SARA LOVERA*
SemMéxico, Ciudad de México. Este 2 de junio elegimos a la primera mujer a la presidencia de la República, exactamente 200 años después de que las mexicanas pidieron en Zacatecas, en 1824, participar en el gobierno, como consignó la revista El Abanico en aquella época.
Se trata de un desafío cultural en un país, donde según el PNUD (2022) el 90.09 de la población mexicana duda del talento femenino y persiste la discriminación contra las mujeres, expresado en todos los ámbitos de la vida.
Pero al mismo tiempo, es un hecho histórico y un avance para la democracia representativa, donde se han elegido 55 jefes de estado hombres, desde el México independiente.
Un reto para un país culturalmente definido como machista donde persiste la dominación masculina, como la define Pierre Bourdieu al señalar que, material y simbólicamente, niega y condena a los cambios objetivos en la vida de hombres y mujeres y han sido alteradas las estructuras sexuales.
Pero es también el resumen de dos cosas: la lucha de las mujeres por participar en la toma de decisiones, desde el siglo XIX y el nacimiento y desarrollo de una nueva época, en que las mujeres están a la vanguardia de los cambios sociales y en la transformación de la cultura, “un nuevo espíritu del tiempo”, como le llamó apenas antier la politóloga uruguaya Line Barreiro.
La virtual presidenta de la República Mexicana tenía 2 años cuando se eligió la primera senadora de la República, María Lavalle Urbina, 7 años después del voto federal femenino y 16 años cuando fue elegida constitucionalmente la primera gobernadora en Colima, la poeta Griselda Álvarez, en 1979 y habían pasado 26 años desde el logro de la ciudadanía femenina en 1953.
Según la premio Pulitzer, Cristina Rivera Garza, el triunfo de Sheimbaun Pardo representa una hazaña para un país con una larga y compleja relación con el machismo y donde cada día mueren asesinadas un promedio de 10 a 20 mujeres o niñas.
La morenista se suma a las 14 jefas de estado en funciones en todo el mundo y será la número 16, de entre las mujeres que han sido nombradas presidentas en América Latina desde que Isabel Perón asumió en 1974 luego de la muerte del presidente, Juan Domingo Perón en Argentina.
El mayor de sus desafíos será atemperar la crisis de violencia e inseguridad en el país, con una sociedad donde todas las pautas de convivencia tradicionales están alteradas. Un escenario donde lo que reina es la diversidad, la multiplicidad de manifestaciones y organización de grupos discriminados por las rupturas sexuales tradicionales.
En su primer mensaje insinuó que será la armonía, la reconciliación cómo gobernará, en un país dividido y enfrentado.
La nueva jefa del Estado Mexicano, remontó en una jornada electoral de apenas 8 meses y rompió de tajo, el índice de machismo que según el Buró Parlamentario fue de 37 por ciento, cuando ya Claudia Sheinbaum Pardo, fue propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en abril de 2023.
Un desafío adicional es el reconocimiento de la población, especialmente de las mujeres organizadas, demandantes y/feministas, que se han sentido incómodas por el desdeño a la lucha de las madres buscadoras, madres buscando justicia para el feminicidio de sus hijas; madres de niños con cáncer, madres de los 43 de Ayotzinapa y otros sectores de mujeres trabajadoras, como enfermeras o integrantes mayoritarias del trabajo informal, que no confían en el gobierno.
Ella tiene las agendas elaboradas entre 2023 y 2024 por las feministas. Sabrá si las atiende o no. Veremos.
*Periodista, directora del portal informativo http://www/semmexico.mx