
El poder de la palabra escrita no conoce límites;
es un poder infinito que puede transportarnos
a mundos desconocidos
Thomas De Quincey
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
Nadie le puede regatear a López Obrador su insistencia por buscar la presidencia, fueron tres campañas, dos descalabros que lo llenaron de mucho rencor y una última donde se llevó de calle a sus contrincantes, que, dicho sea de paso, no le sirvieron para nada, ahí quedan los poco más de 30 millones de votos. Sin lugar a duda fueron años de construir al personaje y apenas unos más para convertir a Morena en un partido exitoso en llegar dos veces a la presidencia.
Parte del discurso del Pejelagarto es copia fiel de otros líderes populistas de Latinoamérica, cargado de demagogia y hasta de fantasía, eso sí, todo recogido de una realidad social, desigualdad, excesos, intolerancia y corrupción que dejaron 71 años de gobiernos priistas, luego 12 de panismo y otro sexenio del nuevo PRI que regresó para reafirmar que las viejas prácticas no se habían ido, solo habían perfeccionado. ¿Quién podía oponerse a cambiar el pasado? ¿Qué le quedaba a la sociedad en el 2018?
Fue precisamente en el hartazgo social, en el mal humor de soportar a corruptos orgullosos y ostentosos que no escondían lo que eran que le abrió la puerta a López y a Morena. Era insultante los relojes y vehículos de los secretarios, las pensiones, las cuentas en restaurantes endosadas al erario, el uso de aeronaves para ir a jugar golf, pasear a sus novias, las casas como pago a favores y una larga lista mientras los electores solo mirando la impunidad que se procuraban.
Por eso aquello de “por el bien de todos primero los pobres”, “no somos iguales”, “no puede haber “gobierno rico con pueblo pobre”; un mensaje para la oposición partidista, “están moralmente derrotados” y no se han podido sacudir. Hoy esas frases se les pueden aplicar a Morena que cada día se parece más al PRI de los 80.
Parece que cuando López se exilió en “La Chingada” y Claudia Sheinbaum llegó a Palacio Nacional, eso fue abrirle la puerta a los caballos que se desbocaron para mostrarse de cuerpo entero. Así ha sido el último año, se les acabó la superioridad a pesar de su Cartilla Moral que repartieron por miles, qué bien les vendría echarle un vistazo para recordar lo que gritaban, por lo menos de dientes para afuera.
Ahí está el escándalo, la sospecha y la protección que ha recibido Adán Augusto López con quien fue su secretario de Seguridad cuando fue gobernador de Tabasco y “La Barredora”, todavía se va a quedar, por corto tiempo, como coordinador de los senadores, su carrera en la búsqueda de la presidencia está en la lona.
¿Se imagina el festín que se hubiera dado Fernández Noroña si hubiera sido en tiempos del PRIAN? Pero ahora es parte del régimen, y el que siempre ha comulgado con el socialismo, pues viaja a las Vegas, tiene camionetón “machuchón”, de aquel Noroña que encaraba a García Luna no queda nada, ahora hasta humilla a ciudadanos.
Por el otro lado, Andy López Beltrán, heredero del partido, del apellido y de la historia de su padre las dilapidó muy rápido, su viaje a Tokio le resultó más caro de lo que pagó, quedó evidenciado su falta de liderazgo, su torpeza, no tiene carrera propia y menos autoridad moral para seguir por el mismo camino que su progenitor, no se le puede creer a un junior y más de uno en su partido hizo fiesta.
Qué decir de Mario Delgado, los diputados “dato protegido”, Ricardo Monreal, Hugo López Gatell, Manuel Barlett, gobernadores y gobernadoras… Mientras Luisa María Alcalde hace maromas para defender lo que se ve, todo aquello que negaban y que son. Que rápido terminaron con la narrativa que les construyó López… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.
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