SOLEDAD JARQUÍN EDGAR (SemMéxico, Oaxaca). Al día de hoy, Alejandro Murat ha gobernado Oaxaca durante mil 870 días, pero hace tres dijo en tono de denuncia, al menos así lo deja ver en su arenga en la convención de delegados de su partido, el PRI, que en el cabildo de Juchitán, “tiene nombres de capos de la mafia”.
Hace una semana, ese municipio ubicado en la región del istmo de Tehuantepec, reportó 10 asesinatos en tres días (2,3 y 6 de febrero), siete mujeres –cinco adultas y dos menores de edad- y tres hombres. Emilio Montero Pérez, quien repite como presidente municipal en Juchitán, explica que esos son “ajustes de cuentas” y el fiscal Arturo Peimbert promete no impunidad y volvió a prometer que se sumaran los tres órdenes de gobierno a las acciones para detener el crimen (eso ya lo había escuchado en junio de 2018, ¿qué pasó? absolutamente nada). La moraleja: No se puede tapar el sol con un dedo.
Juchitán de Zaragoza es considerado entre los municipios más violentos del país. 25 años de violencia según afirmación del presidente municipal Emilio Montero. En 2018, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, con corte al mes de abril de ese año, se ubicó como el noveno municipio más peligroso del país, con 95.1 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
Un año después se colocó en el sitio 41, con 53.2. En 2020, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal asociación civil dijo que ocupaba el lugar 20 de los municipios más violentos de México. Y para el 2021, ningún municipio de Oaxaca estaría entre los 50 municipios más peligrosos del país, datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ¡Un milagro!
Lo cierto es que, aunque ya no esté en el mapa de los municipios más violentos, la realidad es otra, los hechos hablan por sí solos.
Ejemplo concreto es la violencia contra las mujeres. Consultamos la información de la Plataforma Violencia Feminicida de Consorcio Oaxaca en su página web y encontramos en lo que va de estos mil 870 días del gobierno agonizante de Murat Hinojosa, han sido asesinadas 44 mujeres, solo en el municipio de Juchitán. Lo que hay que destacar que en 31 casos se utilizaron armas y en número importante de los hechos violentos actuaron lo que llaman “comandos armados”. Es decir, este municipio, concentra el 7.3 por ciento del total de los asesinatos violentos cometidos contra mujeres en Oaxaca, una entidad de 570 municipios.
Es un hecho. En la Heroica Ciudad de Juchitán de Zaragoza campea la violencia de la mano de la impunidad, es muy alto el número de feminicidios y homicidios sin resolver, derivado de los muchos años de procuradores y fiscales apáticos e incapaces para atender el cargo o mantenerse a flote en el lodasal. Es pública y notoria la existencia del crimen organizado, infiltrado en diversos estratos de la vida pública de ese municipio y lo que alcance a llegar hasta el Congreso local y el todo lo que represente el gobierno estatal. Una bola de nieve solapada desde hace más de dos décadas.
Por eso la afirmación de Alejandro Murat que suena a burla no sorprendió a nadie en absoluto, las personas aludidas redujeron las afirmaciones “del jefe del ejecutivo” a afirmaciones de un “jefe de una facción política y a un contexto político electoral”.
Los capos de la droga y los asesinos a sueldo que irrumpen a cualquier hora del día en Juchitán no actúan solos. Murat lo sabe, lo ha sabido siempre, pero se guardó “la novedad” para poner el tono y el color al proceso electoral que se avecina. Malo, malo en verdad. Lo cierto es que la violencia ha tocado a cientos de familias por los hechos ocurridos en Juchitán, pero en lugar de resolver el problema, ciertamente se lucra con el dolor.
Ya pasaron los días cuando se tomaban fotos juntos y en Juchitán el gober y el presidente, las jornadas cuando lo recibían con collares de flores y bandas de música. Ahora le toca aclarar y hablar en serio. Murat ya tendría que tener una respuesta. Señalar con su dedo de dios-gobernador y decir quiénes son los capos de la mafia. Y hay que recordarle a Muratito que, efectivamente, en 2018 le dijimos que había desde mafiosos hasta delincuentes electorales, pero como eran sus amigos no los tocó.
Cierto, también lo afirmó el presidente municipal juchiteco en su respuesta, el viernes pasado, al “jefe de una facción política” Alejandro Murat, cuando le preguntó: “¿Por qué exponerla en un acto político y electoral, solo para ganar el aplauso fácil y no ante las Fiscalías? Si tiene pruebas de sus dichos cubiertos de mezquindad, preséntelas, de lo contrario, le pedimos que se retracte”.
Por lo pronto lo que vemos es un real pleito de niños-machos, a ver quién escupe primero.
Lo que más se ve en el Cabildo de Juchitán es que se pasaron del juego de las sillas a ese que dice “agarrar y nunca soltar”, como sucede con el presidente Emilio Montero, quien primero llegó por Morena y ahora por el PT y se inventa la “izquierda religiosa”, una aberración que no existe; Gloria Sánchez López que entre uno y otro gobierno municipal se siguió como diputada local para entretenerse, volvió a Juchitán y aceptó, aunque sea una regiduría, porque lo que más quieren es vivir del presupuesto. La otra es Samara Terán ¡ups! La prima de la extinta Pamela Terán, quien ha tejido dos regidurías al hilo no importa si para llegar tengan que mentir y quedar bien con el diablo, lo mismo pasó con Hageo Montero, quien en 2018 se benefició de recursos públicos y ni así ganó la presidencia municipal por lo que no tuvo de otra y repitió como regidor, solo que ahora de una que, dicen, si deja dinero.
Porque resulta curioso, cómo un municipio tan rico en recursos, esté sistemáticamente entre los municipios con mayor número de personas en pobreza (como señala el informe Pobreza y evaluación 2020), lo que sucedió en 2010 y 2015.
Ahora sí, el presidente Montero Pérez, como lo hizo en enero de 2019, tendrá que darle las llaves del municipio no sólo a Jesucristo, sino a toda la corte celestial porque además de esta escalada de violencia -tipo tsunami- que se vive en el pueblo juchiteco, podría enfrentar él y su cabildo acciones de riesgo, y que el propio Montero reclama a Murat, ya que con sus señalamientos “incriminatorios” les ha puesto el dedo encima a todo el cabildo y a sus familias. O tal vez, la Fiscalía tendrá que ponerse a trabajar sobre lo que ya sabe. Bueno, eso si lo que dijo Murat va en serio, y no se trata solo de una ocurrencia en tiempos de elecciones, una acusación en un contexto político, una bravuconería o una denuncia mediática sin mayor fondo ni forma, una pretendida sorpresa en sus mil 870 días de gobierno en turno.
La pregunta de fondo es ¿quién dejó crecer la violencia mafiosa en Juchitán y en general en toda la región del Istmo?, una violencia que repito ha costado mucho dolor y sangre a cientos de familias desde hace 25 años…25 años, ¡eureka! justo cuando inició el gobierno de José Murat Casab, el papá gobernador del actual gobernador de Oaxaca. Vaya casualidad.