Edmundo Cazarez C.
Ciudad de México, 16 de abril (entresemana.mx). “Volver… Con la frente marchita. Las nieves del tiempo platearon su sien. Sentir, que es un soplo la vida. Que 85 años no son nada. Que febril la mirada…” Vaya que hermoso tango del inmortal Carlos Gardel, el cual, me parece idóneo para iniciar la tercera y última parte de la entrevista exclusiva que me hizo el honor de conceder para ÍNDICE POLÍTICO, Carlos Ferreyra Carrasco, un extraordinario ser humano. Un gran profesional del periodismo. Un papá ejemplar y un amigo leal, como ya hay muy pocos, pero sobre todo, que ha sabido conservar esa sencillez y humildad, mismas que le caracterizan y distinguen.
Una entrevista que me ha impactado sobre manera. No obstante estar viviendo una muy delicada y crítica situación médica, tanto de él, como la de su amada esposa, la afronta con toda la entereza, con esa paz interna, que solo los grandes hombres la demuestran, reiteradamente me decía que muy pronto dejará esta dimensión terrenal. ¡Qué fuerte!!
Más que una entrevista periodística, para mí, resultó una muy amena charla entre amigos. De verdad, sin el mínimo deseo de excederme en todo tipo de elogios a un amigo, es de reconocer ese enorme bagaje de experiencias acumuladas, a lo largo de su caminar por su México querido. Tal y como me lo expresó durante el desarrollo de esta conversación: “Me voy a morir, con ese gran amor que siento por mi México querido”
Asimismo, me compartió que, por el simple hecho de haber trabajado durante ocho años en la agencia de noticias Prensa Latina, lo acusaron de ser espía del gobierno Castrista de Cuba, lo calificaron de subversivo y hasta estuvo amenazado de muerte. “Esos, son los gajes de un periodista”, afirmó.
Sumergido en un mundo de recuerdos, con agrado, a su mente regresó su primer reportaje que realizó como reportero de la desaparecida y famosa revista “Sucesos para Todos”, en donde armó toda una revolución al publicar las revelaciones de un ex empleado bancario, dando a conocer, con lujo de detalles, cada una de las sinvergüenzadas quesuceden dentro de una sucursal bancaria. Sin imaginar que tiempo después, ese trabajo periodístico le rindiera sus frutos, motivo más que suficiente para que la agencia de noticias Prensa Latina, lo buscara para ofrecerle se convirtiera en su corresponsal en México.
También me pudo narrar la amarga experiencia que vivió cuando estuvo colaborando con el también escritor y periodista Luis Spota, dentro del programa de televisión que este afamado escritor conducía en Telesistema Mexicano -hoy Televisa- Siempre con una mente positiva, afirma que no hay mal que por bien no venga, y que por cosa del cielo, tuvo el privilegio de trabajar al lado del inmortal Paco Malgesto, un hombre extraordinario y fuera de serie.
Por último, platica su mala experiencia y el trato que recibió por parte de la esposa del expresidente Ernesto Zedillo, a quien calificó de “una verdadera bruja alcóholica”.
A medida que transcurría el tiempo en el desarrollo de la entrevista, sin imaginármelo, me llenaba de emoción verlo revitalizado minuto a minuto, era como si cada recuerdo y todo lo que me cotaba, fuera un elíxir que lo llenaba de vida y lo envolvía en alegría, lo veía sonreír ¡Qué emoción!! No cabe duda que se sentía muy pero muy contento.
-¿Quién fue tu padrino para que llegaras a Prensa Latina?
-Mira mi querido Mundo, me gusta mucho que a tus entrevistados los exprimas con ráfagas de preguntas y les saques información…
-A ver mi querido ex jefe y amigo, entre gitanos, lo sabes muy bien, no se leen las cartas…
-Ja, ja, ja, me tienes feliz con esta charla.
-Me vas a decir o no ¿Quién fue tu padrino para que empezaras a trabajar en Prensa Latina?
-Bueno, resulta que Jesús Cruz, quien era agregado de prensa de la embajada de Cuba en México, le pide a Mario Menéndez, que en ese entonces, era director general de Prensa Latina en México, me llevara a trabajar con él.
-¿En dónde conociste a Mario Menéndez?
-Ahí, en la revista Sucesos para Todos, que por cierto, ya estaba en manos de Raúl Prieto, mejor conocido como “Nikito Nipongo”.
-Creo que ese señor era muy famoso…
-¡Uff!!, no sabes. Era uno de los sujetos más despiadados, más crueles, un reverendo jijo de la tiznada, pero… ¡que extraordinario periodista!!
-Bueno, no todo lo que brilla es oro…
-¡Pero como te enseñaba cosas!! Su estilo de trabajar era muy doloroso. En la entrada de la revista, agarraba mi texto y con plumones de colores iba subrayando y expresaba: “Ferreyra, usted es un asqueroso nazi. Es una auténtica imbecilidad lo que está diciendo en este papel”.
-¿Y Carlos Ferreyra se quedaba calladito?
-Todo mundo me decía, “miéntale la madre” Yo les decía que, esa, no era la forma de solucionar las cosas. ¡Me dolíamucho, pero aprendí un chingo con ese cabrón!!…
-¿…Pégame, pero no me dejes? ¿Amor Apache?
-Como yo no era un académico ni de extracción universitaria, a lo mero macho, me ayudaba muchísimo…
-¿Otra vez con “A lo mero macho”?…
-Tú, tienes la culpa, me gusta tu frase… ja, ja, ja.
