TERESA GIL
Aquel poeta escocés que murió joven, Robert Burns, tuvo el presagio de algo grande que venía y se apresuró a dejar en lo inmediato, el sabor de la vida en una fiesta. En todos los países se recuerda a la muerte aunque algunos puedan tener fechas diversas, pero para Burns, la muerte que rondaba a su lado, tenia que tener un espléndido recibimiento. Por eso creó el Halloween como un gran poema que tiene de todo, desde lo más hermoso y fascinante hasta lo más prosaico. Porque la muerte que a todos nos espera, también tiene de todo. Quizá en eso se inspiró la UNESCO para crear el Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, porque el todo de la muerte expone todo lo que tiene y tuvo la vida. Cuando consideró a nuestro país en ese patrimonio tomó en cuenta la gran cultura que el pueblo mexicano ha creado de la muerte. Pero no en lo físico que es parte de sus expresiones, fiestas, vestuarios, disfraces, flores y manjares. No, el organismo de la ONU lo hizo pensando en lo intangible, en lo que queda de la muerte cuando llega, se instala y nos espera. En su soneto postrero el gran poeta Carlos Pellicer, adelanta:
No hay nada aquí, la tumba está vacía
La muerte vive. Es. Toma el espejo
y mírala en el fondo, en el reflejo
con que en tus ojos claramente espía.
MÉXICO Y LO INMATERIAL DE LA MUERTE, PORQUE LA MUERTE VIVE EN NOSOTROS
A diferencia de lo que hace la UNESCO con todas las grandes expresiones vivas que maravillan a la humanidad, discernir y expresar la muerte, tan presente, fue algo difícil según se percibe. De hecho cuando en su conferencia internacional de octubre de 2004, se refirió al hecho como algo intangible, tuvo que dar varias respuestas para no confundir con lo que ya se conoce, las grandes festividades que la gente organiza para recordar a sus muertos. La UNESCO explicó entonces que en un documento señala, que no se trata de algo que deba de inquirirse, preguntarse, porque es inmaterial. Una serie de categorías, integradora, representativa, tradicional, contemporánea y viviente a un mismo tiempo. Algo que genere cohesión, unidad, vinculación entre los pueblos, el planteamiento integral de lo intangible que está en nosotros y respira con nosotros. De algo que siendo muerte, respira vida y nos une. Señalaba la poeta y maestra Griselda Álvarez en parte de su tríptico:
Nací para morir, no llevo prisa
porque avanzo a mi fin de igual manera
corto la flor, abrevo la sonrisa,
tomo la sangre de la vida entera
porque un día seré polvo, ceniza,
y de ahí nacerá la primavera
ESO NO OBSTA PARA VOLCARSE EN EL HALLOWEEN, EN UNA GRAN FIESTA
Es fundamental de parte de la UNESCO el plantear la cohesión en lo intangible. Pero eso no quitará a los pueblos lo tangible, las fiestas de fines de octubre que se desparraman llenas de colorido y sobre todo las del dos de noviembre del Día de Muertos, en las comunidades indígenas. Al grado de que la propia UNESCO les ha dedicado otro título patrimonial para esos días, que provocan recuerdos de todo tipo. La gente se lanza, entonces, jubilosa y triste a la vez, a celebrar la muerte. Jaime Torres Bodet fue muy claro en su poema Muerte (Tomados los poetas mencionados de La muerte en la poesía mexicana, editorial Diógenes, 1970, selección de Merlin H. Forster)
¿Por qué inquietarme de tu cercanía
muerte, si la existencia que me halaga
es solo pulpa de la fruta aciaga
en la que yaces tu, simiente fría?