MIRADA VIOLETA/ Imelda Virgen, el primer feminicidio que Jalisco ocultó

LUPITA RAMOS PONCE (SemMéxico. Guadalajara, Jalisco). “La mata su marido por celos”, fue el titular que dio la noticia a la familia, después de que la Fiscalía General del Estado omitiera decirles qué le había pasado a Imelda Virgen, de 41 años de edad, aquel 29 de septiembre de 2012.

Una década tardó en llegar la Justicia a la familia de Imelda. El día martes 15 de marzo de 2022, la Primera Sala del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco determinó que, en la sentencia emitida en 2019, el juzgador no tomó en cuenta que la maestra Imelda Josefina Virgen Rodríguez fue asesinada por razones de género, por lo que se repuso el proceso y se modifica la sentencia de primera instancia, condenando a 73 años 4 meses a tres de los sentenciados, así como a una mujer condenándola a 22 años, 4 meses.

Gilberto Enrique Vázquez Cortés ex esposo de Imelda y quien ordenó su asesinato, junto con David Calzada Ceja y Sergio Fabián Sánchez Belmonte habían sido condenados a 55 años de cárcel por parricidio y violación, pero se les sumaron 18 años 4 meses.

Mientras que Joceline Yuviana Calzada Ceja obtuvo grado de culpabilidad mínimo e imputabilidad disminuida; su pena cambió de 16 años 8 meses de prisión a 22 años, dos meses y 20 días.

El 28 de septiembre de 2012, Gilberto recogió a Imelda en su trabajo, pero se había puesto de acuerdo con David, Sergio y Joceline para que los agredieran e hicieran parecer que fue un robo.

A Imelda la asesinaron con extrema crueldad, además de sufrir violencia sexual, todo esto en presencia de su esposo Gilberto. Mientras el cuerpo de Imelda estaba tirado, con golpes brutales que marcaban todo su cuerpo, pero principalmente su rostro, un ojo salido de su órbita y la cabeza partida, su esposo sólo traía un morete y la camisa rasgada. Gilberto en su primera declaración se contradijo y terminó confesando su crimen.

El caso estuvo plagado de irregularidades desde el inicio. El primer agravio lo recibió Lupita, la hermana de Imelda que acudió al Servicio Forense a identificar el cuerpo, sin saber que ahí vería una fotografía que no esperaba, la de la noticia de la muerte de su hermana. No se explicaba cómo si a nadie de la familia de Imelda les habían notificado su defunción, si el cuerpo ni siquiera había sido identificado por un familiar, como era posible que un medio de comunicación de nota roja ya sabía la noticia. Un reportero y un fotógrafo a los que sí se le permitió fotografiar el rostro destrozado de una mujer que había sido ultrajada y golpeada brutalmente.

“Yo me molesté muchísimo porque en la Cruz Verde no me dejaron verla, pero sí autorizaron que le tomaran una fotografía y no sabía cuántos más ya la habían visto, pero nosotros no podíamos verla. Nos quedamos ahí esperando a que me dejaran verla; no hubo ningún perito, ningún médico; sólo llegaron unos camilleros y ellos fueron los que nos dijeron acérquense y nos trajeron la camilla”…

El delito de feminicidio fue reconocido en Jalisco el 22 de septiembre de 2012, una semana después Imelda fue asesinada y las autoridades no pudieron reconocerlo como el primer feminicidio de ese estado. Este fue el segundo agravio a la familia y a la sociedad entera. Durante una década la incansable lucha de la familia, organizaciones de la sociedad civil y CLADEM que acompañó jurídicamente el caso, visibilizaron los múltiples obstáculos que enfrentan las familias para acceder a la justicia.

La madre de Imelda Virgen, Mary Rodríguez, murió en 2018 sin ver la justicia para su hija. Se llevó en la memoria los 41 años de existencia de Imelda, una mujer tranquila, callada, conciliadora, sonriente. Imelda era la segunda de siete hermanos: seis mujeres y un hombre. Era psicóloga y trabajaba para la Universidad de Guadalajara como académica y también como parte del personal administrativo. Además, le gustaba desempeñarse como ilustradora y rescatista de animales. Ella tenía ocho años de casada cuando la asesinaron. Hoy, una plaza recuerda su nombre. La plaza Imelda Virgen recuerda al Estado su incompetencia para asegurar una vida libre de violencia las niñas y mujeres de Jalisco.

Mi cariño eterno para doña Mary, ahora sí, descanse en paz.

Dra. Lupita Ramos Ponce
Vicecoordinadora de CLADEM en México
Profesora Investigadora de la UdeG.
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