-¿Los golpes hacen que te enamores…?
-¡Ah, qué mi sicólogo distraído!! Es que el estilo de Raúl Prieto era único, pero me ayudaba muchísimo. De verdad, me enseñó muchas, pero muchas cosas.
-¿Cuál fue el primer artículo o reportaje que escribiste?
-Para la revista, hice una serie de tres o cuatro textos que provocaron una revolución. Raúl Prieto lo cabeceó como “Revelaciones de un ex empleado bancario”, y no era más que eso. Hice narraciones de todo lo que viví dentro de banco Internacional y de Bancomer. Absolutamente todo lo que había visto y lo que me molestaba. Las sinvergüenzadas de los bancos. Verdaderamente se armó un escándalo, pero lo más curioso, es que todavía seguía como secretario particular de Gustavo Alatriste. Se le pegaba la gana que una semana me desempeñara como jefe del departamento de circulación y me mandaba a repartir la maldita revista con un tal señor Flores, que era el distribuidor del periódico Excélsior.
-¿Un auténtico comodín?
-Se le ocurría cada estupidez, además, tenía que ir aprender la tarea que me daba este señor.
-¿Una sumisión absoluta por el sueño de ser periodista?
-Cuando se publicó las revelaciones de un exempleado bancario, un día, llega Alatriste borracho hasta la madre, me da un manotazo en la espalda y me grita… “Pinche Ferreyra, ven a mi oficina”
-¿Pensaste que te iba a correr?
-Iba todo temeroso y preguntándome qué era lo que había sucedido… Entré a su oficina y le digo: “Dígame don Gustavo…” Se me queda viendo y me dice: ¡A partir de mañana, te quiero en la redacción!!
-Pero era de lo que pedías tu limosna… ¿o no?
-Todavía le pregunto: ¿En la redacción? Un tanto molesto me dice ¿Qué es lo que no me entendiste o estás pendejo? ¡Baja de inmediato y dile eso a Prieto!! ¡Que yo te lo ordené!! Ya iba de salida de su oficina y todavía agrega… ¡A partir de mañana ya eres reportero y me vale madre lo que diga Prieto… ehh!!
-Bueno, del amor al odio, hay un paso…
-Prieto me odiaba porque yo era el hombre más cercano a Gustavo Alatriste, y el único que podía decirle… veinte y las malas y sin que me la hiciera de pedo don Gustavo.
-¿Gustavo Alatriste era tan malo como lo dibujan en la serie de Silvia Pinal?
-No, para nada. Era un tipo muy seco, muy señor. El “Adonis” para las niñas que trabajaban ahí.
-¿Un narcisista?
-Digamos que se sabía “bonito”
-¿Un tipo orgulloso?
-Nunca aceptó usar lentes para la miopía, y vaya que estaba medio ciego. Mira que te lo digo yo que estoy sufriendo estas terribles consecuencias de haber quedado ciego.
-¿Cómo conquistaba a las mujeres, con obsequios y dinero?
-El tipo era dueño de sí mismo. Sabía coquetear a las mujeres y todavía le decían… ¡Ayy, Don Gustavo!!
-¿Un tipo mañoso?
-Exactamente, eso era lo que yo decía por dentro de mi jefe. Quienes me escuchaban, decían… ¡No digas eso de don Gustavo… es un amor!!.
-Te habías ganado su confianza…
-Hasta me puso mi propia oficina. Hasta como reporterotenía mi propia oficina, la misma que se convirtió en punto de reunión de todos los reporteros, sobre todo, los sábados…
-¿Para agarrar la peda?
-¡Nooo!!, era para ponernos de acuerdo y obligarlo par que nos pagara el desgraciado. Era muy agarrado con el personal. Así es que me convertí en el portavoz de todos ellos. Iba e intercedía por ellos y me decía que lo esperaran al lunes siguiente porque se iba de viaje.
-¿Neta?
-Sí, era un cabrón. Cuando le insistía en que les pagara a los compañeros, me decía que no me metiera en lo que no me importaba. A final de cuentas, sí les pagaba.
-¿Los periodistas, somos hijos de la mala vida?
-Fíjate que estando ahí, empecé a conocer a periodistas de a deveras, como lo fueron Froylán C. Manjarrez, por cierto, murió muy joven, teníamos la misma edad, 28 años. Héctor Anaya, un genio por donde se le viera. Carlos Monsiváis, con quien tenía pleitos muy raros…
-¿Te lanzaba los perros?
-Ja, ja, ja. Fíjate que yo tenía una enorme foto de Fanny Cano con media “pechuga” de fuera, y un día, desaparece mi cartel, me dijeron que Monsiváis se lo había llevado.
-¿Se la hiciste de tos?
-Al sábado siguiente, en mi oficina, le pregunté por qué se había llevado mi cartel si todos sabíamos de sus preferencias sexuales. Solamente me respondió que no me iba a dar ninguna explicación, que sí lo tenía y no me lo iba a devolver, ja, ja, ja.
-A lo mejor, era un pretexto para que fueras por tu cartel a su casa…
-No, para nada. Nunca me ha gustado la coca hervida, ja, ja, ja. También recuerdo al extraordinario fotógrafo Rodrigo Moya y a Eduardo Rius. Así es como empecé a relacionarme con los amigos de la prensa, aprendí mucho de ellos, por cierto.
-¿Hasta cuándo estuviste trabajando con Gustavo Alatriste?
-Pasado el tiempo, según él, considera que ya estaba “maduro” y me dice simplemente: “A partir de este momento, solamente te voy a pagar por lo que publiques”
-¡Sopas!!…
-Me rompió toditita la madre. Déjame contarte que un día, estando junto a su escritorio, suena su teléfono, se me hace fácil contestar, a la persona que le llamaba, le digo: “Para variar, el señor Alatriste anda de viaje en Argentina, pero ya me confesó que, a usted, no le va a pagar ni cinco centavos. Soy Ferreyra y colgué”. Alatriste se me queda viendo y exclama: “Mira cabrón, tú, eres importante aquí porque eres mi secretario particular, te apellides Ferreyra o petacas, eso, me vale madre. Que no se te olvide, tú, eres mi expresión. De hoy en adelante, tendrás que decir que contesta el secretario particular de don Gustavo Alatriste”
-¿Un reclamo que te cayó como una cubeta de agua fría?
-Por supuesto, para que te digo que no. Le dije que sentía feo el reclamo, que entendía perfectamente lo que me decía y que tenía toda la razón. A partir de entonces, era ya invitado a las “fiestecitas” que se organizaban en la casa de Silvia Pinal. Una enorme mansión en cuya entrada había una gran alberca, y empotrado a la pared, un enorme sofá.
-¿Te exigía toda la discreción posible?
-Mi tarea era quedarme a la entrada de la mansión como un simple mono, a los invitados que iban llegando les decía, “te presento al señor Ferreyra, que es mi secretario particular”, pero de ahí, no me podía mover ni un centímetro. Me exhibía como un pinche monito de feria.
-¿Te quedabas a la fiesta?
-Cuando ya entraban todos los invitados, me despedía de él, pero me decía que no me podía ir y que buscara un rinconcito por ahí. Me quedaba solamente un rato en la puerta, fumándome un cigarro…
-¿…Y…?
-Pues resulta que salía Silvita Pasquel, a la que todos los invitados de don Gustavo le traían unas ganas de comérsela viva, porque la niña llegaba con su uniforme de la escuela, portando una minifalda tableada y unas calcetas con borlitasde colores.
-¿A todos se les caía la “baba”?
-Sí, la verdad es que sí. Me quedaba platicando como 15 minutos con ella…
-¿Y de qué hablaban?
-De las películas que hacia su mamá, tontería y media… Total, me despedía, pero ya no entraba a la residencia y me iba para mi casa.
-¿Estabas inmerso en el mundo del “jet/set” por puro accidente?
-Fíjate que, observando a don Gustavo dentro de la casa de Silvia Pinal, era muy divertido. Un pillo genial. El pícaro moderno más pícaro de todo el país, la verdad, ninguno como él.
-¿Cuando te vas a Prensa Latina, rompes todo vínculo con él?
-Cuando me despedí, me dijo que estaba bien, si ya lo había decidido, pero que solamente me hacia una sola advertencia: “Cuando venga tu mujer, con un mocoso en los brazos, y me busque porque te metieron a la cárcel por comunista. Claro que yo te voy ir a sacar”
-¿A lo mero macho, eras un comunista encubierto?
-¡No!! Le dije que solamente iba a trabajar ahí. Aun así, me dijo que iba a estar muy al pendiente de mí.
-¿Cuántas veces te metieron al bote?
-¡Ninguna!! No hubo tal necesidad. Ingresé sin ningún problema a Prensa Latina. Seguí cultivando una cierta relación con don Gustavo, la cual, casi se vio rota cuando decide hacer una película que se iba a llamar “Fidel, Fidel”,que la estaba escribiendo Ricardo Garibay, un tlaxcalteca muy reconocido. Para entonces, Gustavo ya no estaba casado con Silvia Pinal sino con Sonia Infante. Se van de viaje a La Habana y en el templete en donde Fidel Castro iba a sostener un diálogo con su pueblo, en la Plaza de la Revolución. Sucede que Sonia Infante andaba luciendo los calzones por todos lados y don Gustavo estaba enojadísimo. Se regresan a México, pero me entero que ya no se iba hacer dicha película. Me llama por teléfono, me pide que se lo diga a todos mis amigos periodistas y que no quería que lo estuvieran llamando.
-¿En Prensa Latina se encendieron focos rojos?
-Cuando se lo hice saber a Jesús Cruz, director de Prensa Latina, me dijo: “Ni madres, don Gustavo no nos puede hacer eso. Puede burlarse hasta de mi madre y hasta me voy a reír, pero que se burle de Fidel Castro, la va costar la vida.
-¡Tómala…!!
-Jesús Cruz de inmediato fue hablar con don Gustavo y le dijo exactamente lo mismo que a mí.
-¿Qué hizo Altriste?
-Antes que concluyera esa misma semana, estaba devolviendo los cinco millones de dólares que le habían dado de anticipo para la película.
-El miedo no anda en burros…
-A pesar de eso, a don Gustavo ya lo veía muy poco porque se metió de lleno a construir su cine…
-¿Fue cortar por lo sano…?
-Es que, yo, ya no quería tener mucho trato con él, además, ya se le había metido mucho Eduardo Ruiz Healy. Ni tampoco tenía nada importante que hablar con él. Aun así, me buscaba mucho. Ni siquiera me consultaba si podría ir a verlo, simplemente me ordenaba: ¡Te espero mañana a las once de la noche en el restaurante Alfredos!!, que estaba en la Zona Rosa.
-¿Lo dejabas plantado?
-No, jamás he traicionado a mis amigos. Cuando llegaba el mesero con la carta y nos consultaba qué íbamos a cenar. Como siempre, ordenaba a su gusto, señalándome con el dedo índice, exclamaba: “Este cabrón va tragar un fetuccini Alfredos y otro para mí” Así era de cabrón.
-Pero Alatriste bebía como cosaco…
-Siempre pedía las botellas más caras y yo le decía… “Don Gustavo, recuerde que yo, botellas que cuesten más de dos mil pesos, ya no entiendo nada” A grito abierto me decía: ¡Eres muy bruto y no aprendes!!
-En ese instante Marce, la persona que los atiende, interrumpe la entrevista, me suplica que, por prescripción médica, debo respetar su horario de comida a las 13:30 horas y nos invita para que los acompañemos a comer, cosa que agradezco mucho.
Al término de su comida, respetando la tranquilidad ytratando de evitar que se moviera nuevamente de la mesa, dado que ya no ve absolutamente nada, le consulto si podemos continuar la conversación ahí y para no desplazarlo a la sala, aunque eran unos cuantos metros, le resultaba muy complicado…
-¿Cuánto tiempo aguantaste en Prensa Latina?
-Ocho años exactos… -Intempestivamente, su amada esposa Magdalena, tiene que ser atendida de inmediato por su eficiente asistente y enfermera Marce, se la lleva hasta su recámara para suministrarle un poco de oxígeno. A Carlos Ferreyra lo noto inquieto y preocupado. Permanecemos a la expectativa y atentos a las indicaciones. Minutos más tarde, sale Marce y nos indica que ya se quedó dormida en su cama y que podemos continuar…
-¿Después de Prensa Latina a dónde te vas?
-Pasé brevemente por Telesistema Mexicano, -hoy Televisa-, haciendo el programa de Luis Spota, pero que dirigía Héctor Anaya.
-¿Cómo era Luis Spota?
-Era un tipo inteligente y culto, pero con un carácter de la chingada y déspota, antipático y prepotente. Fíjate que tenía una esposa muy enferma, quien le llamaba por teléfono y Spota le respondía muy furioso y le colgaba. La verdad, era un tipo nefasto en su trato. El día que falleció la esposa fuimos a Gayosso. Cuando Spota llega a la capilla ardiente, me adelanto un poco, le extiendo la mano para expresarle mi pésame. Apenas le había dicho “Don Luis…”, sin permitirme la oportunidad de concluir, estiró su brazo y empuja mi mano hacia un lado. Voltea a ver a Héctor Anaya y le dice, “Héctor, ya tengo el programa” Me le quedo viendo a Héctor y le digo que me voy de ahí y jamás regreséa trabajar con Spota, era un tipo desgraciado. Héctor estaba muy sorprendido y sin saber que hacer.
-¿Por qué adoptó esa postura Spota?
-Resulta que el programa que seguía “al aire”, era sobre el Dia de Muertos, pero la muerte de su mujer, le servía como punto de referencia.
-Qué poca, ni la memoria de su esposa respetaba, pero ¿cuál era ese punto de partida?
-La vaciedad del comportamiento social. Le importaba unpito que la persona que se haya muerto fuera su propia esposa.
-¿Fuera de Telesistema Mexicano se te acababa el mundo?
-No digas, cosas. Después y debido a mis antecedentes en Prensa Latina, en todos los periódicos me consideraban un agente castrista y espía del gobierno cubano, subversivo, nadie me quería cerca, hasta estuive amenazado de muerte. Esos son los gajes de un periodista. Mientras me aceptaban en Excélsior, gracias a Héctor Anaya, participé muy brevemente dentro de algunos programas con Paco Malgesto.
-¿Qué tenia de especial Paco Malgesto, que a todo mundo le caía bien?
-De Paco Malgesto, me llamaba mucho la atención porque no era el tipo ignorante y baboso que aparecía en la pantalla de cristal.
-¡Oíga usted, ¿su frase célebre?…
-Recordarás que cuando alguien decía algo, hacía una cara de inocente, pelaba los ojos y expresaba: “Caray, no entendí, por favor, explíqueme” Lo que sucedía, era muy inteligente y obligaba al entrevistado para que explicara a la perfección al teleauditorio sobre el tema que estaban tratando. Era un tipo muy pero muy inteligente, muy culto. La verdad, me sorprendió muchísimo haber trabajado con él.
-¿Cuá era tu función?
-Estar en medio de una bola de mediocres francotiradores, enojadísimos porque veían que Malgesto me trataba muy bien y con mucho respeto, mientras que, ellos, se desbarataban en reverencias para que les dieran chance estar dentro de su equipo y salir al aire.
-¿A lo mero macho, te las dabas de “Juan Camaney” por estar trabajando en Telesistema Mexicano”?
-La verdad sí, para qué te miento. Entonces, hubo un momento en que le dije a Malgesto: “Mire don Paco, me da mucha pena, pero no soporto a toda esta gente tan hipócrita…
-¡Sopas!! ¿Y qué te dijo?
-Me tomó del brazo y muy serenamente me dijo: “Lo entiendo perfectamente, le sugiero que haga de tripas corazón” ¡No don Paco, me da mucha pena, pero yo no aguanto esto!!
-¿Al salir de Televicentro, qué pasaba por tu mente?
-Pensando en qué demonios iba hacer, al cruzar la calle de Niños Héroes, para esto, yo vivía en un pequeño departamentito de Reforma número 27, un edificio maravilloso, así es que cruzando Paseo de la Reforma, me topo con Miguel López Azuara y me pregunta cómo estaba, que en dónde trabajaba. Le dije que acababa de renunciar en Televicentro.
-¿No hay mal que por bien no venga?
-Exacto mi querido Mundo. Azuara me cita ese mismo día a las siete de la noche en Excélsior, dice que me iba a presentar con Julio Scherer. Uff, me dio muchísimo gusto y le dije que sí.
-¿Qué pasaba por tu mente?
-¡Solamente en trabajar!! Al llegar al primer piso de Reforma 18, estaba López Azuara, Scherer, y Granados Chapa, quien me dice: “Bienvenido”. Scherer, pide que Regino Diaz Redondo baje de inmediato a su oficina, total, cuando ya está ahí, Scherer le da indicaciones: “A partir de mañana, le das sus órdenes de trabajo a nuestro amigo y compañero Ferreyra” ¡Así fue como empecé en Excélsior!!
-¿Cuál fue la primera orden que te dieron?
-Me pasé dos semanas sin dar un solo teclazo a la máquina. No tenía una agenda local. No conocía absolutamente a nadie. Subo y le digo a Regino: “Oiga, me da mucha pena, creo que no funciono para esto”.
-¿Y qué te respondió?
-Que me había estado observando. “Lo que pasa, es que no tiene una maldita agenda ni conoce a nadie, pero vamos ayudarle” Afortunadamente, todo empezó a salir muy bien.
-¿Cuál fue tu primera publicación en Excélsior?
-Simples notas del día, en ese entonces, no había trabajos de investigación. Simplemente era ir a cubrir algún acto. Por cierto, ahí, me encontré con un fenómeno muy curioso: A las dos de la tarde tenía que entregar mi nota. Me tocaba cubrir una conferencia de prensa a la una de la tarde, cada vez que asistía a un lugar de esos, al final, pasaban una hoja y los reporteros se iban anotando. Me anotaba y me salía corriendo para el periódico.
-¿Era la famosa lista para los chayos?
-Mira mundo, si me sigues apresurando con mis respuestas, menos los dejo ir y aquí se quedan a dormir en mi casa….ehhh ¡Y no es amenaza!! Ja, ja, ja.
-Perdón, es que me tienes emocionado y quiero saber más…
-Bueno, Jorge Coo, quien era el responsable de “atender” a la prensa, me pregunta: Oye, Charly ¿por qué nada más te anotas y te vas? De inmediato, le respondo: Pues ¿Qué otra cosa quieres que haga? Todo confundido, Jorge Coo, me vuelve a decir: ¿Es que no sabes para que sirve esa anotación? Ya un poco molesto, le respondo que no y que me deje de estar chingando. “Mira Carlos, no es para que te encabrones, pero quiero que sepas que todo los que se anotan en esa lista, les asignan una cantidad de dinero. Pero, si tú, te anotas y te largas, pues el jefe de prensa te va a vivir agradecido”
-A mi entrevistado lo noto un poco cansado, y más que eso, muy preocupado por el crítico estado de salud de su amada esposa Magdalena, a quien tuvieron que suministrarle oxígeno y aunque ella permanecía bajo el efecto de un tranquilizante, le digo que le haré tres preguntas más y dejarlo descansar, a lo que de inmediato me dice… “¡Por favor, te lo ruego, no te vayas!!, tu presencia me ha llenado de paz, me transmites mucha energía, me hiciste recordar cosas tan bellas de mi niñez. ¿Te parece que aprovechemos el tiempo mientras que Magda sigue dormida y seguimos platicando? Me encanta como me llevas de la mano…”
-Carlos, te conocí cuando fuiste director general de Milenio Semanal y te agradezco la enorme oportunidad que me brindaste para colaborar contigo. ¿Por qué duraste tan poquito?
-Estaba mucho muy molesto e inconforme, porque los tres números que Jorge Fernández Menéndez estuvo como director adjunto, agarró la revista como un objeto de promoción personal, es decir, entrevista que realizaba, siempre, era con secretarios de estado, más que una entrevista periodística eran simples promociones personales, además, me daba órdenes.
-¿Donde quiera se cuecen habas?
-Así es que me di a la tarea de convencer a Francisco González -chico-, de que este sinvergüenza se estaba haciendo inmensamente rico, en lugar de meterle dinero a la revista, sino que iba derechito para su bolsillo.
-¿Mercenarios del periodismo?
-Como que los de Monterrey son un poco raros… ¿no crees? Los regiomontanos piensan más o menos igual que los jalisquillos, es decir, que ellos inventaron el periodismo.
-Debido a un imprevisto en el estado de salud de su amada esposa, tratando de tranquilizarlo un poco, cambio el orden de las preguntas y le digo:
-Para ti, ¿Cuál ha sido el mejor presidente que ha tenido México, de los que has tenido la oportunidad de tratar por tu actividad periodística?
-Mi querido Mundo, mil gracias por tu paciencia. Mira, una apreciación muy personal, es que todos los presidentes han sido unos miserables, pero yo creo, insisto, es una apreciación personal en ese sentido, el mejorcito de todos, pero el más difamado también, se llamó Luis Echeverría.
-Con el respeto que me mereces, A lo mero macho, ¿Fuiste uno de los periodistas consentidos de su gobierno, es por eso que hablas bien de él?
-No mundo. ¿Si te refieres a que haya recibido enormes “favores” o regalos del presidente Echeverría? Te digo que no y lo demuestra el hecho que el hombre que gobernó al país de 1970 a 1976, mantenía una familia muy integrada, gente de trabajo, muy jóvenes todos ellos y ellas.
