SOLEDAD JARQUÍN EDGAR*
SemMéxico, Oaxaca. Cómo hemos dicho, quizá no baste que por primera vez en México una mujer asuma, este mismo año, la presidencia de la nación mexicana, sino que esa mujer Claudia Sheinbaum Pardo o Xóchitl Gálvez Ruíz, lo hagan desde una posición diferente, esa que tiene que ver con su ser mujer y lo que en feminismo denominan conciencia de género.
Me hace mucho ruido aquello de que llegamos tarde a la política, que estamos aprendiendo sobre la marcha, porque entonces nos quedaremos con aquello de que echando a perder se aprende. Como millones de mexicanas, lo que sí veo es una gran oportunidad para quien asuma la próxima presidencia. Y no es mucho pedir, ni es cosa de inventar el hilo negro o el agua tibia, sino de concretar una propuesta que ponga a las mujeres como el eje central de la política real, es decir en sus vidas, un contexto social más justo e igualitario, un piso parejo.
Las estadísticas sobre la desigualdad son apenas un reflejo de cómo nacer hombres y nacer mujeres es un determinante y revelan que las mayores afectaciones han recaído sobre mujeres. La vida cotidiana de infinidad de mexicanas revela discriminación y desigualdad, desde su infancia hasta su muerte. Ideas que toman forma, se materializan, en la vida de la mayoría de ellas, en sus mentes y en sus cuerpos, se han hecho costumbre y se han normalizado, vivimos bajo la sombra de premisas machistas que persisten porque hay agentes sociales que no cambian y que gozan de permisividad desde las instituciones y, en el peor de los casos, son muchas veces las propias instituciones responsables de su reproducción.
Por el contrario, las luchas feministas han puesto todo para demostrar el origen de la desigualdad, pero el poder-poder no ha estado en manos de las mujeres. Ahora sí existe esa posibilidad. A lo largo de la historia humana hemos desmoronado, como si fuera un pan, parte de lo establecido al abrir esos caminos-espacios que nos dijeron que no podíamos ni debíamos abrir, como la caja de Pandora. Sin embargo, no podemos negar que las ideas de la inferioridad y el machismo siguen permeando nuestras vidas. Aquí, algunos hitos de nuestra historia.
La política es solo para hombres…pero aparecieron las primeras: presidenta municipal Aurora Mesa Andraca (Chilpancingo, Guerrero, 1936); regidora Rosa Torre González (Mérida, Yucatán, 1922); diputadas locales Elvia Carrillo Puerto, Beatriz Peniche de Ponce y Raquel Dzib Cicero (Yucatán, 1923); diputada federal, Aurora Jiménez de Palacios (septiembre de 1954); senadoras María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia (1964) y gobernadora Griselda Álvarez Ponce de León (Colima, 1979) y sí, este año, México tendrá su primera Presidenta.
Mujeres que rompieron las barreras al estudiar carreras que hasta finales del siglo XIX era “cosa de los señores y por tanto estaban prohibidas para las mujeres decentes”: Matilde Montoya, primera médica mexicana (1887); la abogada María Asunción Sandoval de Zarco (1898), que de acuerdo con la periodista Dolores Correa, sus profesores “sentían pena por enseñar –jurisprudencia- a una mujer”; la ingeniera Concepción Mendizabal (obtuvo su título en 1930) y qué decir de la primera arquitecta María Luisa Dehesa Gómez Farías (1939).
Vimos llegar “al hombre a la Luna”, sin embargo, Valentina Tereshkova “Chaika”, Gaviota en ruso, hace 60 años, fue la primera en volar en el espacio exterior. Y tenemos una lista importante de mexicanas que trabajan en la NASA, como científicas o como astronautas, empezando con Ellen Ochoa primera mexicana en volar al espacio.
El futbol no es cosa de niñas…los cronistas deportivos han elaborado un ranking o clasificación de 50 futbolistas destacadas en este momento en diversas ligas del mundo, principalmente de Europa y América. Mujeres que libran duras batallas contra el machismo dentro de los vestidores y con los directivos.
Estos son apenas cuatro ejemplos de mujeres que por ser pioneras dejaron su huella en la historia, pero, ante todo, abrieron las puertas prohibidas y rompieron mitos… unos que más de cien años después persisten, tanto que las futuras candidatas a la presidencia de México tienen sobre sus hombros una enorme tarea y están obligadas, muy obligadas, a dar muestras de construir desde sus propuestas un camino menos pantanoso para las mujeres.
La candidata oficial Sheinbaum Pardo todavía no da muestras de quién es ella, la mujer- aspirante. Desde que tomó protesta como jefa de gobierno de la Ciudad de México llamó mucho la atención al imitar el hablar pausado y las frases de AMLO. Desde que la científica (un plus curricular, sin cuestionamiento y muy importante) está en campaña no logra separarse de lo bueno, pero tampoco de lo malo del actual presidente, acepta y repite. En el balance del gobierno de la cuatroté no hay resultados positivos para las mujeres: cierre de estancias infantiles, de albergues para mujeres violentadas y sus hijos-hijas; la reducción sustantiva del presupuesto a programas que favorecían a las mujeres o hasta la contracción a la nimiedad del Instituto Nacional de las Mujeres, por citar algunos ejemplos de la nula política de género de López Obrador. Sheinbaum sigue sin poner distancia del presidente y ha reiterado, una y otra vez, la continuidad del proyecto lopezobradorista.
La candidata de oposición, Xóchitl Gálvez es producto de un error de cálculo de AMLO. Si el presidente le hubiera abierto la puerta a la mañanera, hoy no sería candidata. Su origen ideológico es de derecha, propuesta que choca con el reconocimiento de TODOS los derechos de las mujeres, incluyendo el aborto. Reivindica su origen y el esfuerzo que le representó “salir adelante” a pesar de la pobreza. Situación que provocó que sus propagandistas utilizaran, como capítulo de telenovela mexicana, hasta que se convirtió no únicamente en una exitosa empresaria sino en la aspirante presidencial. Llena de ocurrencias, que aunado a su espíritu retador provoca felicidad en sus seguidores. Pero ¿qué más podría ofrecer? Su mayor reto en este momento es saber si realmente romper con las exigencias de los líderes partidarios que la cobijan. Me refiero a Alejandro Moreno del PRI, Mako Cortés del PAN y Jesús Zambrano del PRD, por cierto, una oposición que afirman quienes saben de política, fue resucitada por la hidalguense.
Cualquiera que sea la futura presidenta tendrá por primera vez, reitero, el poder-poder en sus manos y por eso solo recordarles que ya no bastan las palabras, porque esas se las lleva el viento, se vuelven lugares comunes como pueblos deshabitados. De ahí que para cambiar a México es necesario cambiar la condición social de las mujeres.
* Periodista, feminista. Premio Nacional de Periodismo