
NATALIA VIDALES DE BITTERLIN
SemMéxico, Baja California. Pese a los pronósticos negativos y a los peligros que tuvo que sortear, la venezolana Ma. Corina Machado llegó, el pasado miércoles, a Oslo, Noruega.
No estuvo a tiempo para recibir personalmente el Premio Nóbel de la Paz, pero sí para enviar al mundo su mensaje: ¨la democracia no es un lujo ni una formalidad, sino un requisito para la paz¨.
Así, contundente, esa valiente líder venezolana conmovió al mundo entero al dejarse ver después de más de dos años de vivir en la clandestinidad por el peligro real de encarcelamiento o muerte por parte de quien la ha perseguido con furia por continuar con su lucha por la libertad: el presidente Nicolás Maduro.
Hubiera sido maravilloso verla en el imponente auditorio del Ayuntamiento de Oslo recibiendo la presea -ante representantes de la unión europea y de todos los rincones del orbe-, pero no alcanzó a llegar y fue su hija, una joven que ya brilla por su liderazgo, quien lo recibió en su nombre.
Dos mujeres -una madura y otra que apenas inicia su camino por la vida- destacaron esta semana y dan una esperanza para quienes viven en países con gobiernos autoritarios y represores.
Si ellas han podido enfrentarse a un gobernante sin escrúpulos…otros también pueden. ¿Por qué no?
Sin duda no es fácil ser opositor de un sistema -cualquiera que éste sea-; podemos ver este reciente ejemplo de Ma. Corina quien por oponerse a un gobierno tiránico y hacer oír su voz ha sido perseguida y orillada a vivir en la penumbra y alejada de sus seres queridos.
Con una fortaleza digna de admiración ha dejado atrás el confort y la vida fácil y se ha rebelado a un enemigo fuerte y poderoso en búsqueda de la defensa de la democracia, porque, como bien dice: ¨no hay paz posible en sistemas que restringen libertades, que estigmatizan y/o criminalizan la crítica…o que concentran el poder sin límites¨.
En nuestro país urgen liderazgos como el de Ma. Corina -de hombres o de mujeres-, pero el sacrificio que ello implica es enorme y no hay quien desee pagar ese precio. Por ello, los malos gobernantes llegan a empoderarse tanto que se convierten prácticamente en Reyes, sin contrapesos de ningún tipo.
El país de Ma. Corina, Venezuela, está agonizando, pero en México -al igual que en otros países, por supuesto- no vamos nada bien y mientras más tarde haya conciencia de ello mayor será el daño general.
Hemos visto en nuestro querido país, en poco tiempo, la desaparición de órganos autónomos, la intolerancia para expresiones de los opositores, ataque a las libertades por manifestarse en contra de tal o cual decisión gubernamental, la presión para con los periodistas, las descalificaciones, las confrontaciones, el fomento a la división…
Todo ello, han vivido los venezolanos y fue el camino para el inicio de la situación actual de los ciudadanos.
Nosotros… ¿para allá vamos? Las señales ahí están y no son nada buenas, por cierto.
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