SARA LOVERA*
SemMéxico, Ciudad de México. Cuando escucho de la candidata a la presidencia del oficialismo Claudia Sheinbaum Pardo que el régimen de la cuatroté “convirtió a las mujeres en protagonistas” (5 de marzo de 2023), que es “tiempo de mujeres” y que “deben ser apoyadas”, veo la tremenda confusión entre mujerismo y feminismo, así como una enorme ignorancia sobre lo que es el feminismo.
Es una barbaridad decir que el protagonismo de las mujeres es algo tan reciente – 5 años-, cuando las feministas mexicanas hace más de doscientos años aparecieron como protagonistas y ellas puntualizaron que las diferencias entre hombres y mujeres generan discriminación y exclusión.
Al menos 47 revistas feministas se produjeron en el siglo XIX y desde entonces se habló de los problemas específicos de las mujeres, diferenciados de los del “pueblo”, o el proletariado en general, como sostenían los socialistas.
Se identificó cómo la mitad de la población, las mujeres, vivían opresión desde el poder sólo por ser mujeres.
En nuestro país, ella no lo sabe, las mujeres han sido contribuyentes destacadas en los movimientos revolucionarios, de la historia de México, como activas y significativas; por ejemplo, en 1824 pidieron por primera vez lo que conocemos como igualdad política.
La candidata entonces miente, borra el protagonismo histórico. Y no sabe que el feminismo es una ideología y acción política, construido principalmente por las mujeres a lo largo de la historia occidental.
Miente cuando reduce a 36 años la explotación de las mujeres trabajadoras, cuando ésta aparece descrita, desde la Revolución Industrial.
No sabe que la crítica feminista es hacia el patriarcado, como sistema de dominación y no dirigida a los “adversarios” de la cuatroté.
Es ignorante o intenta manipular cuando señala que con la cuatroté se acabó eso de “calladita te ves más bonita”; frase que enmarcó el feminismo del siglo XX, época en la que se creó, en todo el mundo, un nuevo andamiaje jurídico para los derechos de las mujeres, a impulso de los movimientos de liberación de la mujer. No sabe de ese largo proceso.
Llama a las mujeres a incorporarse a un proyecto que no es el suyo. En la práctica, la cuatroté, como ha sucedido antes, sólo las busca para que voten, mientras, como gobierno, abandonó la política de prevención de la violencia contra las mujeres. Un “tema” intocado por la candidata, porque en este régimen se disparó la violencia en general y la específica en contra de nosotras.
La discusión mujerismo vs feminismo va más allá de la teoría. Y una de sus consecuencias más graves es lo que las activistas llaman «actitud mujerista» de las autoridades, por su posición negadora de la especificidad de la problemática femenina, frente a los problemas del pueblo.
Se defiende a los “amigos” del régimen, no importa que sean violadores. Recuerdo las fotografías de la candidata con Félix Salgado Macedonio, por ejemplo.
La candidata no puede engañar a las mujeres, con harta conciencia, a continuar con un proyecto que no las incluye.
Dice la ideóloga feminista española, Lidia Falcón, que es sabido que los partidos de derechas pueden situar algunas mujeres en las cúpulas de su dirección, así como llevarlas hasta la presidencia de un Gobierno, como fue el caso de Margaret Thatcher, siempre que sean absolutamente fieles a los planteamientos del partido.
Mujerismo es ver a las mujeres como seres necesitados de protección, “vulnerables”, sin fuerza, dentro del esquema de poder generado por el patriarcado.
Intentar homogeneizar a todas las mujeres para exigir solidaridad a un proyecto político de los hombres en el poder asoma una polémica que estará latente en las próximas semanas. Veremos.
*Periodista, directora del portal informativo http://www.semmexico.mx