Mentís a Garcís

Los partidos trataban de hacer de él un político, cuando que no era más que un gran mexicano. Justo Sierra

FLORENCIO SALAZAR ADAME (Guerrero). Vicente Guerrero fue pertinaz, indomable, consecuente con la lucha de la Independencia. El más notable de sus biógrafos –Herminio Chávez Guerrero– señala que el 22 de octubre de 1814 Morelos lo asciende a coronel “y le ordena levantar en armas a los pueblos de la costas Grande y Chica, así como extender la revolución a la provincia de Oaxaca”. Así lo hacía su sucesor al darle “el mismo encargo que él había recibido años antes de Hidalgo” (Vicente Guerrero, El Consumador).

Hasta 1821, cuando pacta con Iturbide el Plan de Iguala, en diferentes acciones, derrotó a cuanto realista pretendió aniquilarlo. Conocedor de las abruptas serranías, barrancos y veredas, recorría cientos de kilómetros para controlar la región del sur. Mostró su decidido carácter cuando, trasladándose a Oaxaca, acampa “en el cerro de Papotla, cercano al río Tacuchis con sólo dos escopetas y un fusil de llave”. Entonces apareció un grupo de realistas que se situó al otro lado de la corriente, sin tomar precauciones de seguridad. Guerrero “armó de garrotes a sus hombres que, amparados en la noche, atacaron al enemigo tomando prisioneros, 400 fusiles y municiones”.

Posteriormente, integró un ejército de más de mil hombres haciéndose temible “en las Mixtecas Alta y Baja; operando como jefe absoluto de ellas”.

Se enfrentó, en diferentes hechos, a los jefes realistas Juan Vicente Robles, Joaquín Combé, Carlos Moya, Pedro Pantoja, Ignacio de Herrera, Nicolás Rodríguez, Eugenio Villasana, Agustín Bustillo. También a Regules, Lamadrid, Armijo, Rionda, Samaniego, Claverino, Antonio Flon, Reguera, Zavala e Iturbide entre otros más. Muerto Morelos (1815), “¿A quién reconocerán como jefe único? ¿A Guerrero? ¿A Victoria? ¿A Bravo? ¿A Terán? Todos eran valientes” pero ninguno tenía el prestigio del Siervo de la Nación. Para entonces, las tropas insurgentes, diseminadas en el país, eran aproximadamente de 27 mil elementos; y las realistas contaban con 80 mil hombres debidamente pertrechados.

En 1817 la Nueva España parecía pacificada. En abril de ese año Guerrero era atacado por fuerzas superiores en la cañada de Ixtapa, “viéndose obligado a vagar por un tiempo casi sin gente y sin armas por la orilla del Mezcala, perseguido vigorosamente por Armijo”. La desaparición de Morelos había desalentado la insurgencia. Unos abandonaran las plazas, otros se acogieron a los indultos del virrey. Sólo el sur mantenía el frente de la independencia con la activa lucha guerrillera de Vicente Guerrero. Busca el acuerdo con Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo, pues comprendió que la dispersión de mandos y de acciones debilita la causa. Se entiende con todos. Es un soldado temible y respetado. El 12 de marzo de 1818 los jefes insurgentes lo nombran General en Jefe de las Tropas del Sur. Fue, de todos los insurgentes, el único general invicto.

“Y mientras –sigue Chávez Guerrero– los principales jefes caían prisioneros o recurrían al indulto, Guerrero andaba errante pero firme en el sur. Armijo no le daba reposo a Guerrero”. Al iniciarse el año de 1818 “se vio abandonado casi por todos su soldados”. Guerrero se internó en la sierra “acompañado solo de cinco soldados”. Adopta la guerra del mosquito: pica y se va. Está consciente de que no puede enfrentar en batallas formales al enemigo; aprovecha su experiencia de arriero, pues conoce el terreno quepisa, lo acogen en los caseríos –en Atlamajalcingo le prestan las campanas de la iglesia para hacer balas–, se oculta en los más agreste de la Sierra Madre del Sur. No obstante, “el ignorante” Vicente Guerrero “siguiendo el ejemplo de su antecesor, el ilustre Morelos, quiso dar legalidad y consistencia al movimiento organizando una Junta de Gobierno, ya que en aquel entonces no existía ningún organismo que representara la causa”.

Al sanguinario coronel Agustín de Iturbide, designado comandante general del sur, le encomiendan la misión de acabar con los insurrectos. “Iturbide embistió. Cerca de Chichihualco –dice Felipe Garrido– fue derrotado. Las esperanzas de Iturbide de aniquilar rápidamente la insurgencia se fueron desvaneciendo. Decidió pactar. El 10 de enero de 1821 le escribió a Guerrero una carta”. Guerrero contestó el 20 de enero: “Invitó a Iturbide para que abrazara la causa de la independencia; hizo el recuento de la guerra y sus motivos; le recordó que había sido enemigo de sus compatriotas; le preguntó que esperaba para unirse a los insurgentes”. (Vicente Guerrero para jóvenes).

“Guerrero e Iturbide intercambiaron todavía unos mensajes que los fueron acercando. Uno y otro deseaban la paz y estaban de acuerdo en lo esencial: Guerrero quedaría bajo las órdenes de Iturbide. Le cedía el lugar como consumador de la independencia”, indica Garrido. Pragmático, cedió Guerrero, no la historia. Guerrero utiliza con oportunidad y provecho la herramienta fundamental de la política: el acuerdo. Sabe que no podrá derrotar a los realistas: “Estamos todos cansados de tanta muerte y tanta pólvora. Así está la cosa o el gachupín de Iturbide me vence o yo lo derroto en campaña y luego vendrá otro a ganarme”. (Pedro J. Fernández, Iturbide).

“Asegurada la cooperación de Guerrero y sus fuerzas, Iturbide marchó a Iguala para proclamar el 24 de febrero el plan de ese nombre. Hasta un mes después no tuvo contacto con el jefe insurgente. Antes y después de proclamado el plan, Iturbide se dedicó aescribir con frenesí a los hombres más influyentes del clero y de las altas clases”. Era obvio que el michoacano no aspiraba a cambiar el estado de cosas prevalecientes en la Colonia, pues el plan postulaba el rechazo a la Constitución de Cádiz, “puesto que se dictaría una nueva, y entre los privilegios que conservaba, incluía, intocada, la estructura gubernamental y el personal que le servía”. (Vicente Fuentes Díaz, Revaloración del General Vicente Guerrero).

Guerrero ignoraba las intrigas de Iturbide en La Profesa, la traición que luego cometerá contra los virreyes Apodaca y O’Donojú. La proclamación del imperio por el sargento Pío Marcha. La Corte de opereta y la complicación de los problemas nacionales. La disolución del Congreso por el emperador. El Plan de Casa Mata, la abdicación y el exilio. Después de 10 años de lucha, desde El Grito de Dolores hasta la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, la libertad de México se ha fertilizado con los huesos de Hidalgo, Allende, Morelos, Matamoros, Galeana, Juan del Carmen, Pedro Ascencio, Francisco Javier Mina, del padre Torres, Miguel y Leonardo Bravo, y mucha más sangre generosa.

Con la salida de Iturbide se integra un triunvirato como responsable del gobierno del que forma parte Vicente Guerrero. El primer presidente de la nueva nación independiente es Guadalupe Victoria. Su vicepresidente Nicolás Bravo, proclama el Plan de Montaña contra el gobierno. Es el primer enfrentamiento franco entre los masones yorkinos y escoceses. Estas logias –embriones de partidos políticos– tienen su propia visión de país: la yorquina, liberal y federalista, su jefe es Vicente Guerrero; la escocesa, conservadora y centralista, tiene a Nicolás Bravo. Guerrero derrota a Bravo, quien es exiliado a Chile. Este choque pudo ser una jugada maestra del ministro de Guerra Manuel Gómez Pedraza para dar paso a su aspiración presidencial, pues enfrenta a dos viejos amigos y los hace irreconciliables. “El general Vicente Guerrero vuelve a su cargo en la capital en el Supremo Tribunal de la Guerra, con nuevos y poderosos enemigos deseosos de venganza por la afrenta recibida”. (Raquel Huerta-Nava, El Guerrero del Alba).

Al término del mandato de Victoria se enfrentan Manuel Gómez Pedraza, apoyado por el partido escocés, y Vicente Guerrero por el yorquino. Triunfa Gómez Pedraza pero se provoca el motín de La Acordada y luego ocurre el asalto a los comercios españoles de El Parían. El presidente electo se exilia sin asumir el cargo y el Congreso designa a Vicente Guerrero como presidente y a Anastasio Bustamante, vicepresidente. Bien explica Jorge Armendáriz: “La mayoría de los jefes del ejército de origen realista convertidos después en iturbidistas, los mexicanos ricos, lo más notable del clero y los que se decían ilustrados, a quienes repugna la idea de ser gobernados por Guerrero, un hombre de origen humilde, que no poseía ni título universitario ni clerical, que desconocía las refinadas costumbres de la aristocracia y al que también ponían defecto por no ser blanco, cosa que según ellos era un baldón para el país”. Continúa el autor: “Españoles de segunda en tiempos de la colonia, mexicanos de primera a raíz de la independencia, los caudillos criollos revelarían una pobre sensibilidad para manejar los aspectos elementales de la vida económica y una falta de preparación casi total en el arte o la ciencia del gobierno autónomo y la diplomacia”. (Vicente Guerrero, Grandes Mexicanos Ilustres).

