SOLEDAD JARQUÍN EDGAR (SemMéxico, Oaxaca). Al iniciar el mes de marzo, comenzarán una gran diversidad de actividades feministas que buscan para poner sobre la mesa las reivindicaciones sociales de las mujeres, de nuestros derechos, tan maltrechos en estos tiempos de violencia machista, venga de donde venga.
Quizá haya quienes piensen que los “tambores de guerra” de las feministas se preparan. Las feministas no hacen la guerra, están respondiendo a la ausencia de respuestas concretas, a años y años de pedir lo mismo: una sociedad que reconozca de “pe a pa” a las mujeres, desde que nacen hasta su muerte y a veces después de su muerte.
Las demandas feministas durante el primer y segundo Congresos de Yucatán en 1916, hace 106 años, son más o menos las mismas que se siguen planteando las mujeres y ¿se dan cuenta? en México todo está a medias. Es un perpetuo sistema de derechos inacabado para las mujeres, aunque a diferencia de entonces hay avances sustanciales que no fueron como se escuchaba decir antes a las feministas “graciosas concesiones”.
Un ejemplo ha sido la larga lucha para despenalizar el aborto en México. Una demanda que tiene en México más de cien años y que hoy solo es posible –a medias. Únicamente, 11 estados del país, casi la tercera parte tienen ese derecho ¿y el resto? ¿Cómo para cuándo? Las proclamas feministas de hace más de 100 años señalaban que las mujeres querían “sacudirse la tutela clerical”, la misma que hoy siguen sosteniendo los gobernadores, gobernadoras y diputaciones de 21 estados del país.
Entonces, tenemos 11 estados – Ciudad de México, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Baja California, Coahuila, Colima, Guerrero, Baja California Sur y Quintana Roo y Sinaloa- con el derecho al aborto hasta la 12 semana y 13 semanas en Sinaloa, pero, hay que decirlo, ese derecho está a medias porque, aunque debería ser un servicio de salud, todavía está plagado de obstáculos –morales y materiales-. Son pocas las clínicas u hospitales públicos a donde pueden acudir a interrumpir su embarazo de acuerdo a la ley, un ejemplo concreto es Oaxaca.
Por otra parte, la tarea del gobierno de prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres sigue siendo débil y los resultados simplemente son inexistentes, la impunidad es la regla. Los datos oficiales que proporciona la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares lo explica: 7 de cada 10 mexicanas mayores de 15 años de edad, han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. ¡Siete de cada diez!
Imaginemos esto, en un salón de clases de tercer año de secundaria, hay 40 alumnos y alumnas, poco más de la mitad son mujeres. Digamos 23. En términos generales 16 de esas chicas han vivido discriminación, gritos, golpes, tocamientos o violaciones, y también han sido alcanzadas por la violencia digital ¿en dónde? en su casa, en la escuela, el transporte público o en la calle, principalmente.
Pero también en las instituciones cuando por ser mujeres no se les privilegia con una beca o no se les impide viajar a una competencia. Ello explica el hecho de que los hombres tienen un ligero, pero más alto grado promedio de escolaridad (Inegi). Para más exactitud les diré que de acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública, principales cifras 2021-2022, en este país tres millones 135 mil 831 mujeres de entre 12 y 15 años asisten a la escuela secundaria.
Lo mismo sucede con las maestras secundaria, del total del personal docente 220 mil son maestras, de ellas, poco más 156 mil profesoras de secundaria han estado alguna vez sometidas a cualquier tipo de violencia. La misma que pasan las niñas y adolescentes, pero aumentada, considerando violencias como la ginecológica o la vicaria, la familiar, la laboral, la comunitaria y la institucional ¿en dónde? En todos y cada uno de los espacios –privados o públicos- que pisen.
Estos ejemplos solo sirven para observar el tamaño de la violencia un fenómeno que sigue provocando los asesinatos violentos de mujeres a manos de perpetradores conocidos o desconocidos para ellas, porque el espectro se ha movido en los últimos años, de acuerdo con el comportamiento de la violencia en el país.
Esa es una de las demandas más sentidas de las mujeres que desde hace más de 10 años tenemos a la mano una ley para una “vida libre de violencia” y que no vemos concretada en ningún sentido, lo cual constituye una discriminación por parte del Estado mexicano y que da como resultado que cada día 21 mujeres sean asesinadas.
Aun así, Claudia Sheinbaum se niega a reconocer el problema y ¿cómo lo hace? al ignorar la postura de cientos de mujeres del país de destinar la ex glorieta a Colon, como las Glorieta de las Mujeres que Luchan, una figura que encarnan las madres de cientos de miles de mujeres asesinadas y desaparecidas en México.
Como el derecho a interrumpir legalmente un aborto, la prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia siguen siendo una tarea no acabada en México, de ahí que otra demanda de las mujeres es la erradicación de la impunidad que solo se explica de dos maneras: la misoginia y la corrupción, que prevalecen en el sistema social-político mexicano y que ahondan la desigualdad.