
No te compadezcas de ti mismo.
Eso sólo lo hacen los mediocres.
Haruki Murakami
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
El concepto de pragmatismo es parte del lenguaje cotidiano: suele asociarse con una actitud práctica, realista y orientada a resultados. Sin embargo, su historia va mucho más allá de un simple sentido común. Tiene raíces profundas y fue hasta finales del siglo XIX cuando se consolidó como una corriente filosófica en los Estados Unidos, de la mano de pensadores como Charles Sanders Peirce, William James y John Dewey.
La esencia del pensamiento pragmatista es, en apariencia, sencilla, pero encierra una gran fuerza transformadora. A diferencia de otras corrientes que buscan la verdad como correspondencia con una realidad absoluta o abstracta, el pragmatismo sostiene que lo verdadero es aquello que funciona en la práctica. En otras palabras, una idea, teoría o acción tiene valor únicamente si produce resultados útiles y concretos.
Esa noción trascendió de la filosofía a la política, y es esa misma la que les dio una nueva interpretación a textos como “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu o “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo y de ahí todos sus derivados en manuales para volverse un político de éxito. Quizá con eso entendamos a los últimos presidentes de EU y también a los de acá, en su toma de decisiones, no con ideología, sino costo beneficio para el gobierno, ciudadanía y en sus carreras. Claro que el pragmatismo es una de las doctrinas más criticadas por los estudiosos y especialistas.
Por otro lado, la sumisión es una condición en que un individuo, grupo o país tiene al perder su autonomía y colocarse bajo la voluntad de otro, que lo puede hacer por el convencimiento, encantamiento, por la fuerza, o por conveniencia. Se manifiesta con obediencia y el acatamiento de órdenes que lleva a la pérdida de libertades.
La conjunción de la sumisión y el pragmatismo, resulta un buen punto de reflexión por el momento que vive el mundo ante un personaje estruendoso y de mucho poder como es Donald Trump. ¿Quiénes han perdido la batalla y son sus súbditos? ¿Quiénes se mantienen en el pragmatismo que refleja una ilusión de sumisión, pero tienen lo que necesitan?
Ahí están los gobiernos que de manera pragmática se han aliado con EU, aunque no compartan su visión ideológica, bélica e incluso le tengan recelo, pero les representa un beneficio económico o la geoestrategia los ha puesto en ese camino. No importa si son democráticos, autoritarios, sino lo que las inversiones y ganancias aportan, comercio o seguridad y solo hay que mirar al medio Oriente o hacia América Latina.
Una característica de políticos pragmáticos sin los que hacen negociaciones con distintos grupos, aun cuando estén en las antípodas de sus principios, algo así como caer en la política del mal menor, o del menor daño ante pactos incómodos, de alianzas contradictorias, pero que al final garantizan gobernabilidad o votos.
En América, el pragmatismo se traduce en líderes que un día usan el dedo flamígero para señalar el daño del imperio y al siguiente, realizan acuerdos comerciales porque la dinámica mundial no les deja de otra. Líderes de izquierda que satanizan la riqueza de los empresarios, pero que han patrocinado sus campañas. O partidos de derecha que incorporan banderas sociales con tal de ampliar su base electoral.
Ahí está la reunión entre Vladimir Putin y Donald Trump, parecen muy lejanos, pero son socios por conveniencia. Hay otros que no les queda de otra porque su fuerza es menor, parecen sumisos, pero al final, por sobrevivencia o no, tienen lo que quieren y los necesitan…
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Hasta la próxima.
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