Habré de levantar la vasta vida que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste, cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen, músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo, yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia
que, como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde.
Jorge Luis Borges
SARA LOVERA* (SemMéxico, Ciudad de México). La ausencia es como un dolor del alma. Produce en el corazón y en la cabeza tanta zozobra que puede desatarse una lluvia de desaliento. Pienso en las hermanas, en las hijas, en las madres que, en toda la geografía del país, viven la ausencia y buscan sin respuesta.
Pienso en Debanhi Susana Escobar Bazaldúa, quien asistió a una fiesta el sábado 9 de abril en una finca campestre de nombre San Lorenzo, municipio Escobedo, Nuevo León, en donde riñó con dos amigas y se separaron. Sus acompañantes regresaron a sus casas, pero Debanhi no, por lo que sus padres, familiares y amigos iniciaron su búsqueda. De ella, con ese rostro en el espejo, pero una de las 13 mujeres y niñas que desparecen en México todos los días.
La búsqueda que hacen las madres, hace 15, 10, 8 años, hace tres, hace dos meses, 3 semanas.
Las desparecidas, probablemente no cuentan con ninguna posibilidad humana de comunicarse, sin un cable, un teléfono, una onda del espacio. Tal vez no sepan cómo deshacerse de su eventual o definitivo cautiverio, en el que no deseaban estar. Su desaparición, probablemente, denunciada, por la que se preparan “acciones urgentes”, que acaban en archivos infinitos.
Mientras ahí está la ausencia, la falta de la hermana, la hija, la compañera, la socia. En nuestras leyes desde 1870 ausencia es un término jurídico que se refiere a la incertidumbre o indeterminación acerca de la existencia de una persona, sin poderse precisar si está viva o muerta. Eso, ¿qué significa para alguien que vive esa incertidumbre?
Informó apenas el Comité de Naciones Unidas Sobre la Desaparición Forzada que el 25 por ciento de las más de 95 mil 121 personas desaparecidas son mujeres y niñas; sólo seis por ciento son judicializadas y se han emitido únicamente 36 sentencias. Dijo que en México la impunidad es casi total.
El 8 de abril de 2021 del subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas Rodríguez dio las mismas cifras cuando presentó el plan de búsqueda de personas desaparecidas, dijo lo mismo que la ONU: “las mujeres representan el 24.8 por ciento de las desapariciones”. Enfocado sólo en las niñas, adolescentes, menores de 18 años, estas representan el 55.65 por ciento de todas ellas. Una tragedia para las madres cada amanecer.
El presidente Andrés Manuel López Obrador responde al informe de la ONU, sin cavilar en ese dolor del alma, que él tiene otros datos e invitó a las y los expertos a que se informen bien. “Eso ya no pasa en México”. En su administración desaparecieron ya más de 25 mil personas; 13 mujeres y niñas cada día. O no conoce sus propias cifras o todo lo engarza en su infinita búsqueda de votos y su prepotencia. Cierra los ojos ante la crisis humanitaria, renuncia a su investidura. Y del Plan de hace un año no hay resultados ni rendición de cuentas. Veremos.
*Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx