TERESA GIL
Los golpes de estado directos, tan comunes en América del Sur, todavía no han ilustrado a muchos que se dicen periodistas. Hay características elementales como la que los golpistas se hagan de la cabeza del gobierno agredido. Pero en Rusia en días pasados, Vladimir Putin estuvo al frente del desaguisado en todo momento y dirigió las acciones con mensaje incluido. El pobre Carlos Loret de Mola que se regodeaba en su Latinos con la que consideraba una notota, solo le hacía el caldo gordo a algunos serviles medios capitalistas. Para ellos era un golpe de estado pleno y los aplausos se sentían en cada nota. Es cierto que en los últimos tiempos el concepto que consideran nuevo, llamado golpe blando o lento, se impone en este momento, pero tal concepto tiene muchas décadas también y se pudo leer incluso desde los años sesenta en muchos volúmenes. Los panameños dieron cátedra con ese concepto desde los setenta, al denunciarlo, y más después del asesinato de Omar Torrijos que en julio hará 32 años y con la embestida posterior de Bush padre, en su invasión de 1989. La derecha encabezada por el gordo Guillermo Endara que después fue el presidente, organizaba ese golpe blando y apoyó a Bush en su invasión. Recuerdo haber estado en Panamá y publicado algo sobre ese tema, en la revista Impacto. Mientras muchos medios occidentales llenaban ahora sus páginas y redes con noticias alteradas sobre Rusia, muchos países le ofrecieron su solidaridad, pero el silencio se mostró en torno de ellos. Flacas o pequeñas notitas perdidas en las ediciones hablaban de Turquía, Irán, Venezuela entre otros y de los apoyos de altas personalidades de las izquierda deseando lo mejor al gran país de Lenin. Como una de esas novelas cortas que quizá hubiera escrito Anton Chejov, para reirse del chef ruso que soñó con desbancar a Putin, la historia breve recorrió el mundo y ahora respira en Bielorrusia, con los traidores sometidos a perdón. Lo que falta en esta contienda que involucra a la casi occidental Ucrania, es mejor mirar hacia fuera y seguir una lucha que fue impuesta desde las Américas.
RUSIA MARCÓ MILLONES DE VIDAS. LENIN, DOSTOIEVSKI, TURGUENEV Y CHEJOV
La envidia de los que no han sido, se quiere ensañar en Rusia como la gran creadora de ingenios de la humanidad. Algunas veces yo pude ver y recorrer las calles donde el príncipe Mishkin ( El principe Idiota, Exodo 2014, Porrúa, Ediciones Aguilar y muchas editoriales) mostraba la misteriosa carta que lo hacía rico, donde Pushkin escogía en una armería la espada que lo llevaría a la muerte, donde la hermosa Ana buscaba a Vronski con desesperación, donde Lérmontov denunciaba al héroe de su tiempo, donde… Visualizar quizá desde la vieja capital, la Perpectiva Nevsky y a otra dama con un perrito juguetón a su lado, para caminar en compañía de Gogol por aquella Ucrania y contar -somos expertos los mexicanos-, almas muertas. De ahí, regresar a Moscú para ver el Bolshoi, comer caviar en el intermedio y regresar al hotel para robarse un abrelatas con la imagen de Lenin.
OBRAS Y MÁS OBRAS QUE RELUMBRAN Y RELUMBRABAN EN EL MUNDO
Recuerdo como leí de sopetón aquel legajo que mas bien era una biblioteca, de la edición que lanzó la embajada rusa en México, allá a fines de los setenta; con los arriba mencionados y sugeridos, más Pavel Nilin y otros y en ediciones distintas El poema pedagógico que Makárenko dedicó a Máximo Gorki. De este me regalaron siete ediciones de La madre y todas desaparecieron; además, el otro Tolstoi, Alexander, Andreiev, Bunin, Chirikov, Pasternak et al, para llegar a otros confines, ya en modernas ediciones con la premio Nobel 2015 Svetlana Alexievich. Antes, el paso por revistas y ediciones diversas con cuentos y relatos a granel de los escritores de la posguerra y los ya insertos en la URSS y uno que otro después de la Perestroika. Y luego los viajes con las recreaciones, sus extrañas comidas, el tono golpeado de su lengua y los rusos guapos, como aquel que me enviaron como guía en uno de esos viajes, que tenía un apócope romántico: Sasha. Aparte estaba toda la literatura marxista leninista, con Lenin a la cabeza y toda la pléyade que llenó -y llena en muchos sectores-, la vida ideológica, científica y política de parte de esa gran nación. Muchos estarán lamentando la actual situación, pero dando la lucha contra un occidente que quiere destruirlos. Pero muchos otros, estaremos apoyando esa lucha aferrados a nuestros recuerdos, por los muchos héroes que nos legó ese país y que son parte de la vida cultural, leyenda y fantasía de Rusia. Y también nuestra.