México, entre la oscuridad y la luz

DULCE MARÍA SAURI RIANCHO*

SemMéxico, Mérida, Yucatán. El final del sexenio del presidente López Obrador será recordado por los apagones que azotan a la mayor parte de México.

No sólo la luz se ha cortado en un racionamiento incomprensible para un país que aspira a participar en la relocalización industrial más grande, el famoso nearshoring.

También el gobierno ha “bajado” el switch de otros importantes sectores fundamentales para el bienestar de las familias mexicanas.

Decidí hacer una lista de “apagones” que hemos vivido a lo largo de casi seis años. Todos tienen en común la advertencia oportuna sobre las consecuencias de “apagar” programas, de cancelar políticas públicas exitosas. También todas coinciden en los oídos sordos que encontraron las alertas y otro factor común, es que en casi la totalidad no hemos tenido que esperar mucho para ver y sufrir sus consecuencias.

Comienzo con el apagón de la energía eléctrica

Se va la luz a cualquier hora, con cualquier pretexto que, agregada la terrible ola de calor, hacen la situación de millones de familias mexicanas prácticamente insostenible. Lo más triste del caso es que desde el inicio del actual gobierno, en 2019, se dio aviso del riesgo que se corría al cancelar los proyectos aprobados para proveer a la CFE de energías limpias, procedentes de los parques eólicos y fotovoltaicos en distintas regiones de México.

La terca realidad alcanzó a las “mañaneras” del presidente, pues no se puede iluminar la oscuridad con sus palabras, ni se pueden ocultar los serios problemas que afligen la vida cotidiana, en la que, una vez más, son los más pobres y vulnerables los que más sufren.

Decisiones

Como en otras áreas de la administración, el gobierno lopezobradorista ha gastado mucho y mal. En vez de ampliar las líneas de transmisión y la capacidad de distribución del fluido eléctrico, decidió comprar plantas eléctricas a una empresa española que, feliz, se llevó los 6,000 millones de dólares (alrededor de 120,000 millones de pesos) a otro país para invertirlos en energías verdes.

Por ningún lado se ve preocupación o estrategia para mitigar los efectos devastadores del cambio climático, del anunciado incremento de la fuerza de los huracanes, como “Otis” que arrasó Acapulco, ni de los nuevos fenómenos de “enjambres sísmicos” presentes en varias regiones del territorio nacional, incluyendo la Ciudad de México. Mínimamente, por favor, que el gobierno permita la conexión de los parques eólicos y solares que ya están listos, pero que no pueden entregar su energía por razones estrictamente ideológicas: porque son privados.

Las políticas que privilegian la generación a través de combustibles fósiles, significativamente el contaminante combustóleo, espero que se cancelen o al menos se reduzcan, en la próxima administración.

El apagón de la salud

Comenzando el gobierno, se apagó el Seguro Popular. A la fecha no acabo de entender las razones por las cuales el presidente López Obrador le tenía tan mala voluntad, cuando era esencialmente un esquema que aseguraba los recursos económicos para atender la salud de más de 50 millones de personas, proveerlas de medicamentos y, si contraían alguna enfermedad de las consideradas como catastróficas —cáncer de varios tipos, padecimientos renales asociados a la diabetes, entre otros—, había un fondo especial para tratarlas y evitarles a las familias la necesidad de atravesar su patrimonio para curar a su ser querido. La entelequia que lo sucedió — El Insabi— duró poco, pero el daño se vio multiplicado con la llegada de la pandemia del Covid. ¡Qué sentirán las familias que sufrieron la muerte de alguien cercano cuando se enteran de que más de 300 mil personas no debieron haber fallecido! “Apagar” la salud significó enfermedad y muerte.

El apagón de la educación

No encontramos con facilidad consecuencias inmediatas de haber “apagado” la educación básica, desde preescolar hasta preparatoria. A diferencia de la salud, que se refleja enseguida en enfermedad y muerte, en la educación el daño profundo se manifiesta a lo largo de la vida, cuando la niñez de hoy salga al mundo con una formación deficiente para enfrentar con éxito su futuro.

El saldo trágico de la pandemia se refleja en casi 1.5 millones de niñ@s y jóvenes que abandonaron las aulas. Pero no es todo. Desconociendo el grave efecto de haber dejado de asistir presencialmente a la escuela, las autoridades lopezobradoristas hicieron caso omiso del rezago educativo de la niñez, prefirieron dictar una disposición para que “tod@s” pasen de grado, sin acreditar los conocimientos necesarios. Reconocer el “apagón” educativo implicaba diseñar y echar a andar un programa de emergencia para recuperar el tiempo, eliminar o al menos, suavizar los rezagos que acompañarán a una generación por el resto de sus vidas.

El apagón a las mujeres

No sólo fueron los recursos no entregados a los albergues para las víctimas de violencia.

Tampoco el apagón se limita a la reducción de los fondos para la salud de las mujeres, la planificación familiar o los programas de formación y capacitación para el trabajo. Cuando se bajó el switch de Progresa-Oportunidades-Prospera, más de seis millones de mujeres dejaron de recibir y administrar los apoyos económicos que el gobierno les transfería para asegurar la salud, la nutrición y la educación de su sus hijos.

El empoderamiento de las mujeres más vulnerables sufrió un grave retroceso del que muy poco se habla.

Podría continuar narrando “apagones” deliberados o como consecuencias no previstas, que ha generado este gobierno. “Apagó” las estancias infantiles, canceló las escuelas de tiempo completo. Acabó con los fideicomisos, el Fonden entre los más significativos. El gobierno puso en penumbras a la ciencia y la tecnología, persiguió a las y los científicos e “inventó” la categoría de la “ciencia neoliberal” para combatir a sus supuestos adversarios.

Democracia

La luz de la democracia se puede apagar si triunfa el control político y la concentración de las decisiones en una persona. Siguen siendo faros de luz los órganos constitucionales autónomos que todavía ejercen su independencia, esto es, que no han sido “colonizados” y desde luego, el poder judicial federal y la Suprema Corte de Justicia. A la difícil tarea que están desempeñando el INE y el Trife, añadamos la función fundamental de preservar la democracia, las libertades, la vida. Oscuridad es la mentira y la traición; la Luz, la verdad y la justicia. Cada uno/a tenemos con nuestro voto la decisión de dejar el switch abajo: en Salud en Educación, en Energía, etc., o quitarnos el miedo, subir el apagador e iluminar a México.

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*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán

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