Puede que sea inevitable.
Puede que en realidad tengamos
que elegir entre no ser nada
o fingir lo que somos.
Jean Paul Sartre
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
Morena se ha convertido en el PRI del siglo pasado, un partido que ejercía el poder y el presidente de la República también era el líder del Partido, así se vivió desde su creación hasta el año 2000 en que perdió la elección y le costó 12 años regresar a Los Pinos con Enrique Peña Nieto.
Vicente Fox fue el primer presidente panista, marcado como el que sacó al tricolor de la presidencia, el de la alternancia, el de los bochos y changarros, el primer sexenio panista derivó en una serie de escándalos de corrupción. Con todo y eso les alcanzó para que Felipe Calderón fuera el segundo panista en la máxima magistratura. El michoacano llegó en medio del fantasma creado por López Obrador de un fraude electoral, lo calificó de espurio. Con el afán de crearse esa legitimidad, Calderón inició la guerra contra el narco y ahí comenzó el baño de sangre que hasta la fecha continúa.
Aquel partido que nació como opositor al régimen, al PRI corrupto de más de 70 años, el que con Diego Fernández de Cevallos estuvo a nada de ganar la presidencia en 1994 poco a poco se fue minando, perdió terreno al grado de ser relegado a la tercera fuerza en 2012 con Josefina Vázquez Mota y en el 2018 el segundo lugar con Ricardo Anaya.
Los panistas tardaron mucho tiempo en entender que fue lo que les pasó cuando López les ganó, los sentenció como “moralmente derrotados” a pesar de llevar mano en la conformación de la Alianza con el PRI y con el PRD, al igual que los otros partidos tiene altos negativos que les pesa demasiado, que los pone en el papel de corruptos como el caso del “cártel inmobiliario” que tampoco le permitió a Santiago Taboada alcanzar votos para gobernar la CDMX. En el 2017 Ricardo Anaya terminó por apropiarse de la dirigencia y desde ahí construyó su candidatura presidencial, aunque muchos no estuvieron de acuerdo se aferró y grupos como los de Margarita Zavala y Felipe Calderón se fueron del partido y eso los debilitó.
Luego del fracaso de Ricardo Anaya llegó el turno de Marko Cortés, una muestra de falta de liderazgos blanquiazules, los viejos del partido lo advirtieron, con él no iban a llegar muy lejos. La presidencia de Marko Cortés se combinó con la de Alejandro Moreno en el PRI, pronto mostraron sus verdaderos rostros, sus ambiciones cupulares y en la intermedia hicieron el ridículo, a pesar de perder uno y otro rezaban que eran buenos números para los opositores. Ya entrados en el proceso electoral los dos dirigentes se hicieron de diputaciones y senadurías para los suyos, son un par de partidos reducidos pero que les alcanza para la supervivencia cupular, así irán en la primera mitad del sexenio que está por venir.
Hay voces muy críticas al interior del Acción Nacional que cuestionan el actuar de Marko Cortés, sus resultados que les dan cinco gubernaturas, 115 diputados y 20 senadores. El PAN ha dejado de ser atractivo para la ciudadanía, para los jóvenes y poco a poco pierde militantes.
A los panistas les urge una renovación en serio, que los vuelva una opción para el electorado. Si tuvieran vergüenza Marko Cortés tendría que haber entregado su renuncia por el pésimo manejo de la campaña de Xóchitl Gálvez y el engaño de las encuestas, pero su premio será ser legislador.
Entre los que se hablan de poder sustituir a Marko Cortés se encuentra Jorge Romero, a quien también se le vinculó con el Cártel Inmobiliario, Damián Zepeda, y Kenia López Rabadán.
Los panistas tendrán que comportarse como oposición responsable y mostrar que han aprendido la lección. Hoy los blanquiazules están muy lejos de lo que fueron y parece imposible que se recuperen sin mirar a la ciudadanía. Hoy no ganan elecciones y eso lo construyeron desde el 2012 con mucha soberbia y lejos de los ciudadanos… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.