
¡Cuántas ciudades se me han revelado
en las marchas que realicé en busca de libros!
Walter Benjamin
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
Cuando se necesitaba un discurso mesurado, que no echara más gasolina a la presión existente luego de la marcha Z, lo que se vio desde Palacio Nacional fue la vieja táctica usada por el pejelagarto: descalificar y culpar a la derecha de lo ocurrido, sobre todo en el tema de la represión. Con todas sus letras, por parte del gobierno de Clara Brugada, sus policías agarraron parejo. Conste que no digo que no hubo infiltrados y violentos —ahí están las imágenes—, pero también quedó claro el abuso de la fuerza por parte de los granaderos.
Como suele suceder cuando hay crisis, se usa el manual del buen populista y demagogo: no se asumen responsabilidades ni las causas que generan un movimiento de descontento. Se utiliza la mañanera del pueblo como instrumento de propaganda para seguir inyectando veneno y odio desde el lugar donde debería haber mesura. Para completar la estrategia, se recurre a los comunicadores del régimen, quienes llevan mano en las conferencias de Sheinbaum; los mismos que, escudados en una falsa cobertura, actúan como provocadores y luego se victimizan. Hasta historias de intervención conspiracioncita sueltan como libreto chafa de Epigmenio Ibarra.
Los inconformes no son pocos. Más allá de la Ciudad de México y Guadalajara, donde hubo violencia, las protestas se dieron en 80 ciudades. Eso no se puede negar tan fácil sin tomar medidas para solucionar los problemas. No importa si estos iniciaron con Felipe Calderón o con Peña Nieto, el asunto es que llevan siete años de pretextos y cada día muestran su verdadera cara: intolerancia y frustración porque no dan soluciones. No les gusta que la ciudadanía se manifieste. A estas alturas del sexenio, en el “segundo piso”, esperarían ciudadanos agradecidos por los programas sociales, pero eso ya no les alcanza. La destrucción e ineficiencia es mayúscula.
Solo hay que revisar los discursos en las mesas de análisis y las redes sociales de voceros, diputados, senadores y, obviamente, sus líderes de opinión: puras justificaciones para lavarle la cara a la violencia ejercida por el cuerpo de policía de Clara Brugada. Niños violentados, mujeres agredidas y golpes brutales contra los detenidos. La autoridad debe una buena explicación, pero después de una investigación con rigor, no como la conferencia de prensa de Brugada Molina, en la que solo pasaba la pelota a sus subalternos porque ella está desconectada de lo que sucede en la ciudad que será sede del Mundial 2026, así, con todas sus carencias.
Como parte de la propaganda, salieron los números de aceptación y popularidad de Claudia Sheinbaum. La realidad es que ha perdido puntos desde las inundaciones en Hidalgo, Veracruz y Puebla; luego se le vino la noche con el asesinato de Carlos Manzo, además de lo que ya arrastraba: “La Barredora”, el “huachicol fiscal”, la presión de Estados Unidos y una larga lista. El gobierno está sumido en una crisis desde hace dos meses y, por si fuera poco, vendrán las críticas por los nuevos impuestos, porque el gasto ya no les da, o por lo menos se ve complicado. Aquella encuesta de Morning Consult que tanto cacaraqueaba López, en la que lo ponían en segundo lugar entre los mejores mandatarios, solo por debajo de Narendra Modi de la India, quedó en anécdota; la misma que presumía Claudia Sheinbaum, hoy la coloca en el octavo lugar.
Ahí está el llamado de algunos para repetir la movilización el próximo 20 de noviembre, el mismo día del desfile por el aniversario de la Revolución. Hay que tener cuidado con la violencia, los métodos y los mensajes que se lanzan desde el poder. Por ahora, estos los exhiben como intolerantes. Échenle un vistazo a los medios internacionales… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.
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