Siempre que una teoría aparece como la única posible,
tomarla a rajatabla es señal de que ni se ha entendido
la teoría ni el problema que se pretende resolver.
Karl Popper
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ /@arturosuarez. Como suelen decir los que llegan a la presidencia de la República que con ellos se inaugura una etapa nueva, se exaltan las libertades, se dicen respetuosas de ellas y claro garantes del Estado de derecho, así pasa cada seis años y no importa quien llegue, el patrón se repite. Cuando la 4T se instaló en Palacio Nacional López Obrador ordenó el desmantelamiento del Cisen, que se desclasificaran archivos para que la ciudadanía tuviera acceso a informaciones catalogadas de seguridad nacional y garantizó la libertad de expresión y que nunca más habría espionaje, pues de nuevo el tabasqueño nos mintió.
Uno de los grandes escándalos del sexenio de Enrique Peña Nieto fue la compra por más de 3 mil millones de pesos de un software espía llamado Pegasus fabricado por la empresa israelí NSO Group. Con ese sistema la última administración priista, que también se comprometió en el respeto a las libertades, espió por lo menos 15 mil celulares de ciudadanos con el objetivo de interceptar sus comunicaciones, con ello sus movimientos, se trataba de políticos de oposición, activistas y periodistas que de alguna manera criticaban al régimen más corrupto hasta entonces.
En México, el asunto solo quedó en un escándalo, pues el gobierno de la 4T hizo caso omiso en aquello de presentar las denuncias correspondientes, no importó que uno de esos espiados fuera el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador quien nunca pidió explicación alguna a su antecesor. Entre las dependencias que usaron ese software se sabe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional de Eugenio Ímaz Gispert; La Procuraduría General de la República de Jesús Murillo Karam, Arely Gómez, Raúl Cervantes y Alberto Elías Beltrán; La Secretaría de la Defensa Nacional del general Salvador Cienfuegos y no había manera de que el titular de Segob Miguel Ángel Osorio Chong ni que el mismo presidente Peña Nieto no estuvieran enterados.
Eso del espionaje es una práctica añeja del viejo PRI que se quedó como parte de las actividades del gobierno mexicano, para eso funcionaba el Cisen, para mantener el control desde el poder, como dicen que nadie se saliera de la sujeción. Los viejos priistas saben que, en su mejor época, que no para la ciudadanía, no se movía nada sin que el presidente lo supiera, había “orejas” que espiaban y daban parte a la Segob, la censura era cotidiana y me cuentan viejos reporteros que eran capaces de llegar a la cantina con unas cuartillas para que no se tomaran ni la molestia de escribir las columnas, claro además de darles unos buenos billetes.
Según todo eso quedó en el pasado cuando llegó Vicente Fox, luego Felipe Calderón, después con Peña Nieto y desde el 2018 el discurso oficial de López fue contundente: «El Gobierno no espía a nadie, los opositores no son espiados. No hay censura para los medios de información, a nadie se les limita sus libertades», así se exalta la moralidad de López y su ejemplo, pero la realidad dista mucho de la imaginación del presidente. La actual administración no ha informado que pasó con ese software, si se terminó el contrato con esa empresa.
Hace unos días el periodista Ricardo Raphael denunció en su columna ser víctima de espionaje por parte del gobierno del Pejelagarto, en su texto menciona como se hicieron de sus datos y mensajes amenazantes contradiciendo el discurso presidencial. La denuncia periodística se fundamenta en un análisis que hicieron al celular del comunicador en Citizen Lab de la Universidad de Toronto y el resultado fue que la información se extrajo por el Pegasus.
Este tema no puede ser menor y a la denuncia de Ricardo Raphael ya se suman las del periodista Daniel Moreno y el activista Raymundo Ramos, pronto se presentarán en la Fiscalía General de la República para hacer formalmente la acusación en contra de la Secretaría de la Defensa Nacional. Los tres demandantes ya le pidieron al presidente que se pronuncie al respecto porque se pone en riesgo la seguridad de ellos y sus familias.
Este asunto se da en un contexto en que a la Sedena le robaron seis terabytes de información delicada, ese hackeo por parte de “Guacamaya” y el espionaje son asuntos delicados y supuestamente del pasado, la respuesta del presidente, que por cierto se esperaba que respondiera con otra cancioncita de Chico Che, simplemente fue que son labores de inteligencia, no de espionaje, ahora resulta… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.