NATALIA VIDALES DE BITTERLIN (SemMéxico. Sonora). Tiene sobrada razón la ciudadanía en cuestionar a las autoridades sobre las acciones de terrorismo que se han llevado a cabo en diversos estados del país en los últimos días.
Son muchas, de más, las preguntas; pero sin respuestas.
Como ejemplos: ¿dónde estaba el ejército y los cientos de miembros de la Guardia Nacional que se supone deben proteger la integridad física de los mexicanos y sus bienes, pero que no lograron evitar la tragedia?; ¿Cómo es posible que no tengan un plan de prevención que evite o que disuada a los criminales de realizar estos verdaderos actos de terror en tantos estados y ciudades del país?.
¿No hubo, acaso, siendo bastante previsible dadas tantas muestras de violencia y de crimen en el país, ningún trabajo de inteligencia para detectar la amenaza?
¿Por qué si, como aseguran, había amenazas del narco para el gobierno, no se atacó ninguna propiedad oficial como edificios y patrullas; sino a ciudadanos inocentes sin deberla ni temerla?.
¿Por qué la información a la población llega tarde y es escueta?
La sociedad civil tiene -tenemos- derecho a conocer las respuestas para saber qué esperar y no elucubrar ni atender voces alarmistas. Solo así podrá evitarse el pánico entre la población, en vez del terror padecido durante estos días y el fin de semana.
Acabada de pasar la crisis del Covid con los estragos ocasionados -tanto en el estado anímico como en el moral y el económico de la población- se presenta esta otra crisis con una buena dosis de ansiedad, nerviosismo, temor, e incertidumbre de hasta dónde puede llegar.
De nuevo, entonces, el encierro y la afectación económica. E igual, de nuevo el gobierno no actúa como le corresponde.
Una vez más deberá ser la sociedad civil la que tendrá que hacer uso de sus propias herramientas para sortear esta nueva tragedia que nos ataca porque, de nuevo, el presidente minimiza lo ocurrido, según lo dijo durante su mañanera de este lunes, cuando culpó a sus “adversarios” de exagerar la situación –pese a la gran diferencia de que, ahora, los muertos fueron del todo inocentes.
Que lamentable.