GUADALUPE RAMOS PONCE (SemMéxico, Guadalajara, Jalisco). Conocí a Flor hace treinta años, soltera y sin hijos trabajaba en el aseo de casas. En esa época se embarazó y tuvo gemelas. Las primeras de los siguientes 9 hijos que tendría en los años posteriores. Mujer trabajadora que como pudo, sacó adelante a todos sus hijos e hijas. Siempre sola, los hombres de su vida se encargaban de embarazarla y dejarla.
No supe de ella por mucho tiempo, hasta diciembre del 2022 que me llamó angustiada al enterarse que dos de sus hijos (uno de 22 y otro de 20), habían sido “levantados” cerca de su domicilio. Esa tarde del 26 de diciembre, Bryan llegó de trabajar de su oficio de albañil, le dijo a su mamá que iría a la peluquería a cortarse el cabello; al salir de casa, su hermano Abel recién llegaba y se ofreció acompañarlo también a cortarse el cabello. Esa fue la última vez que los vió, fue a presentar la denuncia por las desapariciones de sus hijos sin que las autoridades de la fiscalía realizaran investigaciones para su búsqueda. Casi siempre, a ella le pedían información que no tenía.
Hace una semana, Flor recibió una llamada de una trabajadora social de un hospital en Michoacán. Le indicó que su hijo Bryan se encontraba hospitalizado con 11 balazos recibidos de frente en un supuesto enfrentamiento con el Ejército mexicano. Desde entonces ha seguido otro calvario para Flor, pasó Brian de víctima a delincuente. Así es tratado en el hospital de Morelia donde se encuentra custodiado. Así es tratada Flor, a quien no le dan información ni de la situación legal de su hijo ni de la situación médica. En un breve encuentro que le permitieron con su hijo y ante las dificultades para expresarse, solo alcanzó a decirle que pudo escaparse de donde lo tenían cautivo, solo para encontrarse con un grupo de militares que le dispararon de frente. Lo encontró como indigente, con el cabello crecido, muy sucio y delgado. De su otro hijo no alcanzó a decirle nada.
Esta es la historia de muchos de las y los desaparecidos en Jalisco, se las y los llevan los grupos delincuenciales al trabajo forzado y después aparecen muertos/muertas como si fueran parte de esos grupos delincuenciales. Son los falsos positivos que en Colombia tuvieron su propia historia; en México y particularmente en Jalisco son personas que nadie busca, son vidas que a nadie interesan. Esperamos que Brian sobreviva y nos cuenta su trágica historia que permita encontrar a su hermano con vida. Esperemos que el Estado deje de tratarlo como delincuente, como “imputado” y le brinde el trato digno que necesita él y su familia. Recuperar su dignidad de víctima es lo mínimo que tendría que recibir de un Estado que no ha sabido proteger a los jóvenes y que permite que sean carne de cañón en esta guerra que no pidieron.
Las imágenes de jóvenes desaparecidos/desaparecidas se multiplican día con día en el Estado, sus rostros nos interpelan todos los días en la calle, en las plazas, en carteles pegados por todos lados donde quede un espacio para denunciar la desaparición, ante la incapacidad del gobierno de dar respuestas, de encontrar a los responsables y de castigarlos. El camino fácil para el gobierno, ha sido construir la narrativa de que esos jóvenes también son delincuentes. Así lo hicieron con los 8 jóvenes desaparecidos y esaparecidas del Call Center y de los que recién se acaba de confirmar su asesinato.
Actualmente, el SISOVID sólo reconoce como desaparecidas en la entidad a 13 mil 918 personas; estos datos contrastan con lo que se reportan en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación donde se señala la existencia de 15 mil 42 desapariciones en el estado con corte al 6 de mayo de 2023, en su conteo histórico.
Solo durante el actual gobierno, han sido desaparecidas casi 7 mil personas, en su mayoría jóvenes mujeres y hombres, sin embargo, en su cuarto informe en materia de seguridad pública, el gobernador afirmó que las personas en Jalisco se van por su gusto y luego aparecen; afirmó que solo uno de cada 10 casos tiene que ver con un acto delictivo, es decir, que el 90 por ciento de estas personas desaparecen por voluntad propia.
“(Son personas) que se van y que luego aparecen, pero la estridencia es enorme, (…) lo demás tiene que ver con otras causas”, indicó.
Colectivos de familiares de personas y especialistas han denunciado que el Gobierno del Jalisco “no reporta el total número de denuncias de desaparición” ante el Gobierno federal y maquilla las cifras, ya que desde marzo el gobierno estatal dejó de alimentar el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).
La tragedia humanitaria en Jalisco es esa, miles de jóvenes desaparecidas y desaparecidos que no son buscados, que son criminalizados, que son revictimizados/as por un gobierno más preocupado por desaparecer cifras, por ocultar la grave problemática que viven miles de familias que además del gran dolor de la desaparición de su familiar, enfrentan el agravio de perder la calidad de víctimas para ser tratadas ellas y sus desaparecidos/as, como delincuentes.
Dra. María Guadalupe Ramos Ponce
Vicecoordinadora de CLADEM en México
Profesora Investigadora de la UdeG.
@dralupitaramosp
Canal de Youtoube Dra. Lupita Ramos.