-¿Cuántas veces tuviste la oportunidad de hablar con él y qué trato recibiste?
-Fíjate que nunca lo traté como presidente, sino que lo observé como presidente. Desde Prensa Latina y como corresponsal extranjero. El trato que recibíamos en la sala de prensa de la Residencia Oficial de Los Pinos por parte de Mauro Jiménez Lazcano, su vocero, siempre fue muy amable y respetuoso y no como sucede ahora, que diariamente atacan y denostan a los periodistas desde Palacio Nacional.
-¿Y con López Portillo?
-Con José López Portillo recorrí medio mundo. Un presidente inteligente, culto, pero demasiado frívolo.
-¿Consideras que López Portillo haya sido un buen presidente?
-Me haces preguntas muy difíciles de responder, porque son puntos de referencia muy complicadas de establecer. Entre otras razones, tendría que analizar si fue buen presidente y en relación a quién o en relación a qué.
-¿A un presidente se le mide por el número de obras?
-¡Vaya!!, Si analizamos obras presidenciales, encontraremos que Luis Echeverría, su sello era el Tercer Mundo y su Centro de Estudios -CEESTEM- No recuerdo en cuántas conferencias internacionales participó para pacificar a otras naciones y sin que se le tomara como un afán intervencionista. Fue un presidente con una enorme visión mundial y se ganó el respeto internacional, y que, posteriormente, López Portillo lo secundó.
-¿Miguel de la Madrid?
-Miguel de la Madrid, ha sido el presidente más grisáceo que haya tenido México. Un hombre absolutamente oscuro.
-¿Los voceros, son un verdadero estorbo para el presidente en turno?
-¡Qué buena pregunta me haces!! Mira mundo, te voy hablar de los voceros con los que he tenido la necesidad de tratar debido a mi actividad periodística, así es que me voy a remontar de nuevo a Luis Echeverría. Mira, con Fausto Zapata, se empezó a modernizar la relación entre el poder presidencial y la prensa. Cuando Fausto se va de senador a San Luis Potosí, lo sustituye Mauro Jiménez Lazcano quienlogra la mejor relación que haya existido entre la presidencia de la República y la prensa. Mauro era un tipo amable, atento. Siempre, al pendiente de las necesidades del reportero, porque, tanto Fausto Zapata como el propio Mauro, habían sido reporteros del periódico La Prensa, y eso, les ayudo muchísimo a establecer un trato de “tú a tú” entre el vocero y quienes cubríamos las actividades presidenciales, con absoluto respeto y cortesía.
-¿Qué demonios sucedió después que se afectó tanto ese trato hacia la prensa?
-López Portillo tuvo varios cambios de voceros presidenciales, por lo tanto, había un verdadero desmadre. Todo el desmadre que se armó con el asesinato de Garza Sada en Monterrey ¿Por qué nunca acusaron, tanto a Rosario Ibarra y a su hijo, si fueron ellos quienes lo mataron?
-¿Es verdad lo que me estás diciendo?
-¡Absolutamente comprobado!! En una de las reuniones de Chipinque, se acordó crear un mecanismo para desvalorizar a Echeverría y la mejor forma para quitarle valor a un político, era exhibiéndolo como tonto, pero yo quisiera saber ¿En dónde está la tontería que cometió Echeverría? ¡Que lo demuestren!!…
-…¿Me estás dando a entender que los mexicanos somos como una cubeta llena de alacranes y no dejan que los demás salgan adelante…?
-Si alguna vez, Luis Echeverría pretendió llegar a ser Secretario General de la ONU, lo tenía merecido porque estableció excelentes relaciones con todo el mundo. El hecho que haya roto relaciones diplomáticas con España durante el mandato del asesino Francisco Franco, pero aquí fue muy mal visto. Toda esa campaña de desprestigio en su contra fue producto de un “complot” cafetero, orquestado por un grupo de corresponsales extranjeros…
-¿Te consta?
-Esto te lo digo porque… ¡yo ahí estaba!! Reunidos en el café “La Calesa”, ubicado exactamente en la parte baja de donde estaba mi oficina de Prensa Latina, era el punto de reunión de los corresponsales de las Agencias AP, UPI, EFE, FRANCE PRESS, en fin, éramos como diez o doce corresponsales. Algunos, iban a desayunar y los demás, solo a tomar café. Pero en dos ocasiones, de esos días en los que no hay “nota” ni la remota información de importancia, se le ocurre a alguien decir: “¿Por qué no proponemos a Echeverría para la Secretaría General de la ONO y Premio Noble de la Paz?
-¿Su propuesta fue bien recibida?
-Sí, pero fíjate que no tuvimos que hacer mucho en realidad, porque en el caso de la Secretaría General de la ONU, no tuvimos que hacer prácticamente nada, bastó con que alguien se le ocurriese que en la oficina de Fausto Zapata, Eduardo Kuri, su secretario particular, recogió el cable y se lo hizo llegar al presidente Echeverría, como que era parte de un consenso internacional. ¡Un error terrible!!, que afectó enormemente la imagen del presidente.
-¿A lo mero macho, Luis Echeverría tenía méritos para llegar a la ONU?
-Yo creo que sí. Se enfrentó en el conflicto de Chile, cuando lo de Salvador Allende y con Argentina. Pero siempre lo veían como un tonto. Te decía que, en Chipinque hicieron una oficina específicamente especializada para maquinar campañas en contra de Echeverría…
-¿Quién estaba al frente de esa oficina en Chipinque?
