Cuando comprendes los detalles
de la victoria, es difícil
distinguirla de la derrota.
Jean Paul Sartre
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
Cuando López Obrador ganó la presidencia en el 2018 comenzó el ataque feroz en contra del panismo. Los azules y sus gobiernos se convirtieron en la excusa perfecta para justificar los fracasos del presente y Felipe Calderón junto con Genaro García Luna los villanos favoritos del régimen y en cierto sentido tenían razón.
Luego de la sentencia en una corte de Brooklyn Estados Unidos que condena al superpolicía García Luna a una pena de 460 meses de prisión, los ex presidentes Vicente Fox y sobre todo Felipe Calderón han guardado silencio acerca de un personaje que encumbraron durante los 12 años que gobernaron al país. Un reflejo del mal que le hicieron a México, prepotencia, violencia y muerte. No se puede negar que fue el punto de partida de muchos males que aquejan a México.
Los panistas y priistas perdieron su oportunidad de mostrarse como una oposición fuerte ante la 4T del Pejelagarto, lo poco que ganaron en la pasada campaña fue por el hartazgo ciudadano y la organización civil que acompañaron a Xóchitl Gálvez porque no había de otra y que ambos partidos concretaron para que sus cúpulas siguieran en curules y escaños, pero disminuidos como nunca, con poca credibilidad y sin liderazgos capaces de trascender, esos son el PRI de “Alito” y de “Markito”.
En el arranque de la campaña presidencial se esperaba que ofrecieran disculpas por la corrupción del pasado, de los sexenios de Vicente Fox y el “toallagate” o los desvíos a una fundación manejada por los parientes del guanajuatense. Se tragaron la corrupción de Genaro García Luna y sus nexos con el narco, los contratos de Pemex a la familia del finado Juan Camilo Mouriño y una larga lista. Su arrogancia es más grande y al igual que los tricolores se ganaron el sinónimo de corrupción. Más aun el tabasqueño los marcó como conservadores y fifís, hipócritas, corruptos, “moralmente derrotados” y así van sin más rumbo que los objetivos y privilegios de grupo.
Los panistas tienen mucho que explicar y no justificar como los resultados de FRACASO en donde solo Marko Cortés ve triunfo porque con los números también se miente. Tienen que hacer suyos los hierros como el que su segundo presidente nombrara a García Luna y ahora con una mano en la cintura dicen que no era panista. Tienen que presionar a Calderón para que ofrezca esa disculpa que se la debe a todos los mexicanos y también a los panistas, mientras no asuman responsabilidades están condenados a ser un partido pequeño, remedo de lo que fueron y no hace mucho, un partido que no tiene más remedio que el estruendo porque en las cámaras no les alcanza para nada. Un partido que gobierna solo Querétaro, Aguascalientes, Chihuahua y Guanajuato.
Con tan solo 22 senadores y 71 diputados el PAN si parece moralmente derrotado como decía AMLO. Fue el 1 de septiembre de 1997 cuando consiguió la mayoría absoluta con los partidos del bloque opositor dentro de la LVII Legislatura, logrando terminar la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional, que no había perdido el dominio del Poder Legislativo desde 1929, así como en el 2006 cuando logró el mayor número de curules con 206. Cabe destacar que Guanajuato es un estado plenamente panista pues desde 1995 gobierna el blanquiazul.
Los azules han entrado en su proceso de renovación de dirigencia, se la disputa Jorge Romero y Adriana Dávila, ambos con veinte años de experiencia y con juventud. El gran reto será devolver al PAN el lugar que tuvo y que conste que no de ganar la presidencia, devolver la dignidad a esos políticos y conquistar su mercado. ¡Algo que se ve imposible!… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.