Vicente Guerrero gobernó durante nueve meses en 1829. Su gobierno derrota al mariscal español Barradas en su intento de reconquistar México; expulsa a los españoles por exigencia de los yorquinos y expresiones populares; formalizó la abolición de la esclavitud; abolió el estanco del tabaco, decretó la libertad de cultivos y la reglamentación minera; generoso, decretó la amnistía a favor, entre otros de Nicolás Bravo; promovió tratados comerciales con Inglaterra, Holanda y Dinamarca; reguló la Casa de la Moneda; organizó el cuerpo consular y diplomático mexicano; creó la Casa Nacional del Inválido que acogió a mutilados de la guerra.

Con las tropas que el presidente Guerrero entrega al vicepresidente para combatir al invasor Barradas, el ex realista e iturbidista “Bustamante se levantó en armas el 4 de diciembre de ese año en Jalapa”. El traidor Bustamante acusaba al presidente de “concentrar su atención en las clases bajas del pueblo”. (René Avilés, Vicente Guerrero). Después vendría el complot para acabar con Guerrero. Bustamante, con el cargo ilegítimo de presidente, lo encarga a Facio, su ministro de Hacienda, quien contrata a Picaluga por 50 mil pesos, que cubrirá con tres mil onzas de oro en Oaxaca. Guerrero es apresado en el bergantín Colombo y entregado en Huatulco a tropas gubernamentales. De Ahí a Cuilapam, Oaxaca, y luego al magnicidio, pues se asesinó al presidente dela República, general Vicente Guerrero, quien fue maltratado en el trayecto. “Ramírez dijo: que el pellejo del negro Guerrero tendría la satisfacción de hacer un par de botas”. (Gerald McGowan, La Separación del Sur). Todo ocurre mediante una farsa de juicio y es ejecutado el 14 de febrero de 1831, a los 46 años de edad. Sus personajes son condenados por la historia que pone un velo de sospecha sobre Nicolás Bravo, a quien varios historiadores, como José María Iglesias, Herminio Chávez Guerrero y Vicente Fuentes Díaz, incluyen en la conspiración. Invencible en el campo de batalla, Vicente Guerrero es derrotado por la felonía.

Comparto el razonamiento de José María Iglesias sobre la declaración de imposibilidad para gobernar de Vicente Guerrero, en la que el Congreso fundó su separación del cargo. “¿Y en qué consistía, en qué dependía esa imposibilidad? ¿Había perdido Guerrero el juicio? ¿Era idiota o sordomudo? Si con tal declaración se quiso dar a entender que era inepto como la Constitución nada prevenía sobre la ciencia o los estudios del presidente, el decreto era ilegal. Pero de cualquier suerte ese decreto anticonstitucional” fue expedido por el mismo Congreso que elevó a Guerrero a la Presidencia.

Un monero publicó un libraco que sería la delicia de Nikito Nipongo. Cito unas cuantas perlas: Vicente Guerrero invitado a acogerse al indulto “Como nunca escuchaba, es probable que hubiera rechazado la oferta porque entendió que lo invitaban a cogerse al indito y no acogerse al indulto”; al recibir a su padre, “Vicente le dijo que el virrey Apodaca podía meterse su amnistía por el culo, pero como eso no quedaba bien para la posteridad, la frase por la que recordamos a Vicentillo por este hecho es: La patria es primero”; Iturbide le pide una tregua, “Guerrero lo miró con una expresión desconcertada y le dice: Yo no sé cocinar”; “Iturbide le explica en lenguaje llano de los hombres de negocios: Si tú no atacar a mí, yo no atacar a ti”; “él demuestra su verdadero talento: los madrazos”.

El cartonista ilustra su texto con una imagen deplorable: a Vicente Guerrero lo presenta como un chango tapándose los oídos y cayéndole una lágrima. Hay que desacralizar la historia revelando hechos que puedan aproximar a la verdad de los seres humanos. Pero el texto referido supera el argumento de un cómico callejero. Es zafio, ignorante y vulgar, excluyente y racista. El autor parece una ánima de los criollos de la Colonia. Piensa igual que ellos. ¿Cómo ofender la memoria de un soldado patriota, pobre, enfermo y leal, el último bastión de la Independencia?

Garcís tiene derecho a la libertad de expresión. Yo también.

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