PALABRA DE ANTÍGONA/ Soñar por un feliz 2025

SARA LOVERA*

SemMéxico, Ciudad de México. ¿Y usted qué sueña?  La noche de San Silvestre, como lo narra espléndidamente Selma Lagerlof en El Carretero de la Muerte, -ed. Andrés Bello, España, 1921-me permite pensar en aquella jovencita del ejército de Salvación que salvará al vagabundo herido de muerte. Narración de un largo sueño entre la vida real y la vida fantástica. Y como ella, vamos a oír sonar  las campanas que dejan atrás el año viejo. Ahí el jardín donde nadie penetra, mientras el reloj lanza la última campanada apareció una vieja carreta y el rechinar de   sus ruedas mal engrasadas. Una noche donde todo sucedió, incluso lo fantástico.

En unas horas estaremos brindando por San Silvestre, ¡Año Nuevo anuncio que nos anima y nos refresca! Chocaremos las copas de vino espumoso y nos abrazaremos con ilusión y grandes deseos como   volver a caminar por las calles sin miedo haciendo a un lado el poderío militar y el del crimen organizado, borrando los estragos de la inflación y el cambio climático; pensaremos cómo la niña del Ejército de Salvación, postrada en la cama, esperando su último suspiro, tratando de salvarlo todo.

Nos envolverá el deseo de eliminar al machismo, la trata, el abuso infantil, el maltrato y asesinato de mujeres, migrantes, homosexuales. Juntas en rojo tirando del hilo al 2024, sin pensar en la desgracia cotidiana y la falta de medicamentos.  Contenidas, esperanzadas, asidas a nuestros sueños, incluso imaginando que Donald Trump se humanizará de repente y por arte de magia.

En la mesa de la casa, llena de flores de nochebuena, de viandas tradicionales como el bacalao, los romeritos, las ensaladas y el ponche, imaginaremos la vuelta a cielos azules y vientos frescos.

Nuestros corazones estarán henchidos de alegría con la nueva presidenta de la República que ya habrá cumplido sus primeros 100 días de gobierno y, sin duda, estaremos listas para estrenar la igualdad sustantiva, el sistema nacional de cuidados, un poder judicial elegido en las urnas, como el pase automático a la democracia.

En 2025, nos repetiremos internamente, vamos a lograr la agenda de género y desaparecerá la violencia política contra las mujeres, y pronto las mujeres de y en la política se conviertan en activistas feministas derribando obstáculos y construyendo planes de gobierno acordes con los 5 decenios de lucha por la igualdad.

Un sueño, como el del vagabundo, prendado del último hilo de la vida. Pero el 2025 nos va a encontrar con un Instituto Nacional Electoral disminuido; sin órganos autónomos básicos para el equilibrio de la gobernanza; un país donde el poder patriarcal se consolida.

Cómo ráfaga brumosa vimos que en 3 meses decretar más de 20 reformas constitucionales, incluida la del artículo 4º sobre la igualdad sustantiva que a un tiempo desnaturalizó cómo combatir la violencia feminicida que no es  asunto de seguridad pública, sino de cambio cultural.

También sabemos que se dejará de discutir con la sociedad civil la agenda de las mujeres que se hacía en los consejos social y consultivo del desaparecido Instituto Nacional de las Mujeres.

Un 2025, claro, podría ser distinto. Efectivamente. Ser un tiempo para recuperar el aliento y seguir adelante, olvidar al Congreso y sus dos cámaras, a instituciones estructuralmente necesarias pero perdidas. Tirar el fardo aquel de 2019 en que se borraron las estancias infantiles o se prohibió dar apoyo a la sociedad civil, pisando la demanda pospuesta y materializar esas cinco décadas de lucha para hacer justicia a las mujeres.

Soñar otro mundo posible cuando toquen las 12 campanadas de la noche de San Silvestre es humano y sanador. Veremos.

*Periodista. Editora de Género en la OEM y directora del portal informativo http://www//semmexico.mx

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