SOLEDAD JARQUÍN EDGAR (SemMéxico, Oaxaca). Cien mil personas están desaparecidas en México. ¿Eso es normal en un país?
La desaparición en México ha pasado en la historia reciente de los contexto político-sociales a la mayor escalada de personas desaparecidas como resultado de otro fenómeno con el que también nos hemos acostumbrado a vivir: el crimen organizado.
Homicidios, feminicidios, desaparición de personas…alimentan a los medios de comunicación cada día, con verdades, con verdades a medias y hasta con una que otra mentira, un tinte de sensacionalismo, un matiz que culpabiliza a las víctimas o minimiza la grave crisis de seguridad en México, advierten una y otra vez los colectivos.
¿Como puede una mujer acudir a una cita en busca de trabajo y desaparecer? ¿Cómo un grupo de muchachos sale a divertirse y nunca más saber de ellos? Las historias de cada uno de ellos y de ellas son contadas por sus madres-padres, quienes han emprendido por años su búsqueda y la búsqueda de los otros y las otras, negándose a aceptar las omisiones y la inacción de las autoridades.
Para las familias el mayor riesgo es la costumbre, el hábito, la naturalización, la normalización de un fenómeno que abarca al país completo por parte de la sociedad. No te das cuenta que las desapariciones existen hasta que te pasa, no podemos esperar que les pase a otras familias, ha dicho y lo reiteran en Oaxaca en el marco de la Caravana Nacional Narrativas y Memorias de la Desaparición en México.
La desaparición de sus hijos-hijas, madres-padres o hermanos-hermanas los moviliza. Porque no es que la tierra se los haya tragado, porque en algún momento debieron dejar rastro. Así se juntan, luchan y protestan, pero las familias de las personas desaparecidas fueron más allá de todo.
Y tuvieron que hacerlo porque las autoridades no daban respuestas. Se organizaron. Sin embargo, ven el mayor problema en las fiscalías que no cuentan con personal ni equipos. Buscar personas desaparecidas es una actividad que poco o nada se desarrolla en las Fiscalías a pesar de los cien mil desaparecidos y desaparecidas que esperan volver a casa. Las Fiscalías, los elefantes blancos donde duerme un sueño profundo la justicia, ya no responden.
Y tuvieron que hacerlo ante la falta de empatía del resto de la sociedad, que pasa sin mirar las fichas de búsqueda pegadas en las paredes de terminales de autobuses, en cualquier espacio de una esquina de alguna ciudad del país o que circulan minuto a minuto en redes sociales. ¿Qué pasaría si mañana todas las personas usuarias de las redes sociales compartieran alguna o algunas de estas fichas? Y si en lugar de mirar lo hacemos. Ayudaríamos en mucho a estas familias y haríamos conciencia de es grave problema que recorre las calles de cada comunidad del país.
Toda esta circunstancia provocó que madres y padres salieron a buscar a sus hijos e hijas ¡Hasta encontrarlos! Trabajan contra el tiempo y el olvido. Se inventaron mecanismos, como las varillas de acero y aprendieron a olor y a mirar de otro modo, a actuar de otro modo, porque como dice Maricela Alvarado de la Red de Buscadoras/buscadores México, cuando “te pasa” no sabes qué hacer.
El caso de la desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la normal rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, desaparecidos la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, hace ya casi ocho años, es la punta del iceberg de un problema que en México se ve de reojo desde la sociedad, atravesado ciertamente por el racismo y la discriminación. Ayotzinapa es el espejo de una realidad mexicana perpetrado por el “crimen organizado”, criminales y altos mandos del ejército mexicano (o instituciones del poder), para que se entienda.
30 de agosto, es el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, nació en 2010 en el seno de la Asamblea General de la ONU cuando se aprobó la resolución y que estableció su observación hasta el año siguiente, “por el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo, como los arrestos, las detenciones y los secuestros cuando son parte de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas, y por el creciente número de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e intimidación padecidos por testigos de desapariciones o familiares de personas que han desaparecido”.
Quizá ya es tiempo de volver la mirada, de actuar, porque tanta pasividad social, tanto dejar pasar las cosas, nos remite al estado actual: 100 mil personas desaparecidas en México.