TERESA GIL. El libro La Libertad de Expresión, un Botín (Groppe agosto 2022), fue editado como tesis hace cincuenta años con el título La libertad de Prensa en México. Análisis Jurídico y Sociológico. Los planteamientos críticos de la obra sorprendieron a un sector académico de la Universidad de Sonora sobre todo por el tipo de periodismo que se ejercía en ese estado y en el resto del país en ese entonces. Fue laureado con la máxima presea de esa universidad. La reedición tiene por objeto plantear que los problemas de la prensa en México, han variado muy poco desde entonces, pese a los importantes cambios que ha experimentado el sector informativo sobre todo en el avance de la tecnología. Así como en el surgimiento de las redes, los programas de comunicación especiales y la independencia de comunicadores en esos programas. En este lapso fueron cambiadas y abrogadas determinadas leyes, sobre todo la controvertida Ley de Imprenta abrogada apenas en 2020, después de más de un siglo de una vigencia cuestionada. Pero en lo esencial, el predominio y control de los medios de comunicación, es el mismo y el periodista como empleado de esas empresas, sigue en un segundo término adscrito a órdenes, sometido a líneas editoriales y al control sobre su información. Cierto tipo de columnismo se presta a servir a los intereses de sus empresas. Hasta recientemente las empresas periodísticas suelen ser en algunos casos, más en los grandes consorcios, solo un sector de una cadena. Los empresarios esgrimen ese sector como una forma de protección; la libertad de expresión usada como factor de negociación ante el poder público.
LEYES DEROGADAS ABRIERON UNA LIBERTAD DE EXPRESIÓN ILIMITADA
El libro, de 91 páginas, hace un breve resumen de la llegada de la imprenta a México y la legislación que fue aplicada desde la Corona, para impedir que una libertad de expresión descubierta con la impresión de libros, generara la dispersión social que no convenía a los invasores. Hay órdenes de reyes que exhiben el carácter autoritario de vida y muerte que bien podría corresponder al fascismo que impuso Mussolini y que hace su aparición de nuevo con Georgia Meloni en Italia. Frases de advertencia peligrosa pululan en esas leyes para impedir la lectura y con ello la libertad de expresión, para evitar que la gran población sometida tuviera acceso a los libros. Con el correr del tiempo, la independencia de 1821 y las constituciones que se aplicaron en el país durante el siglo XIX si bien por etapas hay avances, la censura predominó en medios y en personajes como Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco y otros de ese siglo. La Constitución de 1857 ya deslinda el caso de la prensa con una libertad propia y sus limitaciones, a la vida privada, la moral y la paz pública. Cuestionados todos esos conceptos, siguieron de lleno hasta la Constitución de 1917 que con pequeños cambios fueron incorporados para dejar transcurrir décadas en las que se criticaba, se cuestionaba, pero las leyes seguían vigentes. A esas leyes se añadieron las que contemplaban los delitos contra el honor, para crear una nueva forma de limitación, leyes que fueron derogadas apenas en el siglo actual, en 2007.
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN, UN BOTIN, REPRODUCE SU USO REAL EN MEDIOS
La autora del libro hace una advertencia en las primeras páginas para justificar el cambio de título y señalar que la tesis original no fue cambiada en nada. Pero subraya que la intención de la reedición tiene por objeto destacar los mismos problemas del sector periodístico, 50 años después. En el análisis que se hace de las limitaciones a la libertad de expresión, se destacan los argumentos de la Ley de imprenta, ya abrogada, pero la propia Constitución sigue destacando esa libertad y la de prensa, en sus artículos sexto y séptimo. En el primero con las limitaciones al ataque a la moral, los derechos de terceros y al orden público. Y el séptimo, el respeto a la libertad de prensa. Al hablar de esas limitaciones así como los abusos a esas libertades, se destacan situaciones que apenas se sacan a relucir en estos tiempos, como los códigos de ética, la organización periodística, la abstención que deben de tener empresas y comunicadores de vivir de los recursos públicos y el uso responsable de una libertad que pertenece a todos. La autora de esa tesis presentada el 14 de abril de 1972, y reeditada hace un mes, es quien escribe esta columna.