-Uno de los familiares de Garza Sada y hasta habían convocado a todos los empresarios del país que estaban al alba para destruir a Echeverría por el asesinato de don Bernardo, cuando en realidad fueron Rosario Robles y su hijo.
-El reparto del famoso “chayo” a los reporteros, ¿realmente implicaba un delito?
-El “chayo”, para mí, siempre ha sido una cosa ajena y tonta…
-¿Por qué?
-Te lo digo, entre otras cosas. Es increíble y lo pensaba así, pero después de muchos años, me lo vino a decir don Emilio González Parra, quien me dijo: “Mire Ferreyra, usted le da dinero a un periodista pero no tiene ninguna obligación con usted, porque está disponiendo de un dinero que no es suyo. Si yo autorizo se entregue ese dinero, yo mismo estoy disponiendo de un dinero que es del erario público…¡y no es nuestro!!.
-¿Tanto peca el que mata la vaca, como el que le estira la pata?
-Los dos están cometiendo ese delito, pero no el periodista.
-Entonces, ¿por qué se les acusa de “corruptos”, a los reporteros, por el simple hecho de recibir un apoyo económico?
-No entiendo porque carajos hay que darle las gracias a un jefe de prensa… “Hermano, muchas gracias” ¡Que no mamen!! Los sueldos de los reporteros son una verdadera miseria.
-Sin el deseo de ofenderte, ¿Cuántas veces recibiste esos “apoyos”?
-Mira Mundo, me gusta tu sinceridad y no tengo porque ofenderme. Si te digo que nunca me lo ofrecieron, sería un asqueroso hipócrita y mentiroso. Lo que me parece despreciable, es esa actitud de algunos jefes de prensa que hasta exigen que le besen la mano y les hagan reverencias… ¡Que se vayan mucho al carajo!! Son simples gatos.
-El reportero vive al día…
-Mira, volviendo a los tiempos de Echeverría, estuve como suplente de la fuente de presidencia en lugar de Bobby Martínez Maestro, íbamos a bordo del avión “Pancho Fayucas”, destinado para los reporteros y me tocó estar sentado frente a César Silva Rojas, de pronto, veo que se acercaba Mauro Jiménez Lazcano, el vocero de Echeverría, pero cuando veo que está detrás de mi asiento, me paro de inmediato y me voy al baño, pero al salir del baño, veo a César con enorme sonrisa.
-¿Ya no te volvió a buscar Mauro Jiménez?
-Sí, me estuvo esperando al pie de la escalerilla del avión y me dice: “Mi estimado Carlos, te voy a entregar el sobre para Bobby, porque, él, es el dueño de la fuente”
-¿Y qué le dijiste?
-Que se lo enviaran al periódico, porque yo no era su mandadero. Al día siguiente, estando en la redacción de Excélsior, me grita Bobby Martínez… “Hermano, yo quiero que sigas siendo mi suplente” Todo mundo se atacó de risa porque sabían perfectamente de lo que me estaba hablando.
-Como director de Comunicación Social del Senado, ¿diste un trato de quinta a los reporteros?
-No, eso no va conmigo. Gracias a Dios, desde que trabajé con Gustavo Alatriste, así como en la Agencia Prensa Latina, en Excélsior, en Milenio, en el Senado, siempre, he tenido la suerte de percibir muy buenos salarios y sin robar un solo peso a nadie, mucho menos, como reportero.
-Oye, ya no me dijiste cómo fue el trato de Carlos Salinas de Gortari con la prensa…
-No, con él, no tuve ningún trato, pero ahí, sí vi cómo el señor Salinas repletaba, pero repletaba de billetes a Pablo Hiriart, también uno de sus consentidos era Fidel Samaniego, (que en paz descanse). Insisto, a Pablo Hiriart lo hizo millonario.
-¿Cómo te fue con Ernesto Zedillo? ¿Qué es mejor, ser borracho o cantinero?
-Con Ernesto Zedillo estuve trabajando ocho meses en presidencia. Pero durante esos ocho meses… ¡no me pagaron ni un solo peso!!
-¿Por qué?
-Porque me negué quitarme la barba…
-Eso, era una clara discriminación…
-Sí, pero si lo dudas, puedes investigarlo con los compañeros de la prensa. En ese tiempo, acababa de estrenar un Mustang rojo convertible, el primeritito que llegó al país, porque el segundo, era un amarillo que se llevó Abraham Zabludovsky. El caso es que, llegaba sábados y domingos a la sala de prensa de presidencia, como tú sabrás, desde que Mauro Jiménez Lazcano fue el vocero de presidencia, se estableció que se les diera de comer a los reporteros, pero los fines de semana no. Entonces, hice un verdadero pancho. Fui a la oficina del presidente para exigir que si los reporteros que estaban en chinga trabajando esos días no tenían derecho a comer. Y me dijeron que en esos días no había periodistas, entonces lo que hice, a bordo de mi coche, me paraba afuera de Los Pinos y me llevaba a los reporteros a comer carnitas y barbacoa, en el mercado que está muy cerquita de Parque Lira, después, los regresaba a Los Pinos y yo me iba a mi casa.
-Qué buen gesto de tu parte…
-Somos compañeros, tú lo dijiste muy bien, es mejor ser borracho que cantinero.
-¿Al personal que estaba bajo tu mando en presidencia, tampoco le pagaban su sueldo?
-No, pero para esto, fui a Palacio Nacional, me le puse enfrente al administrador de Ernesto Zedillo y le exigí le pagara a la gente que había estado trabajando conmigo, total, les pagaron hasta que yo renuncié.
-¿Pero sí te pagaron todo el tiempo que estuviste trabajando?
-Sí, me entregaron los ocho meses acumulados, menos impuestos, a final de cuentas, era cualquier baba de perico.
-¿Qué hacías dentro de la presidencia de Zedillo?
-Estuve asignado a la oficina de la señora Nilda Patricia Velasco durante ocho meses y terminé peleándome con ella, por cierto, era una auténtica bruja y presa del alcoholismo. Además, su secretario particular era su hermano, aunque también era un borrachín, éste, sí era buena persona, pero en un viaje presidencial a Colima, se mató en un accidente automovilístico en completo estado de ebriedad.
-¿Cómo era un día, en la oficina de la esposa del entonces presidente Zedillo?
-Ahí te va… Un día, su secretario particular me dice: “Oye, no seas malito, por favor, habla con la esposa de Ricardo Salinas Pliego porque quedó de estar aquí en Los Pinos y ni siquiera se ha reportado. Le digo que hablara él, para eso era secretario particular de la esposa del presidente.
-¿Y si le ayudaste?
-Agarré el teléfono, le marco a la esposa de Salinas Pliego, me contesta una ayudante y me hace saber que la señora estaba muy acalorada de la calle y que había pedido que no se le molestara para nada. Le pregunto a esa persona: ¿Disculpe, ¿Acaso usted no habla español? Un tanto descontrolada, me dice… ¡Estamos hablando en español!! Lo que quiero decir, es que usted no entiende el español, porque le estoy haciendo saber que le estoy llamando a nombre de la esposa del presidente de la República, y usted me sale con que la señora tiene mucho calor…
-¡Ufff!, estabas prendiendo la mecha a una bomba de tiempo…
-En ese justo momento, alcanzo escuchar la voz de la esposa de Salinas Pliego que dice… ¡A ver, préstame ese teléfono!! Con una voz de flojera me dice… “Ay, buuueno” Ahí me tienes de nuevo diciéndole que la esposa del presidente Zedillo la estaba esperando, y así sin más ni más me interrumpe… ¡Dígale a Nilda Patricia que voy otro día, porque ahorita, tengo mucho calor y no tengo ganas de ir!!
-¿Una verdadera hoguera de las vanidades?
-Estando en la oficina de la esposa del presidente, un día, llega un grupo de judíos y hacen el anuncio que donarían dos ambulancias para la Cruz Roja, totalmente equipadas. Me pongo las pilas y elaboro el boletín, se lo mando a Comunicación Social de presidencia, pero al día siguiente, la señora Nilda Patricia me manda llamar toda furiosa.
-¿Para qué te quería?
-Aquí están estos señores y están muy indignados porque, usted, los está comprometiendo. Señora, no sé de lo que me está hablando, le digo. A pleno grito vocifera… “Usted dice que son dos ambulancias”. De inmediato, le aclaro, No señora, no lo digo yo, tengo una grabación y lo dicen ellos.
-¿Qué cara pusieron los ahí presentes?
-Simplemente argumentaron…. “Bueno, nosotros nos referíamos a dos equipos de llantas para las ambulancias…” Nilda Patricia los interrumpe y me grita… ¡Mire señor Ferreyra!!
-¿Te quedaste callado?
-Por supuesto que no y le digo: ¡No señora!! No le voy a permitir que me grite. En 50 años de ejercicio profesional que llevo de periodista, jamás me han desmentido en una nota, pero tampoco, voy a permitir que sean estos señores quienes pongan en tela de juicio min reputación. Así es que si me lo permite… Doy media vuelta y me salgo de su oficina, pero solicito que ahorita mismo me releven de tan agradable tarea….
-¡Uff!!, le picaste la cresta….
-Solo alcancé a escuchar que todavía gritaba… ¡Lárguese de aquí, no lo quiero volver a ver!! Total, me salí de su oficina y cuando llego a la mía, ya me estaba esperando Carlos Almada, que fue uno de los voceros presidenciales de Zedillo. Cuando lo vi, me percaté que el tipo se desmayaba del susto. Un poco más tranquilo, platico con él, y le expreso que yo no siervo para estar a la disposición de estos miserables. Páguenme y me largo ahorita mismo
-¿Y qué sucedió?
-Pues veme, aquí estoy libre…
-De pronto, Marce, la persona que está al cuidado de la señora Magdalena, esposa de Carlos Ferreyra, corre hacia la habitación en donde se encontraba descansando, algo sucede, instantes después, sale y me pide por favor, suspendamos la entrevista dado que a la señora le ha subido mucho la presión. Carlos me dice que me ponga de acuerdo con su hija y volvamos a vernos para concluir la entrevista.
Lamentable situación que entendí perfectamente, pero que me dejó muy preocupado. El rostro de Carlos Ferreyra, este gran ser humano que me recibió en su casa, reflejaba enorme angustia. No obstante, todavía me dice que todo es parte del proceso de la vida. Vaya que entereza para afrontar situaciones de tal magnitud, lo que me hace sentir un enorme respeto y admiración por él.
Al salir de su casa, solo me quedaba elevar mis oraciones para que todo se normalizara, haciendo votos y de acuerdo a las indicaciones de su médico pueda ir nuevamente a seguir conversando con él para concluir la entrevista y empaparme de esas enormes experiencias de un profesional del periodismo, pero sobre todo, un gran mexicano con enorme calidad moral, deseando de todo corazón, que se recupere pronto y que Dios lo llene de bendiciones.