Un beso legal nunca vale
tanto como un beso robado.
Guy de Maupassant
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
Una de las razones porque la gente se volcó en el 2018 para votar por Andrés Manuel López Obrador fue la terrible violencia que se vivía, ya no se aguantaba más lo generado por Felipe Calderón y su guerra contra el narcotráfico y luego la continuación por parte de Enrique Peña Nieto que solo cambió la forma de comunicar, mientras que al primero le gustaba mostrar sus trofeos, el segundo quería que no se mencionara el tema, pero en realidad nada cambió.
En el caso de López Obrador se generó mucha esperanza, principalmente él y sus seguidores hicieron política con el fracaso de Calderón y Peña, fincaron sus “propuestas” con el dolor ajeno de los desaparecidos, ejecutados, secuestrados y más, ahora ellos llaman mezquinos y politiqueros a quien hacen crítica por sus hierros, bien que manejan el doble discurso y si no me creen solo hay que revisar las redes sociales, claro que eran reclamos justos para la ciudadanía, claro que sus aspiraciones para llegar a la Presidencia eran legitimas, ahora tienen que aguantar la implacable crítica, ni siquiera hablo de un linchamiento, sino de crítica ante los fracasos de otro gobierno que se autonombró dueño de “la esperanza de México”.
Como suele suceder las ilusiones se desvanecen con el paso del tiempo, por supuesto que el presidente López puede presumir de una buena aceptación porque ahí están los programas sociales para mantenerla, pero ninguna de las candidatas que participarán el próximo año obtendrá aquellos 30 millones de votos que logró el Pejelagarto, tampoco llegarán con esa gran legitimidad porque hoy el INE y Poder Judicial han sido infiltrados por los que se desgañitaron gritando fraude en el 2006 y que además dice el presidente que es parte de su trabajo cuidar la elección.
Pero no todo es aceptación por parte de la ciudadanía, en el último mes van dos ocasiones en que compañeros de la prensa que cubren Palacio Nacional y que no son afines a la 4T, ni contras, sino que hacen periodismo, han cuestionado al tabasqueño por los resultados en seguridad y lo han hecho enfurecer al grado de salir de sus casillas y hasta pedir ayuda a otra reportera para que le diera un respiro. Aunque la realidad se impone a la ficción que la mañanera pregona, ahí están los territorios perdidos, los vehículos incendiados, las masacres y sus víctimas que luego son revictimizados por López que se dice humanista.
Seamos claros, aquello de pacificar al país, las gráficas con cifras alegres, levantarse a las 6 de la mañana para recibir un parte de guerra sirven de muy poco porque la incapacidad ha sido mayor. Que lejos quedaron aquellas declaraciones que al día siguiente de que tomara posesión la delincuencia común y organizada iban a deponer las armas, que ya se iban a portar bien únicamente por el ejemplo de López y su autoridad moral, por el contrario, los mensajes que se mandaron fueron de impunidad con aquello de los “abrazos y no balazos”, nadie quiere más derramamiento de sangre, pero la estrategia no funcionó con todo y la creación de la Guardia Nacional y la militarización del país.
La esperanza se disolvió como le pasó a Vicente Fox que dejó un sexenio lleno de anécdotas “cotorronas”, el mismo camino lleva López Obrador al que hasta su estado natal se ha incendiado, Tabasco debe unirse a la lista de sangre como Tamaulipas, Zacatecas, Jalisco, Guanajuato y Veracruz.
Nadie puede alegrarse de que al presidente le vaya mal porque la sociedad, ayer como hoy, es la que sigue pagando. Felicidades, la 4T nos ha dado Tren Maya, Dos Bocas, Transístmico, AIFA y una guerra que no le llaman guerra… Pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.