó que se estaba desmontando vegetación, pero que no era para tanto, reaccionó como lo sabe hacer culpando de que los defensores de la naturaleza eran pagados por los neoliberales corruptos que quieren regresar al poder para seguir robando, pero se le olvida que ahí, en la selva la politiquería no sirve de nada y los discursos demagogos quedan al desnudo por la devastación.
Luego le llovieron los amparos que detuvieron la obra por unas semanas y varios hicieron un video, se manifestaron en contra del Tren Maya y su destrucción, de nuevo el amo del insulto reviró diciendo “de cuando acá” como si eso fuera suficiente o justificara una de las obras más destructivas, contaminantes y que están puestas en entredicho por aquello del costo-beneficio. Pero seamos claros, aunque López Obrador diga que conoce todo el país jamás ha realizado una inmersión como los buzos denunciantes, no ha caminado las cavernas ni los cenotes y menos ahora que se mueve en su camioneta blindada.
La destrucción será permanente y de resarcirse el daño la naturaleza tardará años para recuperarse, como las colonias de cientos de corales blandos que fueron dañados por el ancla del barco Melody que transporta balastro para el Tren Maya. Varios buzos de la zona levantaron imagen y realizaron las denuncias correspondientes a la procuradora Federal de Protección al Ambiente, Blanca Alicia Mendoza Vera, así como al encargado de la oficina de representación ambiental en el estado de Quintana Roo y hasta el día de hoy no hay respuesta de estas instituciones que claro son de la 4T.
Como reza el dicho del gobierno de López Obrador “El Tren Maya avanza”, pero en destrucción animal y deforestación, daño irreversible, aumento en el costo de 150% más del monto original, insisto ahí están las denuncias por parte de ambientalistas nacionales y extranjeros, esos que han sido señalados de servir a intereses oscuros. Yo pregunto ¿Cuántos y quienes son los ambientalistas de la 4T que avalan y muestran evidencia de que no hay destrucción?… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.