Ni la muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad,
pueden producir la insoportable desesperación
que resulta de perder la propia identidad.
H.P. Lovecraft
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
En el ocaso del sexenio, el presidente López Obrador ya no se puede dar el lujo de asomarse por los balcones del Palacio Nacional como lo hacía en los dos primeros años de su administración. Ahora se queja de no poder ir a la zona del desastre que dejó el huracán Otis en Acapulco porque tiene temor a que le tiendan una emboscada a mentadas de madre. Tampoco viaja por líneas aéreas comerciales porque los reclamos van en aumento. Menos se puede dar el lujo de comer al pie de las carreteras para degustar los platillos como lo hacía antaño. Así es la parte final para todos los presidentes y si no que le pregunten a Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto porque no se dejan ver.
Dice el Pejelagarto que no hace muchas cosas por cuidar la investidura presidencial, por eso no se reunió con los papás de niños con cáncer, ni con las madres buscadoras, menos con colectivos de mujeres, tampoco con los activistas que denunciaron el ecocidio por el Tren Maya, a todos ellos de lejecitos para que no lo exhiban. Si de verdad se trata de cuidar la investidura del cargo, en estos momentos el despacho jurídico de la Presidencia estaría trabajando en una demanda por calumnias debido al reportaje de Tim Golden, en ese trabajo se afirma que el Cártel de Sinaloa habría entregado dos millones de dólares a la campaña del 2006, prefiere esperar a que Estados Unidos, la DEA o el periodista le ofrezcan una disculpa.
¿No que muy cuidadoso de la investidura? No se trata solamente de López Obrador como persona, se trata del PRESIDENTE de México, tampoco es un juego de esos que le gustan al tabasqueño para victimizarse y luego justificarse, no se puede defender únicamente con su devaluada “autoridad moral” por sus acciones y omisiones. Como dice López, nunca antes en la historia se había acusado abiertamente a un presidente mexicano de vínculos con el narcotráfico, ni en los peores tiempos del PRI, ni a Felipe Calderón con Genaro García Luna acusado de narcotráfico y encarcelado en Nueva York.
Luego de la elección intermedia del 2021, realicé una entrevista con Manuel Clouthier en la que me comentó sobre la operación del narcotráfico en aquel proceso, también me dijo que los narcos apostaban a candidatos de todos los partidos y sobre la preocupación de cómo ponerles un freno para el futuro. Ahora nos encontramos en la antesala de la elección presidencial y las dudas siguen ahí: ¿Qué hacer para blindar la elección? ¿Cómo opera el hampa con los políticos? ¿Cuántos tienen relación y reciben dinero sucio?
La violencia generada por el narcotráfico será uno de los grandes pendientes que va dejar como herencia López Obrador, ya es el sexenio más violento con más de 175 mil homicidios dolosos, aunque haga malabares para justificar con números su gran fracaso, también está en entredicho aquello de “abrazos y no balazos” para los criminales que se han apoderado de territorios, cobran piso, son dueños de carreteras donde asaltan y plomean a los operadores, ajustan cuentas, vaya operan impunemente dejando una ola de terror y en ese entorno vamos a una elección.
Seamos claros, es indispensable que el PRESIDENTE limpie su nombre más en el contexto en el que estamos, la vía es la legal en el país de las demandas y no la moral porque los mensajes que se mandan son muy importantes y ahí está el apapacho para los delincuentes. Como dice López “la calumnia cuando no mancha tizna” y el Ganso está muy tiznado… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.