NATALIA VIDALES DE BITTERLIN* (SemMéxico, Hermosillo, Sonora). Total, la sociedad civil no descansa en este gobierno. Si no es por una cosa es por otra, pero el caso es que tenemos que estar con mucha atención, frente a las descabelladas propuestas que salen de la presidencia de la República, para conocer y analizar las iniciativas y así, contribuir a contrarrestarlas.
¿De qué se trata ahora? De que, las y los ciudadanos tendremos, de nuevo, que alzar la voz para concientizar a la población -sobre todo a las jefaturas de familia- de la locura que significa la nueva propuesta educativa de la Secretaría de Educación Pública, que destruye por completo lo construido en el pasado. Tomar conciencia y llamar a manifestarse en contra de un sistema que pretende implementarse con el consecuente daño a los estudiantes de los niveles de educación básica.
Es descabellada la propuesta porque propone desaparecer las asignaturas, suprimir la evaluación a los alumnos, no calificar su desempeño -sino que sean las y los propios estudiantes quienes se valoren-. Y da libertad a las y los maestros para que la información que den al alumnado sea no de acuerdo a los planes de estudio oficiales sino según su propio criterio, con el grave peligro que esto conlleva y que atenta, además, contra el derecho de madres y padres de familia de formar a sus hijas e hijos de acuerdo con las convicciones y creencias de cada familia.
Gilberto Guevara Niebla, presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C. quien fungiera como Secretario de Educación Básica tanto en el sexenio de Ernesto Zedillo como con el propio presidente Andrés Manuel López Obrador,
advierte en el manifiesto En Defensa de la Educación -que circula por todo México- del peligro de la implementación de este sistema que pretende pasar ¨de la educación moderna actual – y que según la SEP sirve solo a las élites empresariales y políticas dominantes– a una educación que sirva, por el contrario, a los grupos sociales oprimidos y tenga como centro organizador, no al alumnado, sino a la ¨comunidad¨.
En un tema de tantísima importancia como es la educación de niñas, niños y adolescentes, la ciudadanía, hombres y mujeres, no podemos permanecer inertes, confiando en que ¨todo estará bien¨.
No. No podrá estar todo bien, sobre todo si quienes estén al frente del salón de clase, las y los niños podrán manifestarse con toda libertad e influir en las mentes y los corazones estudiantiles, en plena etapa formativa, según lo que consideren es lo correcto, o su ideología o ¨su verdad¨.
Como bien lo dicen ya los especialistas: el futuro educativo de México está en peligro, porque el proyecto gubernamental no respeta -sino atropella- principios constitucionales básicos como el laicismo, la rectoría estatal de la educación, el carácter y el criterio nacional de la educación, la unidad de la nación, la disposición de promover el desarrollo continuo del proceso enseñanza y aprendizaje, el fomento del amor a la patria, el criterio que establece que la educación se base en los avances del desarrollo científico y luche contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Por todo eso, de nuevo la sociedad civil tiene –tenemos todos– el deber de emprender una nueva lucha teniendo presente que no debemos permitir que en los planteles educativos no solo no se les brinde educación de calidad a las niñas y a los niños, sino que éstos sean manipulados y se les infiltren mensajes e ideas que les distorsionen la mente y el espíritu.
Hoy, de nuevo es tiempo de actuar para evitar este nuevo golpe a la sociedad. Porque se trata de nuestros hijos o nietos y los mexicanos tenemos el derecho a vigilar su formación, en todos los sentidos.
Sin duda estamos de acuerdo en que hay deficiencias en materia educativa, pero de ninguna manera debe haber cambios negativos, que trastoquen ni los valores, ni la formación académica, ni la cultura propia de los mexicanos intentando sustituirla por otra que nos es ajena.
Preparémonos pues para una nueva